Por Santiago Fraga

Sin lugar a dudas, la gran (y, prácticamente, única) nota de la jornada fue el regreso de los hinchas leprosos a su casa, al estadio Marcelo Bielsa, después de 19 largos meses desde aquel 8 de marzo de 2020.

El movimiento en los alrededores del Parque Independencia comenzó desde tempranas horas, con quienes se acercaron al club para comprar los últimos abonos disponibles y con los cientos que fueron llegando cerca de las cinco de la tarde para comenzar con la tradicional previa en la plaza Isaac Newell, donde está ubicado el palomar, a la altura de Avenida Pellegrini entre Callao y Rodríguez.

De igual manera, el color también fue cambiando principalmente a lo largo de toda la avenida, de la calle Ovidio Lagos y del bulevar Oroño, y la tarde se tiñó definitivamente de fútbol sobre la tarde, con la aparición de aquellos distintos elementos entrañables del folclore de la cancha como son los puestos de venta de camisetas, gorras y banderas; los de choripanes y, una vez dentro del estadio, los cocacoleros y la voz del estadio (que por primera vez en décadas ya no es más de Luis Sevillano, sino que ahora ocupa ese lugar Rodolfo Laconi).

En el marco previo, la sensación que generaban las tribunas, por momentos, era la de que nada había cambiado, la de que en ningún momento transcurrió un año y siete meses con las tribunas cerradas. Por un momento, la hinchada volvió a ser feliz en su lugar en el mundo y volvió la sonrisa de un momento especial después de un año y medio de angustia y sufrimiento. Aunque la pandemia no haya terminado, aunque el Covid-19 siga existiendo y todos tengamos que seguir cuidándonos, algo se recuperó dentro del corazón del rosarino futbolero.

No obstante, una vez comenzado el partido, todo fue más de lo mismo. No hay aliento capaz de transformar a un mal jugador en bueno, y en tan solo diez minutos varios futbolistas del plantel leproso se encargaron de demostrarle al hincha todo aquello que quizás no se note tanto por televisión y que hacen al mal momento que está pasando hoy el equipo.

Como si fuera el “Previamente en…” que antecede a cada capítulo de una serie televisiva, un compendio de errores terminó dejando a la Lepra 1 a 0 abajo: Juan Sforza se hizo amonestar por una entrada innecesariamente fuerte en menos de 30 segundos; las tres primeras intervenciones de José Canale como jugador de Newell’s fueron errores groseros -el primero derivó en gol, aunque luego levantó-; el primer centro de Maximiliano Comba pasó a metros de algún compañero y el primer centro que recibió Alan Aguerre no salió a cortarlo -y también fue parte del gol-.

Después de once minutos de verdadero terror, el equipo lentamente comenzó a reponerse y a adoptar alguna forma, con Canale mejorando su rendimiento -creció mucho hacia el final del partido, transformándose en el mejor de una lamentable defensa y ocasionalmente en la figura del equipo- y con la elaboración de un par de llegadas en las que Newell’s igualmente no pudo generar gran peligro. En los primeros 45 minutos, no pudo conectar los pocos centros que envió al área y solamente contó con un remate de Ignacio Scocco -tras una buena individualidad- y un tiro libre lejano de Nicolás Castro como las únicas jugadas de exigencia para el ex leproso Lucas Hoyos.

Por su parte, Vélez se caracterizó más por su gran solidez defensiva que por un ataque intenso, cortando tempranamente cualquier posibilidad de riesgo de Newell’s, anulando la figura de Nicolás Castro, sin darle lugar al juego de presión alta característico del rojinegro de Gamboa y sabiendo en qué momentos puntuales aplicar la verticalidad para llegar con cantidad de gente y mayor riesgo al área local. Un boxeador que sabe cuándo aplicar el golpe.

En el segundo tiempo, si bien la Lepra tomó mucho más protagonismo con la pelota -propio de su condición de equipo en desventaja y de equipo local-, los planes del partido no se trastocaron en demasía. El ‘Fortín’ siguió al pie de la letra su esquema, con tranquilidad, y al rojinegro le costó poder encontrar un equilibrio para ser profundo en sus avances.

El ingreso de Maximiliano Rodríguez, resistido en fechas anteriores por Fernando Gamboa y ampliamente pedido por el público leproso hoy, terminó por darle una gran cuota de claridad al ataque al hacer uso de su buen pie y también brindándole con su presencia más espacio a Castro.

No obstante, ya a los 20 minutos del complemento el equipo ya daba señales de agotamiento, persignándose como si al partido le quedaran segundos y todos los esfuerzos ya hubiesen sido realizados, sin perspectiva de éxito.

Apenas un poco de rebeldía de Castro y el empuje de Maxi intentaron agitar a un equipo inmóvil, dormido, pero todos los esfuerzos se fueron a la basura cuando el infalible delantero Cristian Tarragona puso el segundo para el equipo visitante, terminando por colmar también la paciencia del hincha leproso.

El cabezazo de Juan Garro a los 45 minutos terminó por ser un escaso premio consuelo para el público que hizo el esfuerzo económico para regresar a la cancha a ver a su equipo, y también quizás le signifique una nueva oportunidad, considerando que venía bastante relegado en la consideración del entrenador.

El córner del final, con el ambiente en alza y Alan Aguerre yendo a buscar el cabezazo para un centro que no pudo levantarse ni un metro del suelo, terminó por sepultar cualquier atisbo de sonrisa del hincha rojinegro y por dar el panorama justo de un muy mal partido de Newell’s, que al margen de los numerosos arreglos que puede ser Gamboa está condenado al menos hasta diciembre a los escasos recursos con los que cuenta.