SáBADO, 30 DE NOV

El funeral más antiguo de África: hallan restos de un niño enterrado hace 78 mil años

Se trata de un niño sapiens de tres años, apodado Mtoto, que fue enterrado hace 78 mil años en lo que hoy es Kenia. Con este hallazgo, se confirma que las poblaciones de la Edad de Piedra Media comenzaban a tener ritos funerarios.

 

Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid situaron el enterramiento humano más antiguo de África, el de Mtoto, un niño sapiens que murió a los tres años en el territorio que hoy es Kenia, hace 78 mil años.

El enterramiento no solo es el más antiguo del que se tiene conocimiento, sino que además es la confirmación de que las poblaciones de la Edad de Piedra Media comenzaban a tener ritos funerarios e interactuaban con los muertos.

“Mtoto”, o niño en idioma suahili, fue enterrado en el yacimiento keniano de Panga ya Saidi, que ha resultado ser un enclave fundamental para estudiar el origen de nuestra especie y, sobre todo, de sus primeros comportamientos funerarios complejos.

“El niño, de unos 3 años, fue enterrado en una cavidad que había sido excavada específicamente para ello. Allí fue depositado en una posición intencionada y muy delicada, casi fetal, con la cabeza sobre un soporte, como si fuera una almohada. Su cuerpo fue envuelto en un tipo de sudario natural hecho con pieles de animales u hojas y, después, fue cubierto con tierra”, explicó a la agencia DPA la investigadora y directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh), María Martinón Torres.

“Mtoto es la prueba más antigua que tenemos de enterramiento o comportamiento funerario en África” y es interesante no solo como hallazgo científico, sino también porque “revela la complejidad de la mente humana, que es capaz de establecer vínculos complejos con la comunidad más allá del mundo físico e interactuar con los que han fallecido”, destacó la paleoantropóloga.

Hasta ahora, la única evidencia de un enterramiento de cronologías similares en África era el de Border Cave, en Sudáfrica, donde se encontraron los restos de otro niño enterrado hace 74.000 años, pero su escasa documentación siempre hizo que el hallazgo fuera controvertido.

Este hallazgo no solo supuso un antes y un después en las investigaciones, sino que también se ha convertido en protagonista de la portada de la prestigiosa revista Nature.

Un estudio en el que formaron parte la Universidad Complutense de Madrid y que coliderado por el equipo de Martinón Torres, del Instituto Max Planck para el Estudio de la Historia Humana (Alemania) y los Museos Nacionales de Kenia, y en el que colaboraron investigadores de una treintena de instituciones de todo el mundo.

Los primeros fragmentos de hueso del yacimiento keniano se encontraron en 2013 y unos años después se detectó una cavidad circular situada unos tres metros por debajo del nivel del suelo de la cueva, explicó Martinón Torres.

Dada la fragilidad de los huesos que contenía, la tierra se extrajo en bloque para estudiarla con distintas técnicas.

Esas técnicas permitieron averiguar que la tierra que se utilizó para rellenar la cavidad era distinta a la del resto del nivel en el que se la había encontrado -lo que significa que la extrajeron del suelo en otro lugar de la cueva-, y que ayudó a conservar el cuerpo articulado tal y como fue encontrado.

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