Marcelo Bielsa desata pasiones allá donde va, pero los hinchas del Lille, su nueva casa, se dividen entre los que ya se dejan llevar por el entusiasmo y los que quieren ver primero cómo juega el equipo antes de encariñarse con el técnico argentino.

«Hay un promesa de juego brillante, que está lejos de la atmósfera aburrida de los últimos dos años. Pero Bielsa también es famoso por ser una persona de difícil trato. Algo me dice que la estructura del club no es lo suficientemente estable», explica el francés François Stock, presidente de la barra «Dogues du net» (Los dogos de la red).

Adulado en su Rosario natal donde el estadio del Newell’s lleva su nombre, y en Marsella, donde entrenó en la temporada 2014-15, El Loco siempre levanta admiración. Por el fútbol romántico y ofensivo que practica y por su peculiar carácter.

Pero en Lille, la «Bielsamanía» no se ha adueñado de la ciudad a escasos días de que empiece la Ligue 1, aunque algunos de sus síntomas ya se dejan notar.

El entrenador fue el más aplaudido cuando el equipo se bajó del autobús antes del primer amistoso de la temporada, en Touquet (municipio al norte de Francia).

En Courtrai, durante el segundo duelo amistoso del equipo, un centenar de seguidores coreó el nombre del técnico mientras el Lille goleaba a su rival 4-0. Tras el duelo, Bielsa -normalmente poco comunicativo- se acercó a hacerse fotos con los espectadores.

Además, el club percibe cómo aumenta el número de abonados para la siguiente campaña, tras cuatro años a la baja. Los 40.593 del ejercicio 2012-13 se quedaron en 29.487 en el curso 2016-17.

Situación que, desde la llegada del rosarino de 61 años, empieza a revertir. El Lille anunció hace dos semanas haber superado la barrera de los 20.000 abonados.