Todas las semanas se emite por el canal de YouTube de Conclusión un ciclo que buscará acercar la realidad, para poder interpelarla profundamente. Es por ello que Catalejo, a lo largo de treinta minutos, abordará diversos temas ligados a la actualidad, cultura, salud, política, opinión e investigación, tratando de amplificar en todos los casos, un imprescindible debate.

En este capítulo, Gisela Gentile y Alejandro Maidana dialogaron con la abogada Marta Haubenreich sobre un caso judicial con ribetes escandalosos. La historia de Micaela y la lucha por recuperar a su hijo, viene escribiendo largos y espinosos capítulos. Esta joven, tuvo su bebé cuando tenía apenas 13 años, con el agravante que se enteró que estaba embaraza sobre el final de la gestación. Un contexto por demás de complejo que vincula este hecho con un abuso intrafamiliar. Desde aquel momento, fue víctima de distintas presiones para que diera en adopción a su hijo, pero como dato saliente, todo debía realizarse antes de nacer, la ilegalidad como estandarte máximo.

Cabe destacar que desde el primer minuto la adolescente se manifestó en contra de esta posibilidad, oponiéndose a entregar a su hijo en manos de quiénes hasta el día de hoy, son sus cuidadores. Las intervenciones de la Maternidad Martin, la Defensoría y la Justicia de Familia, fueron explícitamente contrarias a los derechos de la niña. Su caso y su reclamo llegaron incluso hasta la Comisión Interamericana de DDHH. El estado, nacional y provincial, admitieron su responsabilidad en este caso que tiene como fin último, la restitución del niño a su madre.

En el doloroso sendero transitado por Micaela, existió un punto de inflexión que originó que la impunidad no ganase más terreno, el trabajo y la inquietud de una profesional de la salud mental, que serviría de faro a la hora de abrirle paso al accionar de Carmen Maidagan, una abogada de probada experiencia e idoneidad. Allí, el derecho violentado brutalmente a la joven cobraría fuerza y se corporizaría con el patrocinio legal, a Micaela le habían sacado bajo presión y amenazas a su niño, y el camino de la tan ansiada restitución comenzaría a dar sus primeros pasos.

Una historia que podría encuadrar perfectamente en un claro tráfico de influencias y apropiación, un caso que atraviesa las fibras más sensibles del estado que de no ser por la valentía, ética y compromiso humano de un grupo de abogadas, el mismo seguiría durmiendo el sueño de los injustos. La historia de Micaela es solo una de las tantas que pululan a lo largo y ancho del país, una la lúgubre realidad que encuentra en la vulnerabilidad social, tierra fértil para que este tipo de sucesos macabros puedan continuar con su curso.