SáBADO, 30 DE NOV

Con un llamado a la «paranoia sana» y una «excursión de pesca» de redes wifi, comienza la Ekoparty

Con una "excursión de pesca" de redes de wifi por las calles porteñas, un llamado a desarrollar una "paranoia sana" y una batería de actividades para todo público comienza hoy en la ciudad de Buenos Aires la Ekoparty, la principal conferencia de seguridad informática de la región, que celebra su décimo quinta edición en un mundo transformado por la tecnología en el que la ciberseguridad es un asunto masivo.

Una de las actividades más llamativas del encuentro -que entre miércoles y viernes convoca tanto a expertos como a curiosos en la Ciudad Cultural Konex- será el «wardriving», un taller sobre cómo atacar y defender redes de wifi, que incluye «un pequeño recorrido turísitico por la Ciudad de Buenos Aires en un ‘barco de la alegría’ donde se pescarán redes wifi».

«Pescar redes wifi básicamente es entender y hacer un censo de la cantidad de dispositivos que tienen wifi en una zona particular de Buenos Aires, algo que venimos haciendo los últimos 10 años para entender la evolución de la seguridad», explicó a Télam Federico Kirschbaum, cofundador de la Ekoparty.

Ese taller es solo uno entre muchos, en un encuentro que tendrá como eje «una cantidad de actividades y eventos paralelos y comunidades que han crecido alrededor de Ekoparty» en los últimos años, en donde «gente de todas las edades y todos los backgrounds van a poder venir y vivir una Eko diferente», señaló.

En un mundo en el que Internet se instaló definitivamente como un espacio cotidiano «hablar de seguridad sin hablar de tecnología es muy difícil», enmarcó Kirschbaum, y puso como ejemplo lo que sucede con la app más común del mundo.

«La idea de que hoy estemos usando un sistema de mensajería encriptada punta a punta y que podamos hacer uso de esa tecnología con nuestros padres y nuestros abuelos, y que sea WhatsApp, creo que ha sido un salto abismal respecto de hace 15 años», analizó.

Para este especialista «la masificación y la democratización del acceso a la información» sobre todo a partir del uso de los celulares, «le dio la posibilidad a que la seguridad sea parte del día a día de una aplicación y no algo relegado, por ejemplo, al uso de una aplicación bancaria».

Así, el encuentro que comienza hoy se da en un contexto en el que «la seguridad informática es mucho más fácil de explicar que hace 15 años», pese a que «todavía queda mucho trabajo para seguir concientizando y entender cómo la tecnología nos afecta en nuestro día a día».

Para Sheila Berta, hacker argentina que brindará una conferencia sobre backdoors (o puertas traseras), hoy en día es necesario vivir con una «paranoia sana» y ser consciente de que todos son víctimas potenciales de ataques.

«Muchas veces la gente dice: ‘¿a quién le interesa hackearme a mí?’ o ‘¿a quién le van a interesar mis datos?’ o ‘no tengo nada interesante en mi computadora ni en mi teléfono’. Pero la realidad es que hay muchos ataques que no son dirigidos, que son masivos y que afectan a muchas personas», ejemplificó en diálogo con Télam.

«Sucede cuando un atacante apunta a infectar muchísimos dispositivos sin tener un ‘target’ específico a quien hackear, sino que quiere recopilar datos de mucha gente. Datos de cualquier tipo: tarjetas de crédito, información personal, accesos a correos o a redes sociales. Esa información quizás la venda y cuanto más data recoplie, más beneficios va a tener», afirmó.

A este tipo de atacante «no le interesa demasiado quién es la persona afectada sino juntar la mayor cantidad de información posible», algo que hace que «todos podamos ser víctimas».

Por eso, para Berta es importante «no andar confiados» y aplicar esta idea de la «paranoia sana, que tiene que ver con el sentido común: no instalar cualquier cosa, o si instalamos por ejemplo un juego, fijarnos los permisos que pide. Si nos pide acceder a la cámara y en realidad no necesita usarla, hay que sospechar de que por ahí el juego es una máscara de algún tipo de malware».

En definitiva, se trata de un «trabajo de dos partes», que por un lado implica a «los proveedores y los fabricantes de tecnología, quienes se deberían encargar en cierto aspecto que sus aplicaciones protejan al usuario y su privacidad como parte casi esencial», señaló Kirschbaum.

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