MIéRCOLES, 27 DE NOV

Conociendo «Desvío a la Raíz»: soberanía alimentaria y memoria

“Esto es lo que viene germinando en aquellos pueblos que hemos decidido ponerle un freno a esta lógica de producción que nos saquea la memoria y por ende la cultura”, contó Jeremías Chauque. Viaje adentro de un proyecto que plantea un modelo alternativo desde Desvío Arijón, a unos 140 kilómetros de Rosario.

 

Por Alejandro Maidana

A poco más de 140 km de la ciudad de Rosario se encuentra Desvío Arijón, un pequeño pueblo frutillero que busca discutir la profunda injerencia del modelo productivo imperante, aportando las llaves que pueden permitir abrir las puertas hacia un nuevo paradigma. Durante el camino que nos llevó hasta estos bonitos arrabales santafesinos, resultó imposible esquivarle a los desiertos verdes de soja o a los amarillentos del maíz, allí donde el monte y la biodiversidad pasaron a ser piezas de museo.

Si bien el panorama fue mutando en el ingreso a tierras arijonenses, fue de gran impactó poder contemplar cómo decenas de familias batallan -con la dignidad como estandarte- desde sus ranchadas, levantadas sobre los márgenes de las vías férreas. El “daño colateral” del modelo, los desplazados, los migrantes internos, hijas e hijos de una tierra concentrada y fumigada, cuerpos que resisten los embates de un sistema enemigo de los sueños y compinche de la desmemoria.

Pero no todo es gris, como la vida misma, cuando la caprichosa pintura que se levanta ostentosa frente a nuestros ojos parece consolidarse, emerge Desvío a la Raíz, desde la frondosidad de un monte resiliente, esta imprescindible trinchera sigue librando la más dura de las batallas. Tierra subversiva, en donde los saberes ancestrales se manifiestan sin pedirle permiso a nadie, mientras que los pájaros se regodean en un elixir de colores y olores.

Cuando hablamos de Agricultura Ancestral, la definimos social, cultural y políticamente, como la labor que llevan adelante agricultoras y agricultores de soberanía y memoria. Es el puente, la senda, el idioma que nos permite reencontrarnos  en la palabra de un abuelo que nuevamente va preparando la tierra, la semilla en cada historia que vuelve a contar.

La salud es lo último que te roba el agronegocio, porque antes te fumigó los saberes, te empobreció, desmontó el protagonismo que debe tener una familia campesina como guardianas de soberanía y memoria. Tienen claro que un pueblo con el cordón umbilical que te conecta al río, la tierra, la cultura, en definitiva, a tu historia, es altamente subversivo y por ende debe ser eliminado.

“Así nació en el 2007 «Desvío a la Raíz», un juego de palabras entre el nombre del pueblo y el profundo desafío de volver a tener una semilla en la mano, ser lo que fuimos”, sostuvo Jeremías Chauque, un hijo de la tierra, agricultor campesino, pero por sobre todas las cosas, alguien con la sabiduría necesaria para indicar el camino que pueda permitir el rebrotar de la conciencia de los pueblos fumigados en su memoria.

Jeremías Chauque (Agricultor Desvío a la Raíz)

Basta con solo ponerle el oído al incesante ulular del portentoso monte que abraza la vida en este mágico lugar, para que todos los sentidos se potencien de sobremanera. Un espacio en donde la agricultura ancestral rebrota como la memoria de los antiguos. “Agradecemos ese compromiso de visitar el territorio, una oportunidad inmejorable para llevar esta semilla a otros lugares como esas prácticas antiguas. Esto es lo que viene germinando en aquellos pueblos que hemos decidido ponerle un freno a esta lógica de producción que nos saquea la memoria, y por ende la cultura. El ecosistema de un campo va desde el monte hasta un abuelo, de una mujer dando a luz en la isla, hasta una familia pescadora o agricultora, o una abuela que cosecha medicina en el campo. Esto es Desvío a la Raíz, un camino de regreso a todo lo antes mencionado, un desvío de antiguas respuestas para tiempos nuevos”.

Jeremías no duda en calificar como subversiva la manifestación de los distintos elementos que componen el ecosistema del otro campo, del campo que alimenta, cobija y genera soberanía. “Este monte, esta canción de pájaros resultan subversivos, al igual que la producción de frutilla antigua que estamos llevando adelante, el cosechar tu propio alimento, organizarte, hablar de acceso a la tierra, las semillas, todo esto es empujado por la memoria y para el poder real claramente es subversivo. Por supuesto que son procesos largos, son desafíos muy grandes, pero acá hemos demostrado que la semilla es memoria y cultura. Cuando la mujer y el hombres se reconocen como parte de la tierra, se empieza a saber quién es el enemigo, quién es el responsable de la pobreza de nuestra gente, quién es el responsable de la enfermedad, de los problemas respiratorios, de los abortos espontáneos, de los agrotóxicos en la leche materna, acá hay responsables, y nosotros sabemos quiénes son”.

Amanda y Marilyn (MujeRaíz/Desvío a la Raíz)

Concebir la tierra desde la figura e impronta de la mujer rural, un rebrotar imprescindible en el proceso que lleva adelante Desvío a la Raíz. La mujer y la tierra, generadoras de vida en ese incesante germinar de nuevos paradigmas. “Resignificar la vida de la mujer rural, tiene que ver con aquello que sostenía Jeremías de avanzar retrocediendo, debemos pensar desde esa premisa histórica el rol de la mujer. Todo tiempo pasado fue mujer, si pensamos desde allí la construcción de la historia, podemos pensar un presente diferente para proyectar otras cosas. Cuando hablamos de territorios y de nuestros cuerpos, lo que ha sido una reivindicación tan importante del movimiento feminista, entendemos que también es importante pensar desde el territorio de nuestra tierra”.

Resignificar los términos, saber de qué hablamos cuando hablamos de ecofeminismos a la hora de vincular a la mujer con la lucha por un ambiente sano. “Hablar de mujer y de tierra es algo redundante, consideramos que al igual que la agroecología, son términos posmodernos que nos alejan. Necesitamos volver a lo que éramos, ya que la esencia está en estas huertas, en las compañeras poniendo las manos en la tierra acompañando los procesos. Le venimos ganando tierra a la vía, esa vía que al igual que la ruta transporta soja, esta es una forma de resistir que no la romantizamos, ya que representa una lucha cotidiana que pueda permitirnos comer y resistir a la lógica machista que nos destroza, por mujeres, por mujeres pobres, y aún más, por mujeres pobres y de campo”, indicó Amanda.

Marilyn junto a su familia discuten con el modelo imperante desde el mismo lugar en que este impone las reglas de juego, dejando atrás un campo frutillero amigo de la explotación humana y los venenos. “Nosotros tiempo atrás vivíamos y trabajábamos en un campo frutillero, prácticamente tirados a la buena de dios. Pasamos tres meses sin luz ni agua, podemos decir que el hambre fue lo que nos empujó a producir verduras, fue mi marido quién empezó a tirar semillas hasta que un día aparecieron Jeremías y Aluminé para acompañar este nuevo proceso. Desde ese momento nos sentimos apoyados, ya que ellos nos acercan semillas y consejos, no fue fácil salir del campo, ya que nuestro destino era la calle, y al instalarnos a la vera de la ruta, la realidad nos empujó a resistir con los intentos de desalojos. Por suerte hoy tenemos nuestra huerta y nuestro lugar, vamos a seguir luchando unidas”.

Kuaniep Elesken Chauque (Agricultor de Desvío a la Raíz)

Verduras y hortalizas que brotan desde la vera misma de la Ruta 11, pegadita a las vías y a los campos frutilleros, un punto neurálgico a la hora de hablar de estrategias y resistencias. “Esta lucha es cotidiana, por ello demostramos que existe otra respuesta, otro camino, otra manera de ver y construir soberanía alimentaria. Siempre pensando en que dejarle a nuestros hijos y nietos, a los que siguen, esta es una forma de entender que con un pedacito de tierra y un mensaje, se puede ver la vida de otra manera”.

Se trata de combatir contra la desmemoria, ya que cuando el campo de los olores, colores y sabores nos abraza y despierta todos nuestros sentidos, la ligazón con aquello que algún momento de nuestras vidas estuvo cerca, se manifiesta. “Basta con oler o probar alguna verduras de estas que nos rodean para sentir que estamos familiarizados con ellas. Por lo menos para los de mi generación, estos sabores eran normales, hasta que se fueron perdiendo. Siempre tratamos de oír a nuestros abuelos, a los antiguos, ya que son ellos quienes tienen el mensaje, para luego poder transmitir esos conocimientos a la tierra”.

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