Por Fabrizio Turturici

Newell’s es una caldera. Pero no a punto de estallar, como vaticinan algunos. A esta altura, la situación aparece compleja, ya que el equipo del Parque perdió tres partidos de los cuatro que jugó, incluyendo el golpe del clásico en Arroyito.

Sin embargo, ante la salida del técnico y la posibilidad de resurgir de las cenizas, la Lepra goza de una vida más en este torneo. Nada está perdido. Los líderes de su zona son Atlético Tucumán y Lanús, dos clubes para nada imbatibles y que se encuentran a la corta distancia de seis unidades.

Newell’s debe aprovechar al máximo la llegada de Diego Osella, fructificando el envión anímico que brinda todo cambio de aire. Es un torneo corto y quedan nada más que doce fechas. Y, en caso de reponerse, reavivará el mote de candidato.

En el orden futbolístico, Osella  (que rescindirá contrato hoy con Olimpo de Bahía Blanca, mientras se aguarda su llegada a la ciudad, estimada para mañana), sí debe producirse una restauración más profunda.

El material está sobre la mesa: el plantel de Newell’s es competitivo. El desafío pasa por acomodarlo, darle forma y devolverle el color. Esto quiere decir: reubicar a cada jugador en su posición, armar un esquema táctico con una impronta de mayor dinamismo y dinamitar por completo la idea de juego que pregonaba Martino y que, aún hoy, sigue latiendo en las arterias rojinegras, cada vez con menos fuerza.

En consecuencia, Osella, al hacerse cargo de este plantel, deberá resucitar los ánimos en el club, y que él mismo también necesita, ya que perdió sus últimos seis partidos con Olimpo. Las posibilidades matemáticas sigue vigentes. El futuro de Newell’s en el campeonato, para volver a competir por el título, se deberá a la voluntad de unos y otros.