MIéRCOLES, 27 DE NOV

Historias contadas en voz baja: Javier Ruíz Díaz, referente de Rancho Aparte

La pibada de los barrios populares busca trascender la frontera de los prejuicios de manera constante. Un mundo en donde la falta de oportunidades acorrala a los más vulnerables. “Buscamos apasionar a los pibes para que puedan encontrar su horizonte”, le dijo a Conclusión Javier Ruíz Díaz.

Por Alejandro Maidana

Ahí están, moviéndose como pueden, sobreviviendo a regañadientes, tratando de encontrar esa esencia profanada por un sistema que los aborrece. Las barriadas y sus pibes, los invisibles para el Estado benefactor, pero visibles para avanzar desde lo punitivo y estigmatizador.

El camino de los sin voz, de ese número que molesta, de aquellos que se mueven sobre los márgenes de una hoja de ruta que se resigna a incluirlos. “Ningún pibe nace chorro” reza un lema que deja más que claro que detrás de cada gorra hay un pibe con su historia.

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Es por ello que el trabajo consciente que se levanta cuan barricada en los lugares más álgidos de la ciudad, hace las veces de ariete para poder romper las puertas del olvido y la exclusión. La historia de Rancho Aparte no es una más, la misma tiene su anclaje en la horizontalidad y en el trabajo territorial conservando la esencia cultural de Tablada, 7 años de amor y compromiso, 7 años de sueños y proyectos que se amplían.

 

Javier “Coco” Ruíz Díaz, viene caminando las calles de la zona sur de Rosario desde el día que pudo dar sus primeros pasos. Aquel pibe que tuvo que pechear al hambre, esquivar las balas y aprender a convivir con el nauseabundo hedor de las zanjas, hoy es un hombre entregado en cuerpo y alma a la causa de un Rancho que le abre sus puertas a todos aquellos que estén dispuestos a romper con el paradigma que los asfixia.

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“Esto arrancó a fines del 2012 con un arco de fútbol que pude soldar con mis propias manos, y una pelota. Hemos construido este camino sin el padrinazgo de nadie, demostramos que se puede trabajar desde abajo sin pertenecer a nadie”, comenta Ruíz Díaz.

Con la certeza de que los seres humanos no se liberan solos, sino que lo hacen en comunidad, aquellos que colaboran en Rancho Aparte no dudan en afirmar que lo colectivo es premisa fundamental. “La gente está tan cerca pero a la vez tan alejada, que hoy vivís en un departamento y no sabes quién es el que habita al lado. Tenemos que terminar con la idea de que gracias a que perteneces a algo, podes ser, nosotros creemos en la idea de que se puede ser con todos, y pertenecer a todos. Si esto se consolida, no hay nadie que lo pueda parar, si lo malo funciona, porque lo bueno se tiene que detener”, enfatizó.

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Cuando ponerle el cuerpo al proyecto, deja al desnudo lo que puede exteriorizar la verba, “se habla mucho pero se hace muy poco, el individualismo nos está condenando. Hoy la gente cree ser lo que muestran las redes sociales, lo que puede mostrar hacia afuera descartando su esencia, esa que puede cambiar el rumbo de las cosas. El problema claramente está en los grandes, no en los chicos, desde nuestro humilde lugar peleamos para que sean ellos los hacedores de su futuro”, concluyó el militante.

Rancho Aparte activa distintos talleres, entre ellos el de alfabetización para adultos, carpintería, candombe, apoyo escolar, cine y música. Un espacio de contención y abrigo para los más vulnerables, un rancho en donde el calor de un abrazo, sirve como brasero ante la frialdad de una sociedad que le rinde culto a su ombligo.

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