Por Santiago Fraga

El hincha leproso tuvo en el derechazo de Román Bravo el desahogo que tanto necesitaba, un grito de gol que venía resistiéndose y tres puntos fundamentales, en casa y con su gente, para aportar un poco de luz a un panorama que cada vez se tornaba más oscuro.

Adrián Taffarel apostó por los aún más juveniles, reaparecieron con su calidad técnica Pablo Pérez y Maximiliano Rodríguez (cambió el partido) y sin ser superior (pero tampoco siendo netamente superado en ningún momento) Newell’s terminó consiguiendo una victoria importantísima por 1 a 0 ante Independiente, cortando así una racha de seis partidos sin victorias como local.

Entre los aciertos que tuvo el técnico, el primero fue la elección del esquema, ya que por las características de los jugadores el 4-3-1-2 se mostraba como lo más práctico para intentar tener un poco más de orden y presencia en el mediocampo, manifestándose también como una alternativa al problema de funcionamiento y rendimiento que mostraba el equipo por las bandas.

Inicialmente la incógnita, más bien, quizás estaba en la elección de los nombres, con la aparición de tres juveniles debutantes, dos de ellos con muy poca experiencia en sus puestos en categorías cercanas a la primera división.

Mientras que el lateral derecho Tomás Jacob, de 17 años, era habitual en la sexta división y recién había disputado un partido como titular en reserva, Marco Campagnaro, de 18, contaba con más rodaje en la tercera categoría pero como volante, habiendo jugado de lateral izquierdo solamente en tres ocasiones. Marcos Benítez, de 20 años, era de los tres debutantes el que más roce había tenido.

Sin embargo, la primera impresión fue dentro de todo positiva, con actuaciones decentes de Campagnaro (pecó de ansioso y luego fue expulsado por doble amarilla, después de una injusta segunda amonestación) y Benítez y un muy buen partido de Jacob (mejor desde la marca que con la pelota), a quien ya desde lo actitudinal se lo vio con otra energía a lo acostumbrado en el puesto y anuló casi por completo a Alan Velasco, una de las grandes promesas de Independiente y del fútbol argentino.

Muy positivo resultó para ellos también la presencia de Pablo Pérez en el campo, ya que además del orden que aporta desde lo futbolístico también se lo notó constantemente encima de los juveniles, dando indicaciones y alentándolos efusivamente en los aciertos y errores.

A pesar de este orden generado por un Newell’s mejor posicionado, el equipo de Taffarel se notó nuevamente muy errático en los pases (especialmente Jerónimo Cacciabue, quien todavía no puede recuperar su nivel de años anteriores) y con pocas ideas y malas decisiones en la ofensiva. La Lepra no pudo encontrarle la vuelta a cómo conectar mediocampo y ataque y eso se vio reflejado en el discreto rendimiento de Maximiliano Comba y Nicolás Castro, sumado a un Ignacio Scocco que mayormente pululó entre tres cuartos de cancha sin llegar a ser profundo.

Independiente, por su parte, sin ser gran cosa, supo estar atento a los errores rojinegros para generar situaciones de peligro, aunque también pagó caro el no tener la claridad necesaria a la hora de definir esas jugadas.

En la segunda parte, y ante un comienzo de tiempo con la misma disposición que en los primeros 45’, resultó llamativa la decisión de Adrián Taffarel de sacar a Pablo Pérez, justamente quien más claro había sido en el equipo con la pelota, para poner a Román Bravo, un joven delantero rafaelino de 20 años que también hizo su debut esta tarde. Al equipo le costaría poder suplir eso y decantaría en más cambios del DT para terminar de acomodar nuevamente otro esquema.

En esta etapa también comenzó a estar más participativo Comba, aunque siguió costando que pudiese conectar con sus compañeros. Para mejorar esto, cerca de los 20 minutos se dieron los ingresos en simultáneo de Juan Garro y Francisco González, con la salida del propio ex Gimnasia y de Marcos Benítez.

Mientras que a Bravo le costaba pelear contra los firmes centrales del Rojo y los recién ingresados extremos todavía no se habían asentado en el partido (con el tiempo, crecieron), la expulsión de Campagnaro a los 26’ trastocó los planes del equipo, obligando a Taffarel a buscar la forma de no quedar descompensado. Si bien eso no se tradujo directamente en una superioridad del visitante (mérito de Julio Falcioni en ello), sí complicó la búsqueda del gol leproso.

El ingreso de Maximiliano Rodríguez le volvió a dar a Newell’s una perspectiva con la pelota que había perdido tras la salida de Pérez, y sobre los minutos finales se mostró cada vez más decidido a depender de algún contragolpe en el que pudiera combinar la visión de Maxi con la velocidad de González.

Cuando el empate parecía consumado, una maravilla del pibe Román Bravo terminó por darle a Newell’s Old Boys un ansiado triunfo y un desahogo de mucho tiempo. El estadio Marcelo Bielsa estalló de alegría con un grito de gol que se resistía y que representa un poco de esperanza en un contexto de gran oscuridad. Alivio también para Taffarel, para los referentes que estaban en la mira y para los juveniles que deben poner la cara en este momento. De acá a fin de año, lo más importante serán justamente estos partidos de local. Hacerse fuerte y sumar la mayor cantidad de puntos que se puedan en casa.

Hoy, a un día de su cumpleaños, Newell’s vivió un milagro maradoniano para que la fiesta sea completa.