Cada 25 de septiembre, se conmemora en Argentina el Día Nacional de la Ballena Franca Austral. Estos mamíferos marinos icónicos transitan, se alimentan, se reproducen y maternan en nuestro mar.

Esta efeméride celebra el rescate de la ballena Garra, la cual quedó enredada en las cadenas de fondeo de un barco en Puerto Pirámides en el año 2002. Garra intentaba liberarse desesperadamente pero sin éxito. Los especialistas de la zona decidieron llevarla hasta la playa para poder cortar la cadena y, de esa manera, lograron salvarle la vida. Este acontecimiento fue muy valioso, ya que evidenció la importancia de la conexión de un pueblo en armonía con la naturaleza. 

La Ballena Franca Austral es el mamífero de mayor tamaño que habita nuestro mar. Los primeros monitoreos empezaron a hacerse en la década del 1970 con lo cual no se sabe con exactitud su tiempo de vida. 

Algunos datos clave de esta especie: 

  • Es un cetáceo de la familia Balaenidae propia del Hemisferio Sur. Vive entre 50 y 100 años. 
  • Nacen con 3 a 5 metros, desde el hocico a la cola. Al llegar a la adultez, su peso alcanza aproximadamente las 40 toneladas.
  • Cada individuo es único, especial e irrepetible. Son identificados por las callosidades (piel engrosada) que cubren su cabeza y funcionan como huellas dactilares que identifican a cada animal durante toda la vida.
  • Se considera que los saltos y golpes en el agua que suelen dar con sus aletas y cola tendrían una función de comunicación o de juego. 
  • Las ballenas y otros grandes cetáceos cumplen un rol fundamental para los océanos,  ya que capturan el CO2 de la superficie y lo almacenan en las profundidades. Cada ballena  secuestra aproximadamente 33 toneladas de carbono para almacenarlas luego en el lecho marino.
  • Son verdaderas “ingenieras de ecosistemas”, ya que redistribuyen nutrientes a través del océano. A través de sus heces, fertilizan el océano. Esto tiene un efecto multiplicador en el fitoplancton, lo que impacta en un aumento de la productividad de las aguas, la fotosíntesis, y en definitiva, la generación de oxígeno.
  • Las costas argentinas son consideradas la zona de cría más importante del hemisferio sur. Es allí donde se acercan para amamantar y cuidar a sus crías en sus primeros meses de vida.  .El embarazo de esta especie dura 12 meses, y una vez que sus crías nacen, vuelven a las aguas tranquilas y someras de los golfos de la Patagonia Argentina.
  • La ballena franca es una especie solitaria. Sin embargo, el vínculo de las madres y su ballenato es el lazo familiar más fuerte que mantienen. La cría acompaña a su madre durante un año, de la cual aprende las rutas migratorias y las zonas de alimentación predilectas.
  • Aunque recorren miles de kilómetros, suelen volver año tras año al lugar donde se criaron, otro vestigio del fuerte lazo que mantienen las madres con su ballenato, a pesar que después de algunos años juntos, finalmente se separan y continúan sus vidas independientes. Esta sabiduría ancestral la heredan las distintas generaciones. 
  • Las hembras pueden copular con casi una docena de machos para asegurar la fertilización, sin que existan peleas entre los individuos. Trabajan en conjunto, para asegurarse que la ballena sea fertilizada con los genes del macho más fuerte y sano. El fin de este particular cortejo es la supervivencia de la especie.