Por Pablo Bloise

Las cosas empiezan y no se sabe cómo terminan. En todo orden de la vida. Aunque siempre es más fácil explicar y ejemplificar estas cosas desde el fútbol. La historia de un futbolista, marcada a fuego por el destino, puede significar una enseñanza imborrable para quien la escuche, y hasta para quien la cuente.

Ayer, el reloj estaba cerca de marcar las 22 en Inglaterra cuando un rugido, impensado hasta hace días, resonó por las calles de Leicester y en cientos de ciudades del mundo que adoptaron a este humilde elenco como propio.

“El pequeño, si se lo propone, puede vencer al gigante (o a los gigantes, en este caso)”. Historias que sirven de ejemplo e ilustran esa frase, hay miles. ¿Alguna más significativa y real que esta? Difícil. Otra vez: todo se explica más fácil desde el fútbol.

Los números de Leonardo Ulloa y la cantidad de camisetas que vistió, forman parte de otra historia. No vamos a hablar de números. No importan los datos estadísticos hoy. Lo único convincente es que aquel pibe de 21 años que la pasó realmente mal en Olimpo de Bahía Blanca, hoy se mete de cabeza en una historia que muchos de nosotros recordaremos por siempre.

No fue el abanderado. Las luces más grandes enfocan a otros cimientos de este enorme monstruo que sorprendió hasta a sus propios seguidores. Pero el trabajo silencioso es, quizás, su principal característica. Un delantero al que no le fascinan los flashes y que sabe lo que es tirarse a trabar en las canchas del fútbol argentino y morderse los labios de bronca por descender de categoría, hoy se levantó campeón de una de las ligas más importantes del mundo.

Repetiremos hasta el hartazgo lo emocionante que fue ver jugar a este Leicester. Fácil sería hablar de JamieVardy, el delantero estrella de este equipo que se cansó de hacer goles y tuvo el año de su vida. Pero nos detenemos en Ulloa. En épocas donde algunos no se bancan estar sentados en el banco de suplentes, aportó lo suyo desde donde pudo (o desde donde lo dejaron hacerlo) y ayudó al equipo con sus goles.

Para Leonardo Ulloa, las cosas empiezan y no se sabe cómo terminan. Los insaciables fanáticos de Leicester, que se miraban incrédulos cuando Chelsea le igualaba el partido a Tottenham y el título era una realidad, nunca lo olvidarán.