Por Fabrizio Turturici

Central perdió con Vélez en un contexto de crisis generalizada, donde ya no tiene excusas y debe pegar el volantazo para no estrellarse contra el descenso. Es que ningún equipo que pretenda mantener la categoría puede darse el lujo de no ganar durante ocho partidos y Diego Cocca lo sabe: el crédito se le termina y solo podrá salir adelante con resultados porque ya no importan las formas.

El desarrollo comenzó de manera tal como se esperaba, con el equipo de Heinze ejerciendo la posesión del balón y el pressing en la zona alta de la cancha. Con esta fórmula supo complicar al fondo canalla, atacando los espacios con la velocidad e intensidad que lo caracteriza. Los dirigidos por Cocca, en tanto, no encontraban las herramientas para neutralizarlo y el cero en su arco parecía depender únicamente de la puntería de los rivales.

Al brillar por su ausencia la generación de juego, todo acercamiento al área contraria se limitaba a alguna pelota que pueda aguantar Riaño, siempre de espaldas al arco y, ante la falta de apoyo, sin peligro para lastimar. Es que Gil y Rinaudo no hacían pie en el ida y vuelta, siendo los más afectados por el sistema en general, y los volantes externos estaban más abocados a la tarea de defender que a la de gravitar en ofensiva.

>Te puede interesar: Central fue ineficaz, no pudo con Vélez y cayó en zona de descenso

El mano a mano constante de Janson versus Molina, con libertad y campo para encararlo, y la zona liberada a espaldas del ‘5’, con tranquilidad para rematar de media distancia, representaban las llaves más accesibles para abrir el marcador en Arroyito. El clima de incomodidad en el partido se hacía sentir también en las tribunas, motivo por el cual los futbolistas se retiraron al vestuario del entretiempo con el reclamo concreto de revertir las cosas.

La tónica del segundo tiempo cambió a partir de la mejoría auriazul, que con actitud y un juego más dinámico avasalló a un Vélez desorientado y cuya intensidad siempre decae en los segundos cuarenta y cinco minutos. Pero le estaba faltando una cuota de precisión en los últimos metros, por eso ingresó Ortigoza en lugar del Colo Gil, aunque un mal reemplazó a otro mal. Y además demoró los siguientes cambios, ya que podría haber aprovechado el desequilibrio de Zabala y Ribas mucho antes, cuando la visita se caía a pedazos.

Mientras más se desesperaba por encontrar el gol, más crecían las posibilidades de sufrir un contragolpe. Y así fue, en una jugada aislada, que Leandro Fernández la mandó a guardar. Con empuje pero sin ideas buscó el empate sobre el cierre, pero otra vez la mala fortuna, el travesaño y los rebotes le dijeron que no. Central perdió tres puntos de oro en el Gigante de Arroyito y su futuro pende de un hilo. Será responsabilidad del entrenador cambiarle radicalmente la cara a este equipo antes de que sea demasiado tarde.