Cuando apareció en escena, la Copa Argentina despertaba grandes expectativas al caracterizarse como un torneo «federal» y que le brindaba la posibilidad a los clubes más chicos de alcanzar la gloria venciendo a los más grandes. Sin embargo, ¿es tan así?

Claro que los partidos cuentan con once jugadores de cada lado y duran noventa minutos para ambos, pero el contexto muchas veces resulta un factor clave para analizar el resultado. Y en este sentido, la organización desfavorece a los equipos del interior o de menor categoría.

Este lunes, por ejemplo, San Lorenzo de Almagro enfrentó a Racing de Córdoba en un duelo que ya comenzó con ventaja para los primeros. Es que el conjunto azulgrana tuvo que recorrer apenas 15 kilómetros hasta el estadio de Arsenal de Sarandí, mientras que su rival lo hizo por 700.

Además, Vélez Sarsfield jugará contra Central Córdoba de Santiago del Estero en la cancha de Temperley, que está a tan solo cuarenta minutos de los primeros y algo así como 12 para el club del norte argentino.

Por último y para no caer en la redundancia de los ejemplos, Rosario Central debutará contra Juventud Antoniana de Salta en el estadio 15 de Abril de Unión de Santa Fe, que se encuentra a apenas 170 kilómetros para los canallas y más de 1000 para los salteños.

En este aspecto, resulta evidente la injusticia que representa que, aquellas instituciones con menos recursos económicos y futbolísticos, integrada muchas veces por jugadores que tienen otro trabajo o «bancan» el viaje de su propio bolsillo, sean a las que se les pida mayor sacrificio.