Por Paulo Viglierchio 

¿Cuál es el verdadero Rosario Central? La pregunta resulta lógica dada las presentaciones totalmente disímiles que exhibe el conjunto auriazul cuando juega en casa a lo que muestra en rodeo ajeno. En el Gigante parece animársele a cualquiera, mientras que de visita se muestra timorato, pasivo, viendo que pasa, transcurriendo los partidos más que disputándolos, con una imagen que verdaderamente deja varios interrogantes, pocas certezas.

El débil Barracas Central, a priori, suponía una posiblidad más que concreta para que el Canalla diera un salto de calidad y se proyectara de manera firme para la recta final de la Liga Profesional. Sin embargo, la actuación del equipo de Miguel Ángel Russo no distó nada de la pobreza general que se había visto en Banfield, en el último compromiso en condición de visitante. En otro contexto, volver a llevarse puntos para Arroyito hubiera sido positivo, pero dadas las circuntancias, aporta poco, por el resultado, por las formas.

Central lo transitó al encuentro en el estadio Claudio Tapia, fue un espectador, si el rival hubiera sido de una índole mayor el marcador hubiera sido otro. Como se dijo más arriba, si Carlos Quintana fue la figura sobresaliente, eso dice mucho del nivel del resto. Por momentos el compromiso fue un auténtico bodrio. Uno no pudo, mientras que el de protagonismo no quizo. La pelota fue de aqui para allá varias veces, sin un dueño definitivo.

La primera y única llegada auriazul en el primer tiempo fue un cabezazo del Pelado, muy flojo. Si bien el viento fue un actor importante, usarlo como excusa suena a mediocridad. La realidad fue que ninguno de los dos pudo imponer condiciones, aún así al local se mostró más cómodo. La principal falencia en el juego pasó por la mitad de la cancha, donde el doble cinco no se impuso nunca, en ningún sentido (nula marca y muchas imprecisiones con los pies), sumado a que el tridente ofensivo conectó poco. Giaccone intentó ser incisivo, pero tuvo escaso acompañamiento de Malcorra y Campaz (afuera más que bicho es una pulguita). Con todo ello, era difícil que Veliz pudiera ser abastecido con claridad, de hecho el 9 no tuvo situaciones de gol.

Los laterales alternaron buenas y malas, a Cortez le costó en defensa con Calderara y cuando pasó al ataque sus centros fueron interceptados, misma situación para Coyote Rodríguez, que sufrió menos atrás pero los envíos aéreos pasaron lejos de la cabeza de algún compañero. Tampoco se asociaron con los volantes, a pesar de estar más juntos por las condiciones físicas del campo, que permitía agrupar gente en cortos metros.

En el complemento, Central se dejó arrinconar por Barracas, que solamente con empuje se acercó al arco de Broun, aunque sin la lucidez necesaria en los metros finales. El equipo de Russo solo se replegó, amigándose demasiado con el empate, renunciando incluso a algún contrataque salvador que marcara la diferencia, por lo que sostener tantos hombres en ataque era innecesario. Salvo un remate de Pupi Ferreyra mano a mano tras una buena pelota de Fatura, Desábato apenas se ensució los guantes.

Los ingresantes tampoco pudieron hacer algo que saliera de la monotonía y chatura que fue el desarrollo, más allá del derechazo del 11. Así, la historia estuvo sentenciada al 0 a 0. El último cambio, que incluyó el ingreso de Komar por Cortez cuando quedaban dos minutos, careció de sentido, nada iba a cambiar, ni hablar en ofensiva. El desenlace fue lo más amigable para ambos y tuvo el premio de Lobo Medina, de mal arbitraje, que hizo cumplir exactamente los cuatro minutos que había adicionado ¿Para qué más? ¿Valía la pena?

El propio entrenador lo dijo post derrota ante el Taladro en el Florencio Sola, «no tengo explicación para lo que ocurre de visitante», llama la atención como un mismo once inicial puede adoptar una aptitud competitiva y avasallante en zona conocida, la cual explica gran parte de los puntos obtenidos en el campeonato, pero cuando hay que sostener esas credenciales afuera se va al mazo en la primera mano, reducido como estructura, debilitando lo conseguido anteriormente.

Para conseguir el objetivo de clasificar a copas internacionales, Central debe mejorar claramente su postura y ser más regular. Ganar exclusivamente de local no alcanza para conseguir esa meta. Más allá de eso, lo principal a trabajar es el aspecto anímico, ahí radica el fondo de la cuestión. Los recursos son limitados, es cierto, pero fortaleciendo la cabeza, convenciéndose de que puede y tiene con que (por lo menos ante determinados equipos en un parejo para abajo fútbol argentino) a pesar de contar con su gente cada quince días, lo demás se consolida naturalmente.