Por Fabrizio Turturici

Bajo un cielo encapotado, Central empató 1-1 con Olimpo en el Gigante de Arroyito, con goles de Washington Camacho en el primer tiempo y Víctor López en el segundo. De esta manera, el alternativo canalla dejó pasar una nueva oportunidad para reencontrarse con la victoria.

El inicio del encuentro mostró a un Central movedizo, que ganó la posesión de la pelota e hizo circularla de lado a lado, siempre con el juvenil Ojeda como administrador. Por primera vez en mucho tiempo, volantes y delanteros se mostraban en sintonía a la hora de avanzar. Eso le valió inquietar a la sólida defensa bahiense en esporádicas expediciones.

Con el correr de los minutos, aunque Central monopolizó la tenencia, había dejado de ser tan agresivo y le costaba encontrar los caminos para penetrar a un Olimpo cerrado, que practicaba un sistema de achique ofensivo, comprimido y con vistas a un eventual contragolpe que sin embargo nunca pudo concretarse.

No obstante, las máximas emociones llegaron sobre el final del primer tiempo. Primero, con un grave error (¿el primero de cuántos?) de Diego Rodríguez, que se la regaló a Correa y el colombiano definió mal, para fortuna del Canalla. A los 46, cuando cerraba el primer tiempo, una ráfaga auriazul hizo que la pelota quede en pies de Camacho para el 1-0.

En el complemento, Olimpo avanzó sus tropas y Central no supo frenar el aluvión. Con muchas complicaciones en el retroceso, que quedaba expuestas por un mediocampo sin contención ni marca (de los cuatro jugadores, ninguno es netamente defensivo). El Chacho advirtió esto, movió el banco e hizo ingresar a Damián Musto, que volvió de su lesión, en lugar del chico Rivas.

El empate -como era previsible- llegó, pero fue de pelota parada. Luego de un tiro de esquina cerrado que cayó al área chica, Rodríguez no salió y Víctor López de cabeza para el 1-1.

Luego del gol, Central no tuvo reacción. Se quedó sin respuestas, al punto que ni la pelota pudo encontrar. Olimpo era ahora quien se hacía cargo del protagonismo, producto de un flojísimo segundo tiempo canalla. Coudet se volvía loco en el banco, tratando de despertar a sus muchachos.

Por la inercia propia del partido, el empuje del público local y la mera intención -sin ideas- de volver a ponerse en ventaja, Central trepó la cancha y amagó con sacudir las redes en algunas ocasiones.

No hubo tiempo para más: Paletta indicó el final del partido y Central se quedó con una sensación de frustración. Es cierto que no tuvo a sus titulares en cancha, pero el rival -en este caso- era accesible y el escenario era el mejor para volver a reencontrarse con la victoria, en un campeonato donde le cuesta transitar por la senda triunfal.