Por Fabrizio Turturici

A un mes de cerrar el año, Newell’s es un gran signo de pregunta. Y no por lo que fue esta temporada, que de hecho no estuvo a la altura, sino por lo que será la próxima. Lucas Bernardi, encargado y responsable de que los intérpretes funcionen y hagan sonar la misma música, tiene por delante un desafío importante que marcará a fuego su relación con los hinchas rojinegros.

Es que la gente está ansiosa por volver a ver el equipo que los deslumbró en pasados campeonatos, que fue protagonista y que da siempre que hablar. Pero también está hastiada del discurso de la posesión que no prospera. Ese principio extravió su rumbo y el objetivo del técnico es volver a centrarlo sobre el eje.

¿Se puede hacer de un plantel corto y regular un equipo competitivo? La respuesta es «sí». Ejemplos sobran. Aunque no por eso se va a negar que el equipo del Parque necesita airosamente reforzarse en algunos sectores, sobre todo el defensivo. La clave será, como se mencionó, que la dirigencia se enfoque en sumar a las filas leprosas uno o dos zagueros de renombre y experiencia para aportar jerarquía y construir el equipo de atrás hacia delante.

En relación al año que viene, lo primero que debe recuperarse es la confianza. Estar a la altura significa eso: no ser menos que nadie. Newell’s tuvo una pobrísima temporada desde lo futbolístico, tanto en rendimientos como en resultados. La base está, los intérpretes son casi los mismos que obtuvieron una estrella con el Tata Martino. Y aunque algunos lo nieguen y miren la tabla de posiciones la pregunta surge sola: ¿cuántos equipos de los que terminaron arriba de la Lepra tienen mejor plantel? La respuesta es clara: “unos pocos”.

El director de orquesta, Lucas Bernardi, debe adecuarse al nuevo contexto y desatarse —por fin— de su discurso. Un equipo debe pensarse en base a su rival, esto es básico. Casi tan elemental como que una persona no utiliza la misma estrategia para matar a un mosquito que para cazar un tigre. Romper el estricto papel que te mantiene atado a una idea y poder pensar, no de manera apolínea, sino ya de forma abierta, plural. Pudiendo estructurar cada partido según lo más conveniente y favorable para el equipo, estudiándolo, buscando sus fortalezas y debilidades.

Desde el último clásico jugado en cancha de Central que la Lepra vislumbra un estilo de juego. ¿Fue por convicción o por necesidad? ¿Por ideología o por una mera urgencia? La idea del cuerpo técnico rojinegro sigue siendo llevar a la praxis el manual de fútbol horizontal y presión.

Lejos quedó la consagración de 2013. Newell’s ya perdió tres años desde aquél entonces intentando seguir una línea imposible sin el director de orquesta original. Es hora de romper lo apolíneo y buscar nuevos senderos. Jugar en relación a lo que tenés y a lo que tiene el rival de turno. Así como un carpintero construye en base a los materiales que tiene sobre la mesa y sabe que no puede hacer un armario con dos tablones.

Achicar si hay que achicar; apostar al contraataque si la situación lo requiere; mover la pelota de manera horizontal o verticalizar para romper esquemas. En definitiva, el único que mueve las fichas es el técnico. Pero es hora de cambiar, y ahora, para no seguir perdiendo tiempo. Empezar a olvidar el maravilloso fútbol desplegado por el Tata, para que no se torne un tabú, y cambiar de idea. “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, decía Albert Einstein…