Miles de tortugas marinas desovaron en las costas de Nicaragua, en una de sus últimas llegadas de la temporada y bajo la atenta mirada del Ejército, que protege sus nidos de posibles depredadores.

Las tortugas paslama (Lepidochelys Olivacea) realizan llegadas masivas para desovar entre julio y enero en el refugio de vida silvestre de La Flor y Chacocente, en el Océano Pacífico, un lugar protegido donde se preserva esa especie en peligro de extinción debido al saqueo de sus huevos.

La playa La Flor, en San Juan del sur (Rivas), es un destino turístico en el sur del país propicio para el anide y desove de la tortuga paslama por su clima tropical y aguas cálidas, que favorecen su reproducción, según explicaron ambientalistas.

Esta especie, que adulta mide poco más de medio metro y pesa unos 38 kilos, puede depositar unos 90 huevos durante la madrugada hasta el amanecer, y el proceso de incubación oscila entre los 40 y 70 días.

Las autoridades de Recursos Naturales y Ambiente (Marena) estiman que por cada 100 tortugas que logran nacer 90 llegan al mar, y sólo tres logran llegar a la vida adulta.

Las autoridades ambientales nicaragüenses llevan adelante un plan de conservación de la tortuga marina, en conjunto con el Ejército, para evitar el saqueo sin control de sus huevos por parte de las comunidades vecinas.

La paslama se distingue por su color verde oliva y es una de las cinco especies que anidan en Nicaragua, además de la tortuga verde, carey, la cabezona y la gigante tora.