Por Alejandro Maidana

Los monopolios, esos titiriteros que rigen los destinos de las mayorías manejándose con la más absoluta libertad y una falta de escrúpulos pavorosa, buscan seguir adelante en su basto derrotero de concentración de privilegios y esparcimiento de dolor. Las políticas neoliberales profundizadas de sobremanera en los 90, hizo mutar la matriz productiva expulsando hacia los márgenes a miles de pequeños y medianos productores.

Una política económica pensada en clave de importación y exportación de commodities, el valor agregado fue feneciendo, multiplicando la incertidumbre y la desaparición de aquellos que, de manera impertérrita, debieron migrar reconvirtiendo de manera obligada su vida. El desarraigo sigue siendo la única moneda de cambio que puede trocar el productor campesino, ya que a la agenda productiva la siguen manejando un puñado de facinerosos.

Al incesante avance de la frontera agrícola, se le suma la problemática que genera la obscena concentración de animales para su faena, allí el boom de los cerdos pone en carpeta la necesaria complejización de un debate que no puede caer en saco roto. Mientras que la producción industrial porcina no cesa en su escalada y continúa rompiendo récords, siete de cada diez pibes tienen complicaciones para acceder a un plato de comida y casi la mitad de los habitantes de este país, se ubica por debajo de la línea de pobreza. El análisis no reviste duda alguna, esta matriz productiva es inviable y generadora de hambre.

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En nuestro país el consumo de carne de cerdo se duplicó en los últimos 20 años, pasando de 7,8 kg a 15,6 kg per cápita al año. En la actualidad, el negocio de la faena de cerdos factura a razón de 1.000 millones de dólares al año, por ello el lobby que acarrean las factorías que buscan abastecer al mercado chino con alrededor de 900.000 toneladas, intentan imponerse por sobre el profundo impacto ambiental y la deshumanizante concentración de la producción.

Solo diez empresas, tan solo diez familias, concentran la mitad de la faena en nuestro país abrazando millones de cerdos. Podemos enumerar a las familias en cuestión que se verían beneficiadas aún más, de avanzar el proyecto de las megagranjas porcinas. Ellas son, la familia Chamorro (Alimentaria La Pompeya), Giacosa (Grupo Giacosa), Paladini (Grupo Paladini), Rama (Ceryvac), Losada (Frigorífico San Antonio de Areco), Barcas (LN Campo y Alimentos), Becco (Amancay), Folino (Allpork), Lagrutta (Rafaela Alimentos) y por último el Frigorífico Minguillón.

Las empresas antes mencionadas, concentran un número que se aproxima a los 3.500.000 de cabezas, un verdadero monopolio en la producción de cerdos. Sin políticas públicas para los sectores más golpeados, pequeños y medianos productores, la soberanía alimentaria de la cual mucho se habla, pero poco se impulsa, seguirá siendo la dulce utopía de quienes entienden que solo por ahí, se puede allanar el camino para consolidar un país más equitativo. “Se viene dando lo que venimos sosteniendo hace tiempo, en el campo, en general, en todas las actividades existe una hiper concentración. La misma comenzó particularmente en el tema agricultura (soja), en Argentina 2.400 tipos hacen el 70% de esta oleaginosa, cabe destacar que este fenómeno no se daba con la actividad porcina, ya que fue siempre por excelencia una actividad de las y los pequeños productores que diversificaban la producción. Para referenciar una década, hablamos de los 80”, indicó Pablo Paillole, director del distrito sexto de la Federación Agraria Argentina (FAA) y productor porcino en diálogo con Conclusión.

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Existen datos certeros que sostienen que el 2% de lo que no podemos llamar productores, pero si empresas, produce el 50% de los cerdos de Argentina

El neoliberalismo y una fórmula que no falla a la hora de concentrar la riqueza esparciendo dolor y hambre. El mercado convertido en una deidad que, a través de la hoja de ruta confeccionada por el FMI, explicita qué camino se debe tomar para mantener de rodillas a un pueblo. “Lamentablemente a partir de los 90 y con las distintas profundizaciones que ha evidenciado el modelo, se ha producido una inmensa concentración también en la producción porcina. Existen datos certeros que sostienen que el 2% de lo que no podemos llamar productores, pero si empresas, produce el 50% de los cerdos de Argentina.

Estos niveles de concentración traen aparejados hacia el interior del país la desaparición de productores, ambos modelos no pueden ir a la par, lo mismo pasa en los granos, al haber concentración, hay desaparición de pequeños y medianos productores

La ruralidad como la supimos conocer, ha desaparecido, ha mutado mostrando su peor rostro, un amplísimo desierto verde en donde la biodiversidad y las economías regionales que se manifestaban en los poblados, han muerto. “Estos niveles de concentración traen aparejados hacia el interior del país la desaparición de productores, ambos modelos no pueden ir a la par, lo mismo pasa en los granos, al haber concentración, hay desaparición de pequeños y medianos productores. Es preciso destacar que esto también pasa con la leche, los tambos desaparecen y la producción aumenta, la producción porcina crece a razón de 8 o 9 % anual, y la desaparición de los productores supera ese número con holgura”.

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Vos tenés pueblos donde la producción de cerdos bate récords, mientras que, en el mismo sitio conviven unos 70 u 80 pibes en promedio que deben recurrir a comedores municipales en plena pampa húmeda

Si bien hace muchos años que nos venimos preguntando lo mismo y encontrando la misma y espinosa respuesta, es menester seguir insistiendo ¿Cuáles son los impactos que genera el fenómeno de la concentración en lo que a ruralidad se refiere? “Primero empuja a que desaparezca esa burguesía agraria que le da vida a los pueblos. En la mayoría de las chacras que rodea a los pueblos, cuando hay actividad porcina, la cantidad de trabajo que genera es muy grande, no solo en la crianza de los cerdos, sino de manera indirecta. Cooperativas, fábrica de alimentos balanceados, herrería, albañilería, plomería, en definitiva, todo lo que moviliza la actividad porcina. Todo esto ha ido desapareciendo, vos tenés pueblos donde la producción de cerdos bate récords, mientras que, en el mismo sitio conviven unos 70 u 80 pibes en promedio que deben recurrir a comedores municipales en plena pampa húmeda. Estos son los impactos de la concentración que no podemos dejar de visibilizar”.

Las factorías chinas profundizarían aún más un modelo de hiperconcentración donde vamos a tener 3 o 4 empresarios que van a manejar la producción en el país

Un panorama tan concreto como desolador, que requiere de decisión política firme para ir definitivamente, por la segunda y sumamente necesaria independencia. “El actual modelo no genera desarrollo en el interior, empujando a que hoy la única fuente de trabajo en los pueblos sea la municipalidad o comuna, mientras que en el UATRE se encuentran desocupados. Por ello el tema de las granjas chinas tiene dos aspectos, primero sostener la lucha y resistencia ambiental que ha sido central en la estrategia del frenado de su ingreso, ya que el costo ambiental de ingresar estas factorías de mas de 12.500 madres sería enorme. Pero aparte de la cuestión ambiental, las factorías chinas profundizarían aún más un modelo de hiperconcentración donde vamos a tener 3 o 4 empresarios que van a manejar la producción en el país”, concluyó Paillole.