Por Enrique Genovar

El enojo de los hinchas canallas y de los jugadores por el pésimo desempeño que tuvo Darío Herrera continuará durante varios días. Es que cada vez que un árbitro se equivoca en contra de Central a los simpatizantes auriazules le revive la herida de la final de la Copa Argentina ante Boca en su edición 2015.

Claro que luego de que los acontecimientos pasan no se puede hacer mucho, casi nada. ¿Y prevenir? Parece que tampoco.

Es que las diferencias que tienen los clubes de los dirigentes que verdaderamente conducen la AFA con el resto es notoria. La cosa dentro de la cancha se hace despareja y para quedarse con un partido parejo el rendimiento de los futbolistas debe ser descollante.

Desde que está la nueva conducción afista al equipo de Montero lo perjudicaron cuando fue al Monumental (con un fuera de juego inexistente) y ahora con Banfield (absurda expulsión a Pinola).

Los hinchas se enojan y con razón; lo futbolistas se sacan del partido y resulta lógico; y el resto observa cómo se dan las cosas.

Pero, ¿verdaderamente se puede hacer algo? Da la sensación que no. Y la falta de solución radica en que los árbitros están dentro de AFA. Son empleados de la Asociación del Fútbol Argentino y es por esto que le resulta casi imposible desprenderse de esta dependencia a la hora de dirigir los encuentros.

Diferencias siempre hubo y así lo marca la historia. Pero ahora cada vez son mayores y la única solución posible parece ser que recién se podrá dar cuando el colegio de árbitros sea independiente de AFA. Hasta que eso no ocurra, lamentablemente, habrá que acostumbrarse a ver el cambio de desempeño que tienen los jueces de acuerdo a qué partido dirijan.