Este 20 de mayo se celebró el Día Mundial de las Abejas. Durante siglos, las abejas, siempre tan atareadas, han beneficiado a las personas, las plantas y el planeta, destaca la organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura ( FAO).

Lamentablemente, sus poblaciones se están reduciendo en todo el mundo de manera alarmante: entre 50% y 80 %, informó un comunicado de la Dirección General de Comunicación Social de la UNAM.

«La polinización es un proceso fundamental para la supervivencia de los ecosistemas y para la producción y reproducción de muchos cultivos y plantas silvestres. Los polinizadores no solo contribuyen directamente a la seguridad alimentaria, sino que además son indispensables para conservar la biodiversidad, piedra angular en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Asimismo, sirven para alertarnos sobre los nuevos riesgos ambientales, indicando la salud de los ecosistemas locales», subraya el organismo internacional en una nota.

Ante la reducción de éste insecto, Rafael Ojeda Flores, académico de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM, comentó: «Estamos ante un problema de índole mundial, nos preocupa la forma como su población está decayendo. Las abejas son un indicador importante del estado de salud que guardan estos y otros polinizadores a nivel global».ç

¿Que tan grave es este problema?

De no atenderse este problemática se tendrán repercusiones importantes como problemas en la producción de vegetales y animales, hasta poner en riesgo la seguridad alimentaria y el estado de conservación de la biodiversidad.

Las abejas desempeñan un papel importante en la polinización de las plantas con flores, y son el principal tipo de polinizador en los ecosistemas que contienen plantas con flores. Las abejas, o bien se centran en la recolección de néctar o en la recolección de polen, en función de la demanda, sobre todo en las especies sociales.

Durante la recolección del néctar las abejas pueden lograr la polinización, pero las que están reuniendo deliberadamente polen son los polinizadores más eficientes. Se estima que un tercio de la alimentación humana depende de la polinización por insectos, la mayoría de los cuales se lleva a cabo por las abejas.

El glifosato, el agroquímico más usado en Argentina, mata la flora. Al mismo tiempo, los neonicotinoides, que se usan en el cultivo de maíz, intoxican a las abejas, provocándoles una pérdida en su orientación que impide que vuelvan a la colmena. Eso, multiplicado por miles de abejas, ha sido estudiado y tiene un nombre: colapso de colonias. Y una consecuencia: el vaciamiento de las colmenas.

El monocultivo también es parte del asunto: limita la biodiversidad y evita que las abejas silvestres consigan sitios para nidificar.

Por otro lado, el cambio climático “crea un desfase entre el período de floración de las plantas y el período de vuelo de las abejas. A esto se suma que algunas abejas están adaptadas a ambientes más fríos, y con el cambio de temperatura comienzan a competir con las otras por el alimento”.

Según el director del área de Producciones sostenibles del Ministerio de Agroindustria de la Nación, Nicolás Lucas, “el problema se debe, a escala global, a la falta de hábitat más que a la transgénesis o a los agroquímicos”.

Bayer y Syngenta son los laboratorios que producen algunos de los agentes en discusión. “El principio básico de la toxicología y de la evaluación de riesgos es que la dosis hace al veneno”, dijo el jefe de investigación sobre abejas de Bayer CropScience, David Fischer, en una entrevista. Según Jay Overmyer, un ejecutivo del área de Evaluación de Riesgos Ecológicos de Syngenta: “Hay muchos factores de estrés en las abejas y todos deben ser tomados en consideración”.