Tomás Labrador

Central abre un nuevo ciclo con el objetivo de volver a codearse con los que pelean arriba. La crónica de los últimos años hablan de un club convulsionado, sin rumbo en lo institucional y tampoco en el aspecto deportivo. Dirigentes cuestionados, desmanejos económicos, jugadores vendidos de forma prematura y técnicos que no le encontraron la vuelta al juego que exige la idiosincrasia canalla, desembocaron en 2010 en un descenso con un tránsito por la segunda división que duró mucho más de los esperado.

Juan Antonio Pizzi pudo conseguir el objetivo de ascender en 2012, pero inexplicablemente el equipo se desinfló en la últimas fechas de aquel torneo. Al campeonato siguiente acudió al rescate Miguel Russo, un ídolo de la hinchada que asumió la responsabilidad de llevar otra vez a Central a primera y lo logró en el primer intento, cuando la travesía por el desierto de la B ya se había hecho insoportable y la autopista se había tornado un camino de ripio y curvas peligrosas.

Central, con el objetivo cumplido, volvía a disputar el torneo de la A. El ciclo de Russo se extendió, cumpliendo con su costumbre de quedarse con los partidos frente a Newell’s, aunque ganarle al clásico rival tuvo gusto a poco para una hinchada con ganas de festejar campeonatos.

El cambio de rumbo en la conducción del club tras las elecciones de octubre del año pasado y la derrota en la final de la Copa Argentina significaron el fin del ciclo Russo uno de los entrenadores que más veces ocupó el banco canalla, invicto frente al clásico rival pero que no pudo agregar un título al historial centralista.

Nuevo ciclo e ilusiones renovadas

Si en algo se diferencia el fútbol de la vida, es que los nuevos comienzos siempre tienen fecha, ya sea después de una derrota o de una victoria, y éstas terminan junto con el partido o el torneo y al partido o campeonato siguiente todo vuelve a comenzar. Y en eso está Rosario Central, apostando por un técnico novel como Eduardo Coudet, ex jugador del club, idolatrado por la hinchada, que asumió con gran energía y optimismo por primera vez la responsabilidad de conducir un plantel y nada menos que en un club que necesita ilusionarse y conseguir los logros deportivos que su historia y seguidores reclaman.

Lo primero, el Chacho ya lo ha conseguido aprovechando su ascendiente sobre los jugadores: volvió a ilusionar a los hinchas conformando un plantel con profesionales de experiencia y en plenitud física y con los regresos de César Delgado, Marco Ruben y Cristian Villagra, jugadores surgidos de la cantera del club que pintaban para cracks y fueron prematuramente traspasados antes de jugar 100 partidos en primera.

Coudet está conforme con el plantel que tiene y los hinchas ven el comienzo del torneo con optimismo. Ahora le toca a la pelota comenzar a rodar. Hay un campeonato largo por delante y 29 equipos a superar.