Por Fabrizio Turturici

Central fue goleado 4-1 con Huracán y cerró el año en el Gigante de Arroyito con la frustración de no haber cumplido con el único objetivo que se había propuesto: clasificar a la próxima edición de la Copa Sudamericana. Pero su entrenador Cristian González firmó la renovación antes de este resultado y por eso la presente columna se propone realizar un balance general donde puedan analizarse las variables tácticas y estratégicas de su juego.

Nota preliminar: para otro momento quedará el señalamiento de los groseros errores de carácter amateur que sufre este equipo en su faceta defensiva, que por otra parte son los mismos que nunca fueron solucionados y que ya se marcaron desde aquí en repetidas ocasiones, precisamente después de cada respectivo encuentro.

Ahora sí, es apropiado comenzar señalando que la piedra angular de su mejor funcionamiento radicó en apostar a Ojeda para que desempeñe un rol clave como pivote entre las piezas defensivas y ofensivas, que cuando su equipo no tiene la pelota se encarga de cubrir los espacios liberados en el retroceso y participar en las disputas terrestres y aéreas por las primeras y segundas jugadas, pero con la posesión a favor, funciona como un punto de partida y una opción de pase permanente desde el eje de la cancha.

Es que el encargado de llevar la batuta es el capitán Vecchio, ya -casi- un enganche en la medida de que cada vez tiene menos obligaciones defensivas. Aunque las posiciones clave para este intento de fútbol vertical que practica el Kily es la de los dos internos, siendo el dinámico Infantino un mejor intérprete que Lo Celso, acaso más posicional.

Otro punto a favor es la determinación con la que se mueven los dos delanteros tanto para la lucha física como para capitalizar las situaciones dentro de gol dentro del área, o la importancia que tienen en fase ofensiva jugadores como Ávila, con su pase de salida salteando líneas o sus cambios de frente, y Blanco, con sus desbordes y centros.

La mejor disposición táctica para el armado de juego se dio con forma de rombo en el mediocampo, siendo el ’10’ auriazul un enlace directo con los puntas, más cerca del área contraria que de la propia, pero pudiendo aparecer con sorpresa tanto Infantino como Lo Celso. De todos modos, justamente hoy las bandas no fueron debidamente explotadas y todo se concentraba por el centro, donde Huracán había echado el cerrojo.

Con esto Central debía manejar los nervios del partido y esperar a que su rival, aún más necesitado del triunfo, descuide la retaguardia tras lanzarse al ataque, pero no por ello prestarle menos atención al picante tridente quemero, sobre todo con los uruguayos Cóccaro y Candia, que marcaron un gol cada uno y cambiaron el factor psicológico de lado, jugando con el nerviosismo de la gente y de los propios futbolistas.

Y así nunca pudo mover el balón con paciencia ni darle amplitud al campo a través de sus laterales, pese a que la llave de la victoria parecía estar en el hecho de atraer la presión del contrincante mediante un posicionamiento alto y apostar a la ruptura del bloque medio con los recursos antes mencionados. El que más cerca por empuje y por su gol estuvo de esto terminó siendo el mexicano Martínez Dupuy, ingresado en el complemento.

El problema de la verticalidad canalla es que nunca parte desde el orden sino del caos, por lo que suele proponer un ida y vuelta donde el que está más fino se termina quedando con el resultado. Un estilo de juego directo pero despreocupado, tan peligroso en un arco como en el otro. Claro que contar con el goleador histórico del club hizo que muchas veces la fórmula se incline a favor, pero a la larga es jugar con fuego y se terminó quemando, lo que ocurrió con los dos goles finales de Cóccaro y Pérez para el conjunto quemero.

Vale aclarar, asimismo, que el Central del Kily lleva adelante una idea que no es progresiva ni se ajusta con pragmatismo al tipo de desafío, como lo puede ser la de Marcelo Gallardo o sin ir tan lejos Alexander Medina, sino que se trata de una idea fija y constante que puede resumirse, como siempre lo declara en sus conferencias de prensa, con la premisa de «ir al frente» más allá de lo que pase. Los resultados están a la vista…

A pesar de que en la primera parte los espacios habían aparecido después de algunas triangulaciones, la habitual floja resistencia de la última línea hoy fue nula y el arquero Romero no estuvo a la altura de la situación, dejándole un problema a la gerencia de fútbol de cara al mercado de pases del receso por la finalización del campeonato.

Esta vez la calidad de Ruben y Vecchio no alcanzó para edulcorar el desbarajuste táctico de su técnico, el objetivo no pudo ser alcanzado y en el balance general, los números indican que solo en tres ocasiones concluyó con el arco en cero; que tiene más derrotas (11) que victorias (9), además de 5 empates; que la pobre efectividad es del 42,6%; y que en materia goles son más los sufridos en propia puerta (41) que los festejados en la otra (39).

Con el contrato nuevo bajo el brazo, el Kily González tendrá la obligación de encontrar las herramientas para revertir el presente si es que se propone otra cosa que terminar el año en la mitad de la tabla y sin premios. En tanto la comisión directiva que confió en él deberá, al menos, proveerlo de buenos refuerzos para que Central vuelva a estar en un plano de relevancia a nivel competitivo, como la historia del club lo demanda.