MIéRCOLES, 27 DE NOV

¿Avanza la destitución de Donald Trump?

Un análisis sorprendente del ex agente de contrainteligencia ruso Daniel Stulin sobre la compleja actualidad norteamericana.

por Daniel Estulin

Revolución de color. “Los estadounidenses piensan que las revoluciones de color sólo suceden en tierras lejanas habitadas por gente de piel oscura y mal olor corporal”, explica el ex-agente de contrainteligencia ruso Daniel Estulin, “pero dentro de poco se darán cuenta que esto no es verdad, pues actualmente ya está en marcha un golpe de estado desesperado por parte del Estado Profundo de los Estados Unidos para eliminar al presidente legítimo Donald Trump”. Según la cadena de eventos estimada por Estulin, la revolución de color y el golpe de Estado para tomar la Casa Blanca generará caos, violencia, más mentiras y muerte, dejando al país con dos presidentes cada uno de los cuales levantará la guardia nacional en aquellos estados donde sus propios gobernantes comenzarán una guerra civil en toda regla.

“Algunos dirán que este es un escenario demasiado conspiranoico y fatalista. Pero reconozcamos una cosa: ningún candidato demócrata cuenta con la capacidad de ganarle las elecciones a Trump. Y durante mucho tiempo la élite estadounidense del Estado Profundo vivió en paz y armonía porque ellos controlaban la dialéctica de su propio modelo económico planetario. Pero ya no es así. Durante mucho tiempo ellos creyeron que no podía haber un proceso público en su contra, y por lo tanto cometieron varios actos muy dudosos a lo largo y ancho del mundo. Y ahora están aterrorizados, pues les ha llegado el momento de rendir cuentas”.

Desde mi punto de vista, el circo del impeachment se fabricó para inculcar a la mayor cantidad posible de personas en los EE.UU. la idea de que Trump no es el presidente legítimo del país. Pues teóricamente si esta idea se populariza, permitirá lanzar una operación como la que se organizó contra Nicolás Maduro en Venezuela, contra Gadafi en Libia, o contra Assad en Siria.

El objetivo a corto plazo es arrinconar a Trump. Y hay muchas formas de hacerlo.

Los servicios de inteligencia estadounidenses tienen gran experiencia en derrocamiento de gobiernos legítimos a lo largo y ancho del mundo.

Una de las tácticas probadas y perfeccionadas consistiría en forzar a Trump a dispersar una manifestación “pacífica”, provocando una cantidad considerable de muertes para posteriormente difundir los resultados del proceso en todo el país y en todo el mundo.

Es decir que se llevaría a cabo un escenario de revolución de color dentro de los Estados Unidos, y, después de eso, un grupo liberal bajo el control de los banqueros transnacionales (la élite del proyecto global de occidental) intentaría sacar a Trump de la Casa Blanca.

Para ser exactos, los asesinatos de los manifestantes “pacíficos desarmados” serían perpetrados por los propios oponentes de Trump para después echarle la culpa a este.

Os recuerdo que la masacre de cientos de personas en Maidan, Kiev, Ucrania, en 2014, fue llevada a cabo por partidarios de Hillary Clinton y Barack Obama, y no por la gente del presidente legítimo Viktor Yanukovych.

Pero volviendo a los Estados Unidos, tras la hipotética masacre, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (la enemiga activa de Donald Trump), llamaría al vicepresidente Mike Pence y le pediría que tome el poder porque “con sus acciones el presidente Trump traicionó la confianza del pueblo estadounidense”, etcétera, etcétera.

Esta apelación se llevaría a cabo bajo la mirada atenta de las cámaras de televisión y micrófonos de radio del mundo entero.

En caso de que el vicepresidente Mike Pence se niegue o dude, Nancy Pelosi —como presidenta de la Cámara de Representantes— asumiría el poder “por el bien de la nación” en plena conformidad con la Constitución.

Mientras tanto, Donald Trump —cuya capacidad para influir en los medios de comunicación y sobre en todos los canales de televisión estadounidenses es de por sí significativamente limitada o nula— en teoría se vería aún más limitado y no podría objetar, pues los medios de comunicación de masas (controlados por el establishment) son sus enemigos a muerte. En otras palabras, será de hecho un golpe de estado.

¿Cómo sacarían a Trump de la Casa Blanca en tal situación y cómo limitarían su capacidad en los medios?

Los liberales financistas podrían, por ejemplo, organizar manifestaciones masivas con la participación de cientos de miles de personas, amparados sobre la base de la Segunda Enmienda a la Constitución que establece el derecho de las personas al levantamiento armado si el gobierno de los Estados Unidos viola gravemente los derechos de los estadounidenses y la Constitución, eliminando así a Trump al señalarlo como una persona que no cumple con los intereses de la gente y que ha usurpado el poder.

De forma idónea, los golpistas tendrían que reunir a un par de millones de personas en las plazas frente a la Casa Blanca. Pero yo creo que con un millón sería suficiente para comenzar su asalto.

Con este reparto, las opciones son que Trump entregue la Casa Blanca de inmediato, o que los patriotas lo protejan.

Como consecuencia, las pantallas de televisión del mundo entero transmitirían una montaña de cadáveres de los “defensores de la libertad y de la Constitución”. Pero incluso si los patriotas deciden no defender a la Casa Blanca para evitar la matanza, los mismísimos liberales financistas, harán todo necesario para proporcionar las cantidades requeridas de muertos, igual que en Kiev, Libia, Siria, Egipto, etcétera, etcétera.

Es decir que para cuando la multitud se reúna, Trump no debería estar ya en la Casa Blanca. Y si Trump no está, ¿qué podría evitar que Pelosi se entrara triunfante en la Casa Blanca?

Además, los servicios de inteligencia del ex-presidente Barack Obama seguramente ayudarían a Pelosi. Os recuerdo que después de ganar las elecciones Trump se negó a usar los guardaespaldas del servicio secreto de Obama hasta que tuvo la oportunidad de cambiar a la cuadrilla.

Los códigos de algunos sistemas nucleares están en manos de Trump. Pero Pelosi no necesita armas atómicas, ni tampoco controlar al ejército que
apoya a Trump. Ella solo necesita poder dar una conferencia de prensa en el salón oval de la Casa Blanca y prestar juramento presidencial.

Para esto último, Pelosi necesitaría al presidente de la Corte Suprema quien muy probablemente estaría a favor de Trump, dado que es conservador. Pero sabemos que puede morir repentinamente o que no sea encontrado en un momento determinado. En general hay muchas opciones de hacerlo desaparecer. Y si el juramento es aceptado públicamente, incluso varios estados extranjeros —muchos de las cuales odian a Trump— como Francia, España, y Alemania apoyarían al nuevo “presidente”, siguiendo el mismo patrón que llevaron a cabo en el caso del usurpador Juan Guaidó en Venezuela. De este modo, la escena se vería aún más convincente a ojos de los borregos de la masa sucia estadounidense.

¿Cómo se reuniría a la gente para llevar a cabo el golpe de Estado?

Esto también es muy simple. Lo harán en el momento adecuado. Por ejemplo, el 28 de noviembre (Día de Acción de Gracias) se reunirán manifestaciones gigantescas en ciudades liberales como San Francisco, Los Ángeles, Boston, Nueva York, Washington, etcétera. Y las “columnas populares” partirán en dirección de la Casa Blanca desde las ciudades que están lo suficientemente cerca de Washington.

Este modus operandi lo hemos visto en todas las revoluciones de color a lo largo y ancho del mundo.

¿Cómo levantarán los ánimos de los cientos de miles que lleguen a la Casa Blanca desde todos los rincones del país?

Existen diferentes técnicas que forman parte de la guerra híbrida 5.0. En cuanto a Trump, tendrá que hacer algo para impedirles pasar. Por lo que habrá excesos e incluso numerosas víctimas mortales que serán contados en cientos o miles y que se difundirán activamente mediante la desinformación masiva y los medios de comunicación que en su mayoría están en manos de los enemigos de Trump.

Además, donde haya víctimas, sin duda alguna se inventará que también había “agentes de Putin”, “agentes de Erdogan” o de quien sea.

Repito, esta tecnología ya ha sido probada en Hong Kong, en Kiev, en El Cairo, en Trípoli, en Caracas, etcétera, etcétera.

Es imposible detener a un millón de personas sin víctimas mortales, especialmente si hay personas adiestradas para causar daño. Y si Trump se encierra en la Casa Blanca quedará expuesto al asalto de la masa enfurecida de cientos de miles de clintonoides, quienes tal vez querrán hacerle lo que le hicieron a Gadafi en 2011.

Si Trump huye de la Casa Blanca, entonces sus contrincantes tendrán las manos desatadas en parte del escenario descrito anteriormente.

Vale la pena señalar que es muy probable que Trump no tenga tiempo para organizar una contramanifestación. Sus partidarios aún no creen que sus oponentes liberales están listos para sacrificar y destruir el país.

Pero lo están, pues su tarea principal es encontrar algún rincón en la Tierra donde se les garantice seguridad después de la quiebra de los mercados mundiales.

Y con Trump al mando, los Estados Unidos no es un buen lugar para esconderse después de la quiebra de los mercados mundiales, la Rusia de Putin menos, y China ni hablar. Así que solo les queda la Unión Europea. Pero sólo con la condición de que la infraestructura de la OTAN pase bajo el control de Bruselas y que Trump o su tutor no dicten sus términos.

¿Qué tienen que hacer los liberales para conseguirlo?

Lo correcto para ellos sería hacerse con el poder en Washington o incluso eliminar a los Estados Unidos como factor, e incluso como país. Y si ocurre el escenario y descrito anteriormente, o algo similar, entonces en los Estados Unidos habrá dos presidentes cada uno de los cuales se levantará la guardia nacional en aquellos estados donde sus propios gobernantes comenzarán una guerra civil en toda regla.

El Estado Profundo luchará hasta el final, pues está aterrorizado y le ha llegado el momento de pagar

Algunos dirán que este es un escenario demasiado conspiranoico y fatalista. Pero reconozcamos una cosa: ningún candidato demócrata cuenta con la capacidad de ganarle las elecciones a Trump. Y durante demasiado tiempo la élite estadounidense del Estado Profundo vivió en paz y armonía porque ellos controlaban la dialéctica de su propio modelo económico planetario. Pero ya no es así.

Durante demasiado tiempo ellos creyeron que no podía haber un proceso público en su contra, y por lo tanto cometieron varios actos muy dudosos a lo largo y ancho del mundo. Y ahora llega el momento de pagar y están aterrorizados de muchas cosas.

Ha llegado el momento de rendir cuentas y el Estado Profundo está aterrorizado de muchas cosas

¿Qué cosas? Bueno, imaginemos que los materiales del pedófilo Jeffrey Epstein están en manos de Trump, o algunos otros materiales singulares como por ejemplo la verdad sobre el 11 de septiembre de 2o01, el asesinato de John F. Kennedy, los 21 mil millones robados por el Estado Profundo y usados en operaciones negras.

Verse en una situación que desate un enfrentamiento público en su contra es inaceptable para estas personas. Simplemente no pueden esperar más pues los riesgos en su contra se han vuelto demasiado grandes.

Lo más probable es que decidan hacer algo ahora para tumbar a Trump, que es la cara visible del poder alternativo no sistémico, o dejar arrastrarse lentamente hacia el cementerio. No tienen otra opción.

Y el escenario descrito, por cierto, es bastante seguro para los organizadores. El odio visceral que siente la gente contra Trump, producto de campañas incesantes en los medios de masas desde 2015, les hará ir a Washington, a la Casa Blanca. Trump se irá y/o se verá obligado a declarar —o no— un estado de emergencia (ambas opciones tienen sus ventajas), mientras que los demócratas y los republicanos —dado que forman parte de la misma conspiración anti-trump— insistirán en que tienen derecho a actuar de ese modo para “salvaguardar el país” y vender la Constitución.

Históricamente ya hemos visto algo así, con el Terror Jacobino y la Revolución Francesa, teledirigida desde Londres por el imperio británico.

Por supuesto, si Trump gana las elecciones, los liberales pagarán caro su traición a la república.

Para terminar, insistir en un escenario escalofriante al mismo tiempo evitando diseños absolutamente increíbles como el robo de armas nucleares o su uso en las ciudades americanas por la misma “resistencia”, propongo discutirlo y analizarlo ya que es posible que nos hayamos acercado hasta el desarrollo de la situación en la que tales escenarios por ahora se vuelven realistas.

 

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