Por José Odisio

No hay caso, en el Coloso Newell’s es otro equipo. A veces luce, otras no tanto. Por ahí te mete una goleada, o aparece Nacho y destroza solo a la defensa rival. O se queda con los tres puntos con lo justo, sin sobrarle una moneda. Pero gana, sin importar las formas en casa la Lepra saca chapa de equipo inexpugnable y cada día se hace más fuerte, casi invencible.

El 82 por ciento de efectividad de local es una cifra que habla por sí sola. En casa es campaña de campeón, afuera todavía le cuesta afianzarse. ¿Será el impulso de la gente? ¿O la comodidad de jugar en un escenario que conoce? ¿Los rivales vendrán más cautelosos? ¿O simplemente será una situación estadística irrelevante? Lo cierto es que en el Coloso Newell’s luce distinto, juega mejor, presenta otro ímpetu, siente más obligaciones y, casi siempre gana.

Rafaela fue una muestra más de esta hegemonía en el Parque. No le sobró nada a la Lepra, pero le alcanzó con una aparición con jerarquía de Maxi tras un centro a la nada de Amoroso para quedarse con los tres puntos y así no perderle pisada a Boca. También hubo buenos rendimientos de Domínguez y Moiraghi, chispazos de Formica y un buen segundo tiempo de Quignon. Con eso alcanzó. Incluso se dio el lujo de errar un penal. No hizo falta. En el Coloso la Lepra juega a otra cosa. Muestra la chapa y con eso alcanza.

¿Alcanzará para quedarse con el título? Falta mucho para aventurar una respuesta, pero si mantiene estos números en casa al menos lo va a pelear hasta el final. Y si no consigue la estrella, el premio consuelo de ingresar a la Libertadores tiene pinta de muy valioso.