MIéRCOLES, 27 DE NOV

Mario Benedetti: cien años del nacimiento de un escritor que logró ser pueblo 

El 14 de septiembre de 1920 nacía en la localidad uruguaya de Paso de los Toros Mario Benedetti. A través de las palabras este escritor luchó por la reivindicación de los pueblos del sur y expresó ideas que, a cien años de su llegada al mundo, continúan teniendo un "lumbre inapagable".

 

Con el apellido de un escritor inglés y el nombre de uno de los personajes más célebres de la literatura universal, Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia estaría signado a ser escritor. Nació el 14 septiembre de 1920 en Paso de los Toros, Tacuarembó (Uruguay), en una próspera familia de inmigrantes italianos. Su abuelo, el ingeniero enólogo Brenno Benedetti, era de Foligno, Perugia. Su padre, Brenno Armando Benedetti (nacido en Canelones, Uruguay en 1897) era farmacéutico y enólogo. A los cuatro años el niño fue llevado a Montevideo, donde recibió una educación en la escuela alemana Deutsche Schule.

Sin embargo, tuvo otro nacimiento. El escritor montevideano Gerardo Ciancio, autor del libro sobre Benedetti «Soñar la palabra» (Seix Barral, 2012) explicó: «Un domingo de hace poco más de ochenta años, en un banco de la Plaza San Martín de Buenos Aires y leyendo un libro de poesía, nace el escritor Mario Benedetti. Y no me refiero al hombre cordial, de mirada repleta de asombro y parapetado detrás de un icónico bigote, no al Mario Benedetti que nació en una pequeña localidad ferroviaria ubicada en el centro de Uruguay. Hablo del escritor. Porque siendo un adolescente, Mario trabajaba en una empresa argentina y solía ir a descansar al recoleto rincón porteño».

Ciancio recuerda el homenaje en verso que le hizo a ese espacio de iniciación el agradecido escritor en su libro «Preguntas al azar» (1986): «Siempre acudo a vos en peregrinación / plaza san martín de los pastitos elegantes / y de las muchachas que aprenden a besar / con los ojos cerrados como en el cine».

El recorrido literario del autor de «Gracias por el fuego» lo resume Ciancio de la siguiente manera: «Publica en 1945 ‘La víspera indeleble’, su primer libro de poemas, y a partir de allí se irá transformando en uno de los escritores más prolíficos, polifacéticos (Benedetti publicó ensayo, narrativa, teatro, poesía, traducciones, artículos de prensa, textos de humor, textos de análisis cultural, etc.), más leído y editado de las ‘letras del continente mestizo'», analizó.

Benedetti comenzó su carrera literaria publicando poesía, pero pronto se dedicó al cuento y a la novela. En sus relatos describió paisajes y situaciones realistas y criticó la postura hipócrita de la clase media a la que junto a su familia pertenecía. En 1959 aparecieron las historias urbanas en la colección de cuentos «Montevideanos» (1959), un título que remite sin dudas a «Dublinenses» de James Joyce. Al igual que el autor irlandés, el escritor tenía una mirada sorprendida de la vida social de la ciudad y se convirtió en el narrador de la burguesía de la capital uruguaya.

Pero sus obras se convirtieron en éxitos de ventas en Uruguay, y para la década de 1960 su nombre se había extendido por toda América Latina. En 1960 la novela «La tregua» -que en 1974 fue llevada al cine por el realizador Sergio Renán- fue muy leída, al igual que su obra alegórica «El cumpleaños de Juan Ángel» publicada once años después, en 1971.

Con un registro y una temática distinta a las de los escritores del «boom de la novela latinoamericana» Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa o Julio Cortázar, Benedetti no perteneció a ese grupo.

«Benedetti es ‘el aguafiestas’ porque ha organizado su vida y su literatura al margen de modas y de imposturas, de disfraces y de concesiones», señala Mario Paoletti en la biografía del autor, publicada por Seix Barral en 1995.

En 1959 Benedetti fue a la ciudad de Nueva York con una beca y durante la década de 1960 se dedicó a conocer el mundo. A partir de finales de la década de 1960, pasó largos períodos en Cuba. Partidario de la Revolución Cubana y del gobierno de Fidel Castro, finalmente se instaló en ese país en 1976. Sus obras ya habían dado un giro más político, particularmente después del golpe militar de 1973 en Uruguay. En 1983 se mudó a Madrid.

De regreso a Uruguay en marzo de 1985 publicó «Despistes y franquezas» en 1989 y en 1992 «La borra del café».

Más allá de la imagen simplista con la que algunos críticos construyen al escritor uruguayo, Ciancio lo destaca como un «avezado e incansable lector (leyó en diversas lenguas), intelectual metódico y riguroso con cada uno de sus proyectos de escritura devenidos libros, explorador del lenguaje, observador de la realidad histórica con la que se comprometió indeclinablemente y de las manifestaciones culturales del mundo sin considerar rangos de periferia o centralidad«.

«Es cierto que escribió sobre Proust, pero también tradujo poetas africanos emergentes -define el crítico-. Es un autor que está allí, en su enorme corpus literario que conforma una entretenida biblioteca, para ser (re)leído saltándose los lugares comunes, los juicios previos y las cristalizadas miradas sobre recurrentes zonas de su obra».

Benedetti es un escritor que introdujo a la lectura a dos o tres generaciones de jóvenes, que hizo lectora a una parte de la sociedad que no consumía literatura y que perdura con algunas obras clásicas reconocidas hasta por sus detractores. Todo esto es mucho más de lo que puede esperar un jovencito sentado en un banco de plaza leyendo a Baldomero Fernández Moreno y soñando con garabatear sus primeros versos.

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