Organizado por la Asociación Empleados de Comercio de Rosario y fiscalizado por la Asociación Rosarina de Atletismo, este domingo desde las 9 se llevó a cabo la cuarta edición del maratón “Día del Empleado de Comercio”, con más de 1.100 inscriptos.

Bajo el cielo azul, los deportistas se concentraron desde temprano para la competencia, que según la modalidad, se corrió en una distancia de 4 u 8 kilómetros y tuvo como punto de partida la avenida Belgrano al 500, esquina bajada Sargento Cabral.

El recorrido más corto fue por avenida Belgrano, avenida Illia hasta Dorrego, y la vuelta por esta última arteria, Wheelwright, avenida del Huerto y Belgrano al 500.

En tanto, que los más osados que eligieron la distancia de 8 kilómetros transitaron sobre las calles Belgrano, Illia, avenida E. López hasta Rawson, y el regreso por esta última, Carballo, Vélez Sarsfield, avenida E. López, Wheelwright, del Huerto y avenida Belgrano al 500.

En cuanto a los ganadores, Joaquín Seortino, se consagró en los 4 kilómetros. En tanto que María Sol Maidana fue la primera en cruzar la meta en esa modalidad. Respecto a los 8 kilómetros, Julián Molina se alzó con el primer puesto, y por el lado femenino, Silvina Sabas fue la ganadora.

Al finalizar la competencia, cada uno de los participantes recibió una remera y una medalla recordatoria de la competencia. Además, hubo trofeos especiales para los ubicados en los primeros puestos de las distintas categorías.

Leyenda del maratón

Esta disciplina consta de una carrera de larga distancia cuyo origen se traslada a tiempos remotos.  Precisamente, al año 490 antes de Cristo, según el mito del soldado griego Filípides, quien murió de fatiga tras correr unos 37 kilómetros, desde Maratón hasta Atenas, para anunciar la victoria sobre el ejército persa.

Cuenta la leyenda ateniense que durante la batalla de los griegos contra los persas en la llanura de Maratón (situada a unos 42 kilómetros), las mujeres helenas esperaban ansiosas por conocer el resultado de la guerra, dado que los persas habían prometido que en caso de vencer, volverían a Atenas para saquear la ciudad y sacrificar a las niñas.

Al conocer esto, los griegos decidieron que si sus mujeres no recibían la noticia de una victoria dentro del marco de las 24 horas, coincidiendo con la puesta del sol, asesinarían a sus propios hijos y luego se suicidarían.

Aunque los griegos ganaron la batalla, les llevó más tiempo del esperado y corrían el riesgo de que sus mujeres, ignorando el resultado, llevasen a cabo el plan acordado. El general ateniense, Milcíades el Joven, decidió enviar un mensajero a dar la noticia a la polis griega.

Aquí es cuando se mezcla la historia con la leyenda: Filípides, además de haber estado combatiendo un día entero, tomó tanto empeño en llegar a su destino a la mayor brevedad que, cuando llegó, cayó agotado y antes de morir sólo pudo decir una palabra: “victoria”.

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