SáBADO, 30 DE NOV

La Trova Rosarina revivió su disco más eterno

A cuarenta años de “Tiempos Difíciles”, este movimiento artístico, cultural y social que le dio a la música popular argentina una herramienta mágica y maravillosa de memoria activa, brindó una serie de conciertos en el Anfiteatro del Parque Urquiza marcando un nuevo hito.

 

Por Javier Hernández

A cuarenta años de su trabajo más significativo, “Tiempos Difíciles”, Juan Carlos Baglietto, Rubén Goldin, Fabián Gallardo, Jorge Fandermole, Adrián Abonizio y Silvina Garré volvieron, este último fin de semana, a dar vida a esa enorme creación artística, cultural y social llamada La Trova Rosarina, en una serie de conciertos que tuvo su debut el viernes en un colmado Anfiteatro del Parque Urquiza y culminó anoche marcando un nuevo hito de este movimiento artístico aún vigente.

Una puesta en escena de nivel internacional fue el marco para un concierto de más de dos horas diagramado al detalle con una pulcritud que atravesó multiplicidad de climas y sonoridades. Con “Mirta, de regreso”, al igual que la placa de 1982, se inició esta historia, en la emotiva voz solista de Juan Carlos Baglietto. Y el bloque de apertura continuó con “Era en abril” y “Puñal tras puñal”.

Juan Carlos Baglietto

Tras su paso fue Jorge Fandermole quien tomó el protagonismo despertando la segunda gran ovación de la noche. Como una premonición, un llamado metafórico a aquel autor de cancioneros sensibles del Litoral, una Luna llena comenzó a emerger sobre la franja de islas, recostándose sobre las tranquilas aguas nocturnas del Paraná, acompañando al autor de “Canción de navegantes” a interpretar su “Río Marrón”, una que no estuvo incluida en aquel “Tiempos Difíciles” pero que sí formó parte de su álbum “Pájaros de fin de invierno” de 1983.

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Como grupo La Trova creó una lírica, inventó un estilo, forjó una poética propia y hace cuatro décadas, en el contexto social de la guerra de Malvinas, la dictadura cívico militar, el miedo y las tristezas colectivas de una ciudad y un país, inventó un disco eterno que le dio al cancionero popular argentino una herramienta mágica y maravillosa de memoria activa, una que traspasa a sus propios creadores y a varias generaciones que se dieron cita en estos conciertos que tendrán su reedición en varias ciudades argentinas.

Rubén Goldín

“Se cumplen también 40 años de una locura que se llamó la guerra para la recuperación de las Islas Malvinas. Yo prefiero no olvidar. Ustedes prefieran lo que quieran”, dijo con voz quebrada el propio Baglietto antes de interpretar “Dormite Patria”, una canción de Abonizio con el autor saliendo a escena junto a su par Fabián Gallardo, que marcó el primer gran momento emotivo de la noche. Las imágenes de la bandera argentina en la pantalla principal, del Monumento y de Rosario, hicieron que, por primera vez el público se pusiera de pie para acompañar. Cercanías sensibles que tomaron otras alturas y dimensiones en Rosario, ahí a la vera del Paraná, para imaginar (o recordar) esos colores, esos dolores.

Llegó la canción homónima de “Actuar para vivir”, segundo álbum de Juan Carlos Baglietto que saliera a la luz con apenas meses de diferencia de “Tiempos Dificiles” y con esa impronta comenzó a subir la temperatura del show en una noche fresca junto al Paraná. La participación del público, esa expresión fundamental que, según el propio Baglietto en un diálogo previo con este medio, definió como “el gran protagonista de todo el fenómeno”, se hizo escuchar. Ovacionó, se puso de pie, cantó las canciones, pidió más. Faltaba alguien para estar completa: “¿A ver si conoccen esta canción?”, arengó el autor de “Un loco en la calesita” para invitar a Rubén Goldín y, ya los seis, hacer el hit “Sueño De Valeriana”.

Baglietto, Silvina Garré y Rubén Goldín

El espectáculo estaría diagramado de tal manera que cada artista tendría su momento de lucimiento como solista acompañado, siempre, por una banda de gran performance que ya lo viene secundando hace años con prestigiosos instrumentistas como Julián Baglietto, Adrián Charras, Juancho Perone y Guido Martínez. Así llegaría el tiempo de Silvina Garré con “En Blanco y Negro” de su disco “Reinas de pueblo grande”, de Fabián Gallardo con “El Árbol”. Y un horizonte de grandes canciones como “Cuando” de Fandermole, “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, “Canto Versos” y otras.

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El repertorio continuó con las esperada “Historia de Mate Cosido” de Abonizio que supiera popularizar en su momento Juan Carlos Baglietto, “Tratando de crecer” y “El Témpano”. Ya con el público de pie y Baglietto arengando ese vínculo, con sus ademanes que son clásicos en la música popular argentina y vienen incorporados a su voz, llegaría el tiempo de “La vida es una moneda”.

Jorge Fandermole

Las ausencias también estuvieron muy presentes. La noche comenzaría a cerrar la exuberancia de clásicos con “Tema de Rosario” un himno a la ciudad compuesto por Lalo de los Santos, “un gran amigo y compositor rosarino, una persona que se fue hace algún tiempo y que de alguna u otra manera sigue acá con nosotros”, recordó Baglietto antes de uno de los espacios más emotivos de la velada. La foto en blanco y negro de De los Santos en el centro de la pantalla acompañando aquella interpretación luego se mimetizó con otra, de otro gran amigo de los artistas rosarinos como fue Gerardo Rozín quien murió hace pocos días. “Para nuestro amigo Gerardo, que le gustaba la música más que a nosotros, le vamos a dedicar lo que viene” dijo Abonizio antes de presentar “Las cosas tienen movimiento”.

Adrián Abonizio y Fabián Gallardo

La velada llevaba más de dos horas ininterrumpidas de canciones. Pero todavía quedaba tiempo y, sobre todo, ganas. Tras el rigor de la despedida y los aplausos, los seis volvieron a escena para, ya fuera de programa, cerrar el concierto del sábado con “Oración del Remanso” y, bien arriba, nuevamente, “Mirta, de regreso” pero ahora, todos juntos.

Pasaron varios años desde aquel 2018 en que el destino los volvió a encontrar inesperadamente sobre un mismo escenario, y desde entonces una serie de inolvidables conciertos que ya son míticos: en el Teatro Colón de Buenos Aires, el Festival de Folclore de Cosquín representando a la delegación de Santa Fe, y ahora sí, el Anfiteatro del Parque Urquiza que también quedará en la memoria de muchas y muchos. Es que estos músicos comparten dos cualidades básicas en todo proyecto históricos: la amistad y la mística. Cuando se juntan los caminos inauguran futuros, todo es posibilidad.

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