Por Federico Morel

El Jiu Jitsu es una disciplina o arte marcial muy en boga en nuestros tiempos, que tiene como referencia la lucha cuerpo a cuerpo en el suelo, utilizando e implementando técnicas de proyecciones, derribos, luxaciones o estrangulaciones que, en definitiva, sometan al oponente.

A este Arte Suave, como lo indica el significado de sus palabras, se le atribuye su nacimiento o su creación a dos países asiáticos: primero China y, luego siendo adoptado por los japoneses, sobre todo aquellos que pertenecían a las clases guerreras conocidas como Samuráis durante el S.VIII y S.XVI.

A principios del siglo XX, específicamente en Brasil, esta disciplina fue tomada por la familia Gracie, quienes en 1925 abrieron la primera academia llamada «Gracie Jiu Jitsu», la cual obtuvo parte de su prestigio por los desafíos que lanzaba su instructor, Carlos Gracie, a aquellos que no creían en la efectividad de este arte marcial, donde en el combate no importaba la disciplina elegida, el peso ni el tiempo.

Se puede decir que el crecimiento de dicha actividad deportiva y espiritual hoy en día ha tomado dimensiones inimaginables, y es algo que se nota en cada uno de los torneos que se llevan adelante alrededor de todo el mundo con una particularidad que demarca a cada una de las personas que ser acercan a esta cultura y forma de vida: el despertar del fuego por el desarrollo personal y la pasión por aprender constantemente.

Una de las personas que más sabe sobre este deporte en nuestro país es el instructor de Jiu Jitsu, competidor y profesor de Educación Física Eduardo Vieyra, paranaense que no solo vive esta pasión como una manera de encarar la vida, sino que entendió que el crecimiento de este deporte tiene mucho que ver con la transmisión del conocimiento hacia otras personas, sobre todos niños y niñas.

El meticuloso estudiante de este arte marcial es dueño de una basta carrera profesional y ha estado en muchas competencias nacionales e internacionales. También, logró construir dos importantes academias, una en Paraná, la otra en San Telmo, donde prepara las bases para el sostenimiento a largo plazo de este deporte que tanto ama.

Conclusión entrevistó a este referente de altos estándares deportivos para consultarle sobre su visión en cuanto al crecimiento y sostenimiento del Jiu Jitsu y, por supuesto, cómo analiza y vive la realidad de este arte de la sumisión.

Al preguntarle por sus comienzos, Vieyra contó que cuando comenzó «el Jiu Jitsu era del under, escondido en un gimnasio».

«A mí me gusta y quería difundirlo, que más gente entrene, que más gente lo practique, así que sigo trabajando por la difusión del deporte en todos los ámbitos: en lo deportivo, en lo social, en lo académico, desde mi visión de licenciado del deporte. Sigo trabajando por y para el Jiu Jitsu», definió el amante del deporte.

Vieyra se ha caracterizado durante toda su carrera por haber dedicado un cúmulo importantísimo de horas al estudio científico, técnico e histórico del Jiu Jitsu.

Para el competidor entrerriano, la mente y el cuerpo deben estar en armonía: «Yo veo las dos cosas juntas, no solo como algo que implica el cuerpo, lo físico, si no como algo que también implica la mente. Y creo que estudiarlo y entenderlo desde la misma historia, desde la ciencia de la preparación física, desde cómo responde tu organismo desde la fisiología, eso me permite tener un conocimiento mucho más profundo y abarcativo del deporte. Eso me gusta».

El profesor de Educación Física entiende que «te cambia la vida una vez que te enganchas con el arte marcial», y sobre eso desarrolló: «Te vuelve más disciplinado, te da más sentido del sacrificio, del esfuerzo y la recompensa al final. Entonces, es muy aplicable a la vida lo que pasa adentro del tatami, dentro de la academia. Esto yo lo veo con mis alumnos. Los chicos comienzan a entrenar y le gusta tanto que quieren seguir entrenando, pero al verme a mí apegado a la parte académica, chicos que no habían terminado el secundario, deciden hacerlo para después comenzar la carrera de Educación Física. Me siguen como el ejemplo y eso me llena el alma. Yo quiero enseñar con el ejemplo«.

El arte marcial para la integración social

Es notablemente sabido como la actividad física en grupos mejora la calidad de vida de los niños y adolescentes. Pero en el caso del Jiu Jitsu, también ayuda a formar el carácter y la personalidad.

El estudioso de esta disciplina, argumentó al respecto que «los pibes, en estos casos, están en un contexto de mucha pobreza y mucha violencia. Al sacarlos y ponerlos en la academia y a través del deporte, ellos comienzan a ver que con sacrificio, con disciplina, con trabajo, pueden cambiar su vida al fin y al cabo. Pueden pensar en terminar la escuela, creen que pueden seguir estudiando porque su profesor lo ha hecho, mi compañero de al lado lo ha hecho».

Siguiendo esa línea, el docente agregó: «Para eso hay que generar la cultura, hay que generar el contexto, donde los chicos puedan ir, entrenar y que ellos vean que se puede. Una vez que la persona tiene confianza y ve que puede ser mejor, no lo para nadie. Mi objetivo con el Jiu Jitsu social es ese, que los chicos puedan ver que pueden ser mucho más de lo que en realidad están siendo«.

El Jiu Jitsu posee la noble característica de estimular a los jóvenes tanto en el lugar donde se practica como en la vida misma. «Algunos tenían la carrera a medio terminar y la retomaron. Dejan de poner excusas y buscan razones para lograr el objetivo. Lo mismo con la carrera universitaria, comenzaron a hacerla a medida que entrenaban y competían. Se va trasmitiendo y se contagia», añadió Vieyra.

Vivir en modo Jiu Jitsu

El especialista en técnicas de sumisión ha hecho de este arte marcial un eje equilibrador en su vida. Tanto es así que se considera un «loco» por las artes marciales.

«En las artes marciales hay tres aspectos fundamentales: el espíritu, la técnica o cuerpo; la mente manda a la técnica o al cuerpo. Si vos te levantas a la mañana con energía y con ganas y con la disciplina necesaria para intentar, aunque algunos días no se vea reflejado, con el paso del tiempo ese esfuerzo diario da su fruto», mencionó el deportista.

En esa línea, continuó: «Por ahí en libros de autoayuda o algunos gurú, hablan de cambios drásticos en tu vida para ser mejor. Sin embargo, en el Jiu Jitsu está demostrado que el trabajo diario, todos los días un poquito, con el tiempo vas viendo la formación en el carácter y la capacidad de transferirlo a otros aspectos de la vida. El arte marcial, como el Judo o el Jiu Jitsu tiene como meta educar y enseñar a las personas y eso se ve reflejado en los alumnos y un montón de vidas que esta arte marcial ha cambiado«.

Arma letal contra los problemas

El arte marcial, al fortalecer el carácter de los niños, eleva su autoestima. Pero esto no significa que los mismos ejercerán violencia contra otros niños. Por el contrario, aprender a superarse y contextualizar el desgaste físico es el objetivo.

El especialista explicó que «muchos de los chicos que van a la academia son hiperactivos o tiene problemas de conducta. Lo que hace el Jiu Jitsu es que los chicos contextualicen la necesidad que tienen de luchar y lo van a hacer cuando el profesor le dice. Cuando los chicos ven que tienen la posibilidad de lastimar a alguien, no lo hacen, porque con tanto entrenamiento aprenden a controlar eso».

Vieyra agregó a lo mencionado anteriormente que «en la academia tenemos niños de 5 a 17 años y se nota y me lo comentan los padres como le cambia la forma de ser a la criatura. El Jiu Jitsu da la posibilidad de ganar un combate sin lastimar a otro».

El Jiu Jitsu también resulta letal contra el bullying. «A nivel competitivo hay muchas categorías. Todos los cuerpos tienen su ventaja. Eso hace que muchas personas se queden a entrenar».

Vieyra argumentó: «Por ejemplo, un niño de 12 años que tiene sobrepeso y se siente acomplejado, lo que hago es mostrarle técnicas o posiciones en donde su sobrepeso es una ventaja, entonces el niño resignifica su peso, cuando antes era un complejo ahora en el tatami es una ventaja y dice que bueno que soy pesado así puedo controlar mejor al otro y ya le empezás a ver el brillo en los ojos de la alegría por entender eso. El flaco, el gordo, el largo, todos pueden aprovechar su cuerpo para utilizar las técnicas en el Jiu Jitsu«.

Esta disciplina y su entrenamiento, ayudó a muchas personas con problemas relacionados con las adicciones a diferentes drogas a rever sus malas costumbres y cambiar una «mala adicción» por una buena.

«El que arranca y le gusta lo siente como una sana adicción. Todo el tiempo aprendés cosas nuevas. Una vez que aprendes, después de dos o tres semanas, comenzás a ver que las técnicas que vas aprendiendo te sirven, vas logrando tus primeras finalizaciones, y eso te pone muy contento. Te sube la autoestima. Y ahí llega un momento que tenés que decidir si querés seguir mejorando, si querés durar más en la lucha, si querés hacer tres o cuatro luchas por clases, tenés que empezar a dejar los vicios porque te frenan. Hay mucha gente que ha tenido problemas con las adicciones y con el tiempo cambia una adicción que te destruye por otra que te construye«, dijo el instructor.

Y agregó que, además, «es tremenda terapia. El jiu jitsu para algunos es como una religión, yo soy cristiano y tengo mi fe, pero lo siento casi como una religión».

De tradición militar a Abu Dhabi

Vieyra tuvo una experiencia laboral gracias al Jiu Jitsu que, sin lugar a dudas, movilizó cada uno de sus recuerdos, los cuales afloraron para la construcción y el fortalecimiento de su propia personalidad.

El 1 de septiembre de 2014, el instructor fue contratado para entrenar al ejercito de Emiratos Árabes junto con 13 brasileros también cinturones negros de la disciplina.

«Fue una experiencia tremenda. Me sorprendió el profesionalismo con el que se toman el jiu jitsu. Estuve en una base militar en el Desierto de Liwa, al sur de Abu Dhabi. Estuve nueve meses entrenando al ejército. Se puso el servicio militar obligatorio y dentro de la curricula estaba Jiu Jitsu. Así que conviví con 13 brasileros que también eran profes. Ahí aprendí muchísimo. Íbamos a entrenar a Abu Dhabi o a Dubai», contó al respecto.

Para Eduardo esta «aventura» fue muy importante e íntima, ya que su «abuelo por parte de mi papá, fue contralmirante de la marina argentina. Si bien conmigo era súper cariñoso, pero me inculcó el corte militar y esos detalles. Y mi otro abuelo por parte de mi mamá, era soldado, muy educado, muy correcto y yo le copiaba todo. Así que no fue tan nuevo para mí ese mundo. Aunque ya no estaba en el rol de nieto, sino que era el profe que tenía que pararse frente a los soldados a darle clases«.

Admirador del ‘Loco’ Bielsa

Vieyra entiende que lo importante de la transmisión del conocimiento es el proceso y que ganar depende de factores ajenos a uno.

El preparador destacó su admiración por el Loco Bielsa: «El Loco es profe de Educación Física. Tiene ese espíritu docente. Le gusta enseñar. No agarra los equipos para ganar, sino para enseñarles su visión del fútbol. Y a mí me pasa lo mismo pero con el Jiu Jitsu, me gusta transmitirles a mis alumnos como veo yo esta disciplina. A nivel docente es lo que más me gusta».

Al preguntarle sobre el valor del triunfo, Vieyra analizó y dijo que «es importante ganar, pero yo no entreno para ganar. Entrenó para mejorar todos los días un poquito y hacer mucho foco, como dice (Marcelo) Bielsa, en el proceso. Planifico el año de entrenamiento y competición, donde el objetivo es intentar seguir el proceso de entrenamiento desde diciembre hasta noviembre del otro año, de los entrenamientos como de la dieta, y si logramos eso, hayamos ganado o no, cumplimos el objetivo».

Y anexó: «Uno no puede controlar ganar o no ganar, pero si en prepararse e ir al torneo. Si te levantaste temprano, si entrenaste 5 o 6 horas por día, eso sí podés controlar, pero el resultado no. Por ejemplo, en el último mundial del 2019 perdí en la primera lucha con un chico que salió segundo. Yo me preparé, entrené y la nutrición la había hecho perfecta, y no me puede recriminar nada porque me ganó alguien que en ese momento fue mejor que yo. Yo hice la tarea y cuando termine la pandemia voy a competir de nuevo».

Para Eduardo Vieyra nada ha sido simple y fácil, pero con el objetivo claro y la pasión a flor de piel en pos de mejorar como profesional, pudo ajustar las condiciones para dar un poquito todos los días por lo que más ama.

El entrenador y profesor concluyó: «Lo único que veo de mi es que soy un apasionado, muy obsesivo del Jiu Jitsu. Y en esa pasión, trabajo por el deporte. Me levanto a la 7 de la mañana y estudio 2 horas. Veo videos de entrenamientos, mundiales, torneos para ver las técnicas. A la siesta me voy a entrenar y la tarde-noche también. Lo hago porque lo amo. Si comienzo a pensar que soy un deportista de estándares internacionales, eso me genera presión y eso no lleva a nada. Prefiero concentrarme en lo que me trajo hasta acá que es el amor por el Jiu Jitsu y mi profesión de profe de Educación Física».