MARTES, 26 DE NOV

La Bajada, el barrio donde se crió Messi y su zurda mágica

En esa zona de la ciudad, el 10 dio sus primeros pasos en la vida y el fútbol. A pesar del tiempo y la distancia, el lugar lo sigue recordando en cada oportunidad y Leo también, una conexión mutua.

 

Estado de Israel al 400, la cuadra donde nació Lionel Messi en la casa de sus abuelos maternos, conserva orgullosa en el número 409 el nombre de la familia «Cuccittini» y parece cortarse al final porque desemboca en dos casas, pero, en realidad, amaga y engancha hacia la izquierda, como Leo, gambetea a algunas viviendas sencillas y se convierte en un pequeño callejón peatonal de un par de metros de ancho, y continúa del otro lado convertida en una callecita donde apenas entra un auto, en el sudeste de la ciudad de Rosario.

«La capital del fútbol», como se ufanan los rosarinos ahora que sueñan despiertos con que en junio Ángel «Fideo» Di María vuelva a jugar a Central y Leo Messi cumpla su deseo de hacerlo en Newell’s.

A tono con los firuletes de Leo con la redonda, la calle Estado de Israel sorprende al visitante con otra aparición a esa altura del 400, como una prolongación del pasaje La Bajada. En realidad, caminar por estas callecitas de antaño sin perderse puede resultar más difícil que marcarlo a Messi.

De ese otro lado aparece la calle 1º de Mayo, que en esas dos últimas cuadras desde la avenida Uriburu hacia el sur es una arteria más angosta que los pasajes del barrio y atrás de Estado de Israel la calle se transforma en el pasaje Lavalleja, donde queda la casa materna y paterna de Leo, donde este martes un puñado de chicos y chicas del barrio vestidos con las camisetas del rosarino más conocido en el mundo colgaron una bandera argentina que reza «Leo: tus amigos del barrio te esperamos».

La casa de la madre y del padre de Leo es un chalé a medio terminar de los ’90, con el frente de cemento, aberturas de madera y enrejado, que permanece invariablemente cerrado casi desde que el capitán de la Selección Argentina campeona del mundo comenzó su carrera oceánica.

Y si se sigue por la última cuadra de 1º de Mayo hacia el sur, la calle termina en el campo del ex Batallón de Comunicaciones 121 -el viejo 11 de Infantería que la Resistencia Peronista copó el 30 de noviembre de 1960 y fue trasladado, castigado, a Mendoza- y dobla a la derecha por el pasaje Ibáñez, donde vive Cintia Arellano, la amiga y hermana de leche de Leo, como se acostumbraba en los barrios rosarinos de entonces.

Cintia tiene la misma edad de Leo, con quien iban juntos a la Escuela Nº 66 General Las Heras, que queda en el vecino barrio Presidente Perón, y se criaron juntos al extremo que su mamá, Silvia, y Celia, la mamá de Messi, compartían la tarea del amamantamiento, que en los barrios define sabiamente un título: «comadres».

«Messi es un niño que sufrió mucho, que se cayó y que siempre se levantó. La peleó mucho desde chico con su familia y con una familia amiga que los ayudó mucho y les dio una gran mano. Leo superó su problema físico y cuando se fue muy chico a España debe haber extrañado un montón, pero siempre volvió a ver a sus amigos del barrio y se identificó con el lugar donde nació y creció, por eso para mí es un orgullo pintar estos murales en su barrio», contó la muralista paranaense Marlene Zuriaga, en un alto de la pintura de la obra de Leo sobre el frente del Club La Bajada, en el pasaje Australia y avenida Uriburu.

En estas callecitas sin tiempo, Leo jugaba todo el día con sus amigos de Estado de Israel al 400 y del pasaje Lavalleja al 500, y por Estado de Israel al fondo su abuela materna lo llevaba caminando 18 cuadras de ida dos veces por semana a practicar en el Club Abanderado Grandoli, donde su padre, Jorge, dirigía en el «babi», como llaman a las divisiones infantiles.

La Bajada, un barrio ferroviario que debe su nombre a la desaparecida estación de trenes del Ferrocarril de la Provincia de Buenos Aires que estaba en la avenida Uriburu y Ayacucho, es un paisaje de casas sencillas, con calles cortadas por el campo del ex Batallón 121, que juegan a las escondidas con los caprichos de la trama urbana de Rosario, con más gambetas que la carrera de Leo, su habitante más conocido en el mundo, que aquí aprendió a mamar el fútbol.

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