Por Paulo Viglierchio

Rosario Central se volvió a amigar con su gente. Desde lo que fue la victoria clásica, el pueblo canalla nuevamente se retiró del Gigante satisfecho con una actuación de sus representantes en el césped. Valió la pena semejante alegría, las formas justificaron todo tipo de algarabía. Una suspiro feliz necesario y merecido tras los últimos sinsabores. El poder sentirse cercano a los protagonistas y sentir lo que sintieron ellos durante los 90 minutos, este sábado en Arroyito se trató de eso.

Cualquier análisis no puede tener carácter de tal sin tener en cuenta el contexto. Esta victoria canalla ante Barracas Central se vivió como una verdadera final por lo que sucedió dentro del rectángulo de juego, donde hubo un serio y alevoso intento (uno más en el torneo) por parte de la terna arbitral y el VAR para que el Guapo pudiera llevarse algo del Gigante. Merlos y compañía quisieron ser más estrellas que los propios jugadores, y si bien lo consiguieron durante algunos minutos, el piberío canalla hizo que el tiro les saliera por la culata.

En lo futbolístico, a lo largo de los 90 minutos, Central superó con claridad a su rival. Los juveniles auriazules, com ímpetu, intensidad y velocidad, complicaron siempre con la presión en salida. La recuperación de pelota rápida y las transiciones entre el mediocampo y ataque generó más de un dolor de cabeza para la visita. Por ello, no extrañó que tras una trepada de Blanco por izquierda, y un centro preciso del lateral desde el mismo sector, el Chipi Frias se diera el gusto de convertir por primera vez con la camiseta auriazul, a los 16 minutos. La apuesta de Tevez de oxigenar la mitad de la cancha con gente joven y con dinámica dio rédito.

No obstante, la defensa, también como hace tiempo, volvió a dar ventajas. Dos minutos después, tras una distracción en el fondo, Colmán apareció en soledad (¿en offside?) y estableció la igualdad de cabeza. Al margen de la duda, es llamativo como los defensores quedaron tan mal parados en lo que fue la primera aproximación rival. Lo durmieron a Ortíz, Martínez dejó tirar el centro y Rodríguez miró como su marcador se le escapaba y definía solo. Todos parados. La pelota detenida fue una complicación para la última línea auriazul en el primer tiempo, y Paz pudo haber hecho el segundo.

Dicho esto. Todo quedó absolutamente empañado con lo que fue la principal acción polémica de Andrés Merlos. El árbitro, con ayuda del VAR, interpretó que Tanlongo, tras un despeje, le dejó la plancha de más a un jugador de Barracas y decidió expulsarlo. En las distintas repeticiones se vio que el jugador canalla no tenía ninguna manera de bajar su pierna a tiempo luego de rechazar la pelota. Una falta de concepto del juego alarmante. El juez leyó erróneamente la jugada. Otra acción en beneficio del equipo del Chiqui Tapia, que viene desde el ascenso con ayudas adicionales que lo llevaron a tener un lugar en Primera División.

Al margen de esto, Central siguió siendo superior. No se amilanó con el hombre menos. Todo lo contrario, la injusticia de la que fue parte pareció envalentonar aún más a los chicos, que con garra y fútbol volvieron a arrinconar al Guapo. Allí creció el aporte de Buonanotte, que se soltó y mostró lo mejor de su repertorio. El ingreso de Infantino fue clave para aportarle un socio para la faz ofensiva. Mientras tanto, Frias y Oviedo siguieron siendo insoportables con la presión y corriendo todas. El equipo quedó parado 4-3-2, con mucho compromiso de todos para desdoblarse y dar una mano tanto en ataque como en defensa.

El Canalla había avisado con intenciones, y pasó a concretar su superioridad. Veliz también entró muy bien, y fue el propio Alejo quien, tras una gran jugada colectiva, definió de derecha en el área luego de un centro rasante de Blanco (otro punto alto), a los 24, para desatar el grito de festejo, desahogo, bronca y todo tipo de emociones contenidas. Al fin el merecimiento pasó a reflejarse en el marcador. Con la ventaja de nuevo, se vio lo mejor del Central de Tevez. Aguantando, recuperando y saliendo rápido de contra para aprovechar los espacios ante la desesperación del conjunto visitante.

Así, tras otra jugada que incluyó la participación de los pibes, luego de un pase de Buonanotte, Infantino entrando al área y por el medio colocó de zurda su remate y liquidó la historia. Los chicos se regalaron un triunfazo ante su gente, que los bancó y alentó en todas las circunstancias. Mostraron temple y personalidad para reponerse a una situación adversa, y tuvieron la dosis justa de actitud y juego para vencer claramente a un Barracas muy inferior. Por como se dio, los tres puntos valen doble. Premio al esfuerzo colectivo, con los dos mencionados y Blanco como los principales valores destacados de la tarde.

Central volvió al triunfo después de tres partidos, lo hizo de buena manera. Era necesario para todos. El ciclo de Carlos Tevez tiene un respiro luego de lo que fueron unos días difíciles tras dos derrotas seguidas en el torneo local y la Copa Argentina. Ahora se vendrá un rival de jerarquía como Boca, y en la Bombonera. Ya habrá tiempo para pensar en eso. Hoy, mientras tanto, a saborear este triunfo, que tuvo un sabor distinto, más placentero.

Al margen de todo esto. No se puede dejar pasar por alto la actuación de Andrés Merlos y el VAR. El arbitraje argentino está en un pésimo momento, y fecha tras fecha, distintos exponentes se encargan de reafirmar este enunciado, el mendocino es de los peores que tiene nuestro fútbol . Con respecto a la herramienta, que supuestamente llegó para traer más justicia a este deporte, la misma es aplicada por humanos incapaces en Argentina. Cuando eso sucede, la claridad se desvanece. En vez de buscar elefantes buscan hormigas. De tanto buscarle la quinta pata al gato se la van a encontrar. Así no sirve.