Por Paulo Viglierchio

Rosario Central se dio un porrazo feo en su excursión por La Docta. Tropezó y trastabilló fuerte, con heridas que dejan secuelas. No fue simplemente un paso en falso, por las formas. Una producción muy endeble que obliga a repensar cosas puertas adentro, futbolísticamente hablando. Mucha tarea para corregir, con aspectos a atender de forma urgente si quiere despertar al nuevo año o seguir embebecido en las mieles del éxito del año pasado.

Para el segundo partido de visitante en el torneo, el Canalla salió de nuevo a jugar con la probada e ineficaz línea de cinco defensores, un experimento fallido a lo largo del 2023, salvo en contadas ocasiones. Fue ese argumento y la diferencia en las áreas lo que explicó la exagerada ventaja para la T en Córdoba ya en el primer tiempo. El peor error no es equivocarse, sino esperar resultados distintos haciendo lo mismo.

Lo que Central produjo en ofensiva, con pelota y llegadas, se trató de lo mejor que se vio hasta ahora en la Copa de la Liga. Elaboró en cantidad y calidad, llegó claro y a partir del manejo prolijo en la mitad, pero Guido Herrera y la falta de efectividad conspiraron para obstaculizar la prosperidad de los intentos auriazules. En defensa pagó carísimo la ausencia de Carlos Quintana, un pilar irremplazable. Juan Cruz Komar, Facundo Mallo y, sobre todo, Agustín Sández jamáz brindaron seguridad en la última línea.

Talleres llegó menos, pero tuvo precisión. Así, en la primera situación clara, facturó. Portilla habilitó con calidad a Botta, quien agarró a todos quietos y definió con sutileza ante Broun. El Canalla se repuso rápido, y a través penal de Lovera emparejó merecidamente las acciones. Pero la justicia le duró poco al encuentro, porque los pelotazos a espaldas de los centrales fueron puñales, sumado a un mediocampo que tampocó interceptó los avances rivales.

Así, tras un centro de Botta, nadie marcó a Rodríguez, quien cumplió con la ley del ex y sentenció a Fatura Broun de cabeza. Los de Russo no llegaron a reponerse de otra piña fuerte que, acción siguiente, el conjunto cordobés le asestó otro golpe de nocaut. De un saque de arco, la pelota sorprendió a Kevin Ortíz, que no saltó a atacarla, la dejó picar, Sández se confió para despejar, Sosa lo primereó y fusiló de derecha al uno para sellar un 3 a 1 contundente. Castigo excesivo para uno, premio a la certeza para el otro.

En el complemento, Central areció de reacción. Se vio abatido sobre el terreno de juego, y ni los cambios pudieron modificar lo que pareció algo sentenciado cuando llegó el entretiempo. Entraron Jaminton Campaz y Tobías Cervera por un flojísimo Ortíz y un errático Martínez Dupuy, que sigue desaprovechando chances. Rápidamente se contagiaron de la apatía del resto, aunque claro está que el Bicho, estando bien físicamente, es siempre titular y el mejor jugador de este equipo.

Broun evitó varias que pudieron ser el cuarto gol, pero nada pudo hacer (reacción tardía y errónea quizas) ante una apilada individual de Catalán, que arrancó desde su campo, pasó sin dificultades el medio, metió un cañazo a Quintana y sacudió de derecha para darle el broche a una historia que hacía rato estaba concluída. Nada salió como se planificó atrás, hubo yerros y espacios que no se veían desde la época del Kily González como entrenador. La segunda etapa fue un aténtica paliza tallarín.

El Canalla terminó siendo el partido superado técnica, táctica y físicamente, incluso el 4 a 1 quedó corto. Una actuación olvidable, que obliga a replantear herramientas y ajustar varios detalles. El año recién empieza, y suele pasar que el hecho de salir campeón lleva a un estado de relajación, que hasta cierto punto se tolera, pero superado el límite comienza a volverse peligroso. Central está dulce todavía, pero el 2024 arrancó y hasta ahora lo encuentra en el debe, con poco para rescatar.

El mercado de pases, aceptable al final, termina reflejando la misma imagen que años anteriores. Jugadores que llegan tarde, sin pretemporada, debiendo esperar varias fechas para debutar, ya con casi medio campeonato disputado. Russo necesita tener cuanto antes a toda la tropa a disposición para volver a ser competitivo. Los recién llegados deberán intregrase pronto, porque el resto todavía se enceuntra en estado de adormecimiento post éxtasis.