En general, las cucarachas tienen una de las peores reputaciones: para el común de la gente son insectos asquerosos, carroñeros, inmortales a la radiación y uno de los principales líderes en los rankings de fobias. Sin embargo, hay muchas realidades que derrumban todos los mitos generados en torno a estos miedos.

En el mundo hay casi 5.000 especies de cucarachas, y sólo 30 de ellas tienen tendencia a ser plagas, apenas el 0,6%, un número ínfimo.

Existen cuatro datos que fueron aportados por la BBC y que se proponen a cambiar la conciencia en cuanto a la imagen de estos seres vivos que… sí, en efecto, también podrían morir en un ataque radioactivo.

1- Las cucarachas no están sólo en la cocina, y algunas están muy lejos de ella

Entre todas las especies, las cucarachas viven en una gran variedad de hábitats. Según George Beccalono, experto en insectos ortóperos del Museo de Historia Natural de Londres, “a excepción de la Antártica, se han visto en todos los continentes, desde selvas tropicales a desiertos».

Principalmente se encuentran en los trópicos y en altitudes bajas, donde más especies se encuentran, pero también hay algunas que son resistentes a climas extremos como la Eupolyphaga everestiana, que precisamente vive en el Monte Everest, y en otros rincones de la Tierra que están a más de 5.000 metros de altura.

2- Son ecológicas, las hay de todo tipo, tamaño y… a ninguna le interesan los humanos

En cuanto al tamaño de estos insectos, existen algunas especies como la cucaracha cavadora gigante o cucaracha rinoceronte de Queensland, Australia que puede llegar a medir ocho centímetros y pesar 30 gramos, o la Megaloblatta blaberoides, que llega a medir hasta de sus 18 centímetros de largo: probablemente más que tu celular o tu mano.

Sin embargo, ninguna de las especies tienen algo con los humanos. Generalmente las cucarachas tienen un rol ecológico como el de sus parientes gigantes, alimentándose de materia orgánica en descomposición y por ende haciendo que haya nutrientes disponibles para otros organismos.

«Hay indicios de que la importancia ecológica (de las cucarachas) es enorme», dice Beccaloni.

3- Son ricas

A más de uno se le vendrá a la cabeza la imagen de Alejandro Wiebe, más conocido como Marley, comiéndose un plato de cucarachas. Y es que en realidad, para muchas especies (y para los humanos) son consideradas casi un manjar.

Esto se explica hasta evolutivamente, con el desarrollo de algunas especies que han evolucionado para evitar ser comidas, como la cucaracha banana o cubana (Panchlora), que optó por llevar un camuflaje simple (su verde color las ayuda a mezclarse con el follaje) o la Perisphaerus, que puede en enrollarse en una especie de pelota, un poco como un armadillo.

También existen las Prosoplecta, que te pueden engañar con un traje muy parecido al de las mariquitas. Y para lograr que las alas parezcan redondas, Beccaloni señala que doblan sus alas en las puntas, «de la misma forma que ocurre con los paraguas».

4- Se pueden reproducir sin machos

«Cuando hablamos de biología reproductiva, como grupo, las cucarachas, son uno de lo más -sino el más- variado de todos los insectos», cuenta el experto. Algunas especies de cucarachas parecen ser totalmente partogenéticas. Las hembras son capaces de hacer clones perfectos sin la necesidad de machos o copulación. Otras pueden cambiar de modo sexual a asexual, dependiendo de las condiciones en las que estén.

Sin embargo, la mayoría de las especies de cucarachas producen un saco de huevos, otras los ponen y se van, y algunas las llevan los huevos en su cuerpo hasta que dan a luz a los retoños.

Quizás las más interesantes sean las Diploptera punctata, que depositan los huevos directamente en sus bolsas de crías y las alimentan con una secreción como la leche.

«Es la proteína rica en energía más nutritiva que se haya descubierto», según Beccaloni, dando a luz crías bien desarrolladas. Situación similar a la de la placenta de un mamífero. En algunos casos, la hembra incluso cuida a sus crías tras nacer.