El inicio del encuentro en el Nuevo Gasómetro estuvo signado por las sorpresas, por lo que los papeles se quemaron rápidamente, el análisis táctico se fue por la borda y todo se redujo a situaciones imprevistas que derivaron en un temprano dos a cero a favor del Canalla.

En ese lapso, aunque la posesión del balón y la generación de jugadas pertenecían al Cuervo, los golpes efectivos de Riaño y Rius ponían al equipo de Cocca en carrera, pero nunca pudo aprovechar esa ventaja para bajar un cambio y planchar el cotejo.

Así las cosas, el ritmo se mantuvo y la intensidad del local se hizo pesar a espaldas de un mediocampo auriazul compuesto por los desorientados Rinaudo y Gil, mal parados en un campo de juego inmenso, y Belluschi descontó rápidamente para el 2-1.

Sobre la media hora de juego, el paraguayo Bareiro desperdició un increíble penal y Central, en lugar de aprovechar el bajón anímico y sacar adelante el desarrollo desde lo psicológico, se quedó y terminó sufriendo la igualdad en la cabeza de Pittón.

En el complemento, el elenco de Arroyito seguía demostrando su grave problema de retroceso, ya que no lograba compactar líneas porque el doble cinco quedaba pagando al no adelantarse los defensores, aunque los volantes externos sí hacían su trabajo.

Los ingresos de Gamba y Ribas por Lovera y Riaño dieron la nota de que Central no se conformaría con el punto sino que iría por más. El cambio de Pereyra por Zabala modificó el esquema táctico a un 4-1-3-1 y sobre el final pudo perderlo como ganarlo.

El pitazo final dejó sensaciones encontradas para los canallas de Cocca, porque si bien pudieron sumar en una cancha históricamente difícil, se les escaparon los tres puntos de la mano al estar dos goles arriba en el marcador y no poder sostenerlo.

Central y San Lorenzo quedaron a mano luego de muchos sobresaltos