Hay que fijarse muy bien o tener un conocimiento gatuno bastante avanzado para no confundirlo con un mero minino un poco grandón y asilvestrado. Ciertamente, su tamaño es mayor de lo habitual, sus orejas también, su pelo es más denso, y los caninos están mucho más desarrollados que los de un gato doméstico. Indicios estos que han llevado a un grupo de investigadores franceses que han hallado a varios de estos animales en una remota zona montañosa de Córcega a anunciar que nos encontramos ante una posible nueva especie felina: el ghjattu-volpe, o el gato-zorro.

Benedetti y Carlu-Antone Cecchini, jefe de misión del gato silvestre de la ONCFS, han logrado hasta la fecha localizar a 16 “gato-zorros” en el valle de Asco, un territorio montañoso y muy escarpado en el norte de Córcega “lejos de la presencia humana” y donde “hay agua y una cobertura vegetal que los protege de su principal enemigo, el águila real”, explicaron a la Agencia France Presse.
“Es el ancestro del gato doméstico. Se parece a un gato”, detalló Benedetti en declaraciones a la emisora France Info. “Tiene un fenotipo bien particular y muy homogéneo. Su aspecto, su color, su peso determinan el fenotipo”, agregó el investigador, que lleva una década tras la pista del ghjattu-volpe.
Un nombre, el de gato-zorro, que esta especie hasta ahora desconocida se ha ganado por su longitud —90 centímetros de la cabeza a la cola— y por la forma de esta, similar a la de un zorro.

Pero más que un descubrimiento, precisan los investigadores, se trata de una “revelación”, porque en la mitología de los pastores de la región existía ya el relato de este primo hermano —o tatarabuelo— del gato doméstico.