Con un recorrido que incluye un profundo trabajo de archivo periodístico y fotografías inéditas que dan cuenta no solamente de un personaje sino también de una época clave del país, el libro «Y un millón de manos que me aplauden» recupera con datos, anécdotas y testigos, los detalles y vicisitudes del regreso de Mercedes Sosa a la Argentina tras su exilio durante la dictadura, cuando ofreció una seguidilla de míticos recitales: «fue la primera vez que la gente se volvió a reunir en masa para ver a una artista», según el autor del libro Facundo Arroyo.

Hace 42 años Mercedes Sosa volvía del exilio para hacer lo que nunca antes se había hecho en la música popular argentina: cantar en trece recitales, con referentes del rock argentino como invitados, en medio de una dictadura militar.

Tres años y cuatro meses antes de eso, había dado el último recital previo a su exilio, en octubre de 1978, en el Almacén San José de La Plata. Esa noche brindó un espectáculo ante 300 personas, aunque muchas más la escucharon desde la vereda porque no pudieron entrar debido a la capacidad del lugar. Su público sabía que iba a tocar algunos temas prohibidos. Al sonar «Cuando tenga la tierra», un grupo de policías irrumpió en escena y se llevaron presos a Mercedes, a su hijo Fabián Matus y a gran parte del público, que luego fueron testigos clave para reponer estos hechos.

Con este dato como puntapié, el periodista y escritor Facundo Arroyo recorre en «Y un millón de manos que me aplauden», uno de los hechos históricos más importantes de la vida y obra de Mercedes Sosa, que es apenas abordado en otros textos como «La negra», de Rodolfo Braceli, y que forma parte fundamental del legado artístico de la cantante.

En el living de la casa de Arroyo hubo siempre una foto enmarcada en donde posan su mamá y Mercedes Sosa, abrazadas. La imagen fue tomada a la salida de un espectáculo en el Luna Park: junto a Celia, la tía de Facundo, esperaron a la cantante y se quedaron charlando un rato con ella. «La negra», en ese momento, aceptó la foto y les deseó una feliz navidad.

Esa imagen en el hogar familiar es la base de la educación sentimental del periodista, que se durmió varias noches en las sillas de La Salamanca, en el Cosquín, adonde sus padres lo llevaban cuando todavía era muy chico y por momentos se aburría. La música popular inyectada en las venas (y también en las costumbres).

Con un importante despliegue de imágenes, el libro repone fotos inéditas de la artista: tocando en el teatro Bobino, en Francia; viajando en auto desde Ezeiza a su departamento recién llegada del exilio e incluso tomas del ingreso al Teatro Ópera donde Sosa realizó las funciones. Todas ellas cedidas por Fabián Matus, el hijo de la cantora.