Por Fabrizio Turturici

A la hora de hacer un análisis futbolístico, es difícil saber qué cambió del Central que puso en riesgo la continuidad de Diego Cocca a éste que obtuvo tres triunfazos al hilo. Según la mirada del propio entrenador, que lo declaró repetidas veces en conferencia de prensa, la dinámica es la misma y el único cambio fue que la pelota empezó a entrar en el arco.

Entrando en detalles sobre dicha observación, se comprende que no está tan errada al punto que el equipo canalla sigue repitiendo tanto las cosas positivas como las negativas, con la sola diferencia de ver reflejado distintos resultados finales al cierre de los noventa minutos.

A favor, la notable preparación física de todos sus jugadores, el pragmatismo en los partidos y la capacidad de reacción inmediata a los golpes sufridos. Por ejemplo, hoy se repuso a los dos minutos con Diego Zabala y todos se acordaron de lo ocurrido en el último clásico.

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En contra, los problemas defensivos que persisten a espaldas de Rinaudo en el retroceso, que en este torneo solo fueron disimulados con el ingreso de Ojeda, y la ausencia de un generador confiable de juego ya que Gil no siente esa responsabilidad.

Así como se citan estos ítems positivos y negativos, hay muchos otros que pueden agregarse, pero poco importan cuando los resultados mandan. Los mismos que llevaron al DT a poner a disposición su puesto, ahora le sonríen: son 9 de 9 con once goles convertidos.

El partido en sí

Central saltó al campo de juego sin la confianza de otras veces y con muchas dudas en varios sectores del campo de juego. Así, se vio apretado por un Aldosivi que aprovechaba los grandes espacios entre el medio y la defensa, siempre expuesta al mano a mano.

Luego de la apertura del marcador en los pies de Andrada, producto de un error de concepto de Rinaudo y un error de ejecución del ingresado Almada, volvió a encontrar una rápida reacción -con Zabala- y se fue al vestuario en tablas.

Durante el complemento, cuando peor la pasaba, el elenco auriazul volvió a ser pragmático y efectivo, golpeando en los momentos justos y encontrándose con una goleada otra vez de cinco goles en su casa: Gamba, Almada, Ribas de penal y Rius definieron la historia.