El estadounidense Chuck Blazer, ex secretario general de la Concacaf, fue el hombre clave, en su rol de arrepentido, que colaboró con la FBI en la investigación que desencadenó el escándalo en la FIFA.
Blazer también fue integrante del comité ejecutivo hasta mayo de 2013, cuando fue suspendido por 90 días por recibir una coima de más de 20 millones de dólares.

A partir de esto, desde noviembre de 2014, Blazer comenzó a trabajar de forma conjunta con el FBI, grabando en secreto conversaciones con los dirigentes implicados en los casos de corrupción, según consigna el diario español El Mundo.

Blazer, quien estuvo en Concacaf desde 1996 hasta 2013, también había anunciado su renuncia al cargo que tenía en FIFA en octubre de 2011 cuando denunció una supuesta compra de votos de uno de los acusados, Jack Warner, de Trinidad Tobago, y Mohamed Bin Hammam, de Qatar, en la última elección de FIFA.

El otro hombre clave en la investigación del ente estadounidense es Michael García, un ex fiscal que está casado con una agente del FBI. García también es ex presidente del Comité de Ética de FIFA.
A pedido de la FIFA, García realizó un informe sobre cómo se eligieron a Rusia y Qatar como anfritriones del los Mundiales de 2018 y 2022, respectivamente.

Ese documento cayó en manos del juez alemán Joachim Eckert, quien notó «infracciones concretas en casi todas las candidaturas».

Como consecuencia de ello, García le solicitó al presidente de FIFA, el suizo Joseph Blatter, que se conozca públicamente el documento pero como nunca ocurrió decidió renunciar al cargo en el Comité al que había llegado como miembro independiente.