Thomsen rompió el silencio: «Jamás en la vida tuve intenciones de matar»
Por primera vez desde el hecho perpetrado, uno de los acusados relató cómo vivió los hechos. Previamente, se había largado a llorar mientras declaraba la mamá de Blas Cinalli y siguió quebrado cuando le tocó a la suya, Rosalía Zárate.
- Judiciales
- Ene 16, 2023
Máximo Thomsen, uno de los principales acusados por el asesinato de Fernando Báez Sosa, declaró ante el Tribunal que lo juzga junto al grupo de rugbiers por el crimen de Villa Gesell y de esta manera rompió el famoso pacto de silencio que había entre los acusados.
«Quiero pedir disculpas porque jamás en la vida tuve intenciones de matar a alguien. Jamás en la vida escuché muchas cosas sobre mí como desde hace varios días, años. Hablaban con tanto odio a mi persona que me hacía doler muchísimo porque yo jamás tuve esa intención. Quiero pedir disculpas, porque es algo que no hubiese buscado nunca. Me lastima saber que estuve en ese lugar, pero jamás tuve esa intención», comenzó la declaración el joven Thomsen.
Según explicó Thomsen, la pelea con Báez Sosa surgió de otra manera de la que relató el resto de los testigos: «Escucho que yo organicé y soy líder, me metía a pelear porque era una persona contra muchas. No vi si había uno o más amigos». Además, admitió que «tiró una o dos patadas» cuando se involucró en el conflicto.
De todas formas, aseguró que tomó conciencia de la muerte de Báez Sosa al día siguiente. Durante su declaración, el acusado relató con detalle cómo vivió cada momento de la noche del 18 de enero de 2020.
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Desde un comienzo, señaló que con su grupo empezaron a tomar alcohol desde temprano y remarcó que estaban muy ansiosos por ir al boliche, ya que no habían podido entrar la noche anterior: «Cuando se estaba haciendo de noche ya estábamos medio mamados. Seguíamos tomando y como a las 4 de la mañana decidimos ir para poder entrar al boliche, sabíamos que empezaba el artista y no lo podíamos perder».
Luego, contó que dentro del boliche «había tanto movimiento que se volcaba el vaso» y que en un momento él dijo: «basta de empujar», a lo que le respondieron «estamos todos en la misma no se puede mover».
Luego del cruce por los empujones que ya había relatado Julián Lucas García, uno de los amigos de Báez Sosa, Thomsen, y a diferencia del testigo anterior, aseguró: «Me chocan la espalda, me tiraron y, cuando me doy vuelta, era un amigo que tenía un chichón y le pregunté qué le pasaba y ahí lo agarraron de atrás del cogote»
Como uno de los puntos más fuertes de su defensa, el acusado apuntó contra el personal de seguridad del boliche: «Se me tira un seguridad arriba y se me empiezan a abalanzar, me empiezo a correr y pido que me digan por qué me sacaban. Sentí una presión muy fuerte y me asusté porque me estaba asfixiando».
Thomsen argumentó que su resistencia contra el personal de seguridad de Le Brique fue porque escuchó que dijeron: «Llévenlo a la cocina que lo cagamos a a palos». Después afirmó que se resistió y le pegaron dos piñas en la costilla.
Una vez fuera de Le Brique, el acusado seguía muy enojado: «Me quedé insultando al boliche, yo quería entrar de nuevo», y fue entonces que vio a sus amigos cruzando la calle.
«Veo que uno de mis amigos se metía en una ronda de gente desconocida, entonces salí corriendo atrás de él porque me di cuenta que se iban a pelear. Apenas me metí, me dieron una piña en la cara primero. Reaccioné tirando patadas no sé a quién, no sé a dónde, no sé cómo, tiré una o dos pero jamás en la vida con intención de matar a alguien», relató mientras lloraba.
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Continuó contando: «Pegué, me di vuelta y pensé que me iban a pegar pero era un amigo, miré para el costado y vi a los chicos yéndose y los seguí«.
Más adelante, señaló que, cuando se reunió con sus amigos, se dio cuenta de lo que había sucedido: «Cuando llegaron los demás empezaron a comentar de la pelea. A lo último llegó otro chico y dijo que terminó todo mal». «¿Cómo va a ser nuestra pelea? Si fueron segundos», respondió Thomsen cuando le avisaron sobre el mal final del cruce que había protagonizado.
Como ya se vio en las evidencias presentadas en las jornadas previas del juicio, luego de la pelea y de la muerte de Fernando Báez Sosa, el grupo de acusados fueron a un lugar de comida rápida: «Mi prioridad fue comer después del boliche, siempre fue así. Me fui con Lucas a comer al Mcdonalds, volví y me fui a dormir porque para mí había sido una pelea más. Un abrir y cerrar de ojos».
El acusado sostuvo que, cuando se despertó al día siguiente, se enteró que la policía estaba afuera de su casa: «Escuché que dijeron: ‘son ellos’, nos dicen que nos tiremos al piso y nos tiramos ahí», explicó.
Aseguró que recién al día siguiente tomó conciencia de lo que había sucedido: «Nos preguntaron por qué estábamos ahí, nos dijeron que habíamos matado a un pibe, y me acuerdo que me empezó a dar vueltas la cabeza, me puse a vomitar. Todavía no lo creía hasta el otro día, mi cabeza no lo podía procesar porque no lo entendía», concluyó al final de su declaración que duró cerca de una hora.