Disparos en su cuerpo y municiones alojadas en sus organismos generaron letales niveles de plomo en los 76 cóndores andinos que fueron rehabilitados por profesionales argentinos, descubrimiento que sorprendió a los investigadores que consideran imperioso regular el uso de municiones.

“Los resultados nos sorprenden y preocupan mucho. Los cóndores silvestres tenían hasta 20 veces más plomo en su sangre y 50 veces más en sus huesos que aquellos criados en cautiverio”, explicó Guillermo Wiemeyer, Veterinario jefe del ECOparque Interactivo BA (ex Zoo de Buenos Aires), uno de los responsables de la investigación.

Wiemeyer y sus colegas presentaron los resultados del análisis de 76 cóndores andinos -42 machos y 34 hembras- procedentes de 13 provincias y que, entre 2008 y 2014, fueron llevados a rehabilitar a Buenos Aires por haber sufrido disparos en el cuerpo o tener balas en el estómago por la ingestión accidental de carroña de un animal cazado, consignó la agencia CyTA.

El plomo elevado interfiere con el comportamiento y el éxito reproductivo de las aves y puede ser mortal a causa de las alteraciones digestivas y neurológicas que provoca, detalló el trabajo del equipo argentino, publicado en octubre último en la versión online de la revista “Environmental Pollution» que tendrá su edición impresa en enero próximo.

“Al menos uno de cada cuatro cóndores andinos analizados en nuestro país presenta disparos en el cuerpo o ha ingerido municiones de manera accidental”, lo que se traduce en niveles “muy preocupantes” y «potencialmente letales» de plomo en el cuerpo, reveló el estudio.

La percepción negativa que algunas personas tienen del cóndor está fundada en la creencia de que puede depredar sobre el ganado en pie, cuando en realidad es un carroñero que cumple la función de “basurero ecológico” limpiando los campos de animales muertos por enfermedades, envenenamientos o caza, resaltó la agencia de noticias del Instituto Leloir.

“Muchas veces se les dispara por aversión o incluso por diversión”, lamentó Wiemeyer, también integrante de la ONG Peregrine Fund, para quien es imperativo regular el uso de munición de plomo a nivel nacional y regional.

Del estudio también participaron Miguel Pérez, Guillermo Bravo y Vanesa Astore, del ECOparque Interactivo BA; Laura Torres Bianchini y Luciano Sampietro, de la misma institución y de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires; Norberto Luis Jácome, de la Fundación Bioandina Argentina, y Sergio Lambertucci, investigador del CONICET en la Universidad Nacional del Comahue.