SáBADO, 30 DE NOV

El primer obispo “villero” realizó un bautismo navideño para familias de un comedor comunitario

Carrara, párroco de la Villa 1-11-14 del Bajo Flores y designado por el papa Francisco como obispo auxiliar de Buenos Aires, arribó a la sede de la organización que encabeza el ex legislador porteño Gustavo Vera, y llevó a cabo la ceremonia.  

El primer obispo «villero» de la Argentina, monseñor Gustavo Carrara, bautizó en las últimas horas a familias del comedor comunitario de la Fundación La Alameda, en el barrio porteño de Parque Avellaneda.

Carrara, párroco de la Villa 1-11-14 del Bajo Flores y designado por el papa Francisco como obispo auxiliar de Buenos Aires, arribó a la sede de la organización que encabeza el ex legislador porteño Gustavo Vera, y llevó a cabo la ceremonia.

Al empezar el bautismo, el religioso agradeció a Vera «por compartir esta fiesta» y sostuvo que «Jesús dijo vayan por todo el mundo, anuncien la alegría del evangelio y bauticen en el nombre del padre, del hijo y espíritu santo que estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo».

«El bautismo es una fiesta porque es la bendición de Dios sobre cada uno de nosotros, el bautismo es unión y nos confirma en la dignidad que cada uno tenemos. Los problemas de nuestro mundo empiezan cuando uno cree que puede vulnerar al otro, por eso el bautismo nos confirma que somos todos iguales antes los ojos de Dios, y amados por Dios, a través de Jesús viene en Navidad a confirmar su amor por nosotros y da su vida en la cruz», indicó Carrara.

Luego pidió bendecir el agua: «Sin agua no hay vida por eso es fundamental, y es el símbolo de su gracia, sencilla y fundamental».

Primero fue el turno de un bebé, cuyos padres no pueden pagar el aumento de la pensión donde vivían y están en casa de unos familiares, aunque podrían quedar en la calle.

Luego una mamá del comedor bautizó a sus tres hijos y posteriormente una adolescente de 15 años, quien arribó al comedor luego de que su padre, de profesión colectivero, quedara sin trabajo.

La última de las bautizadas fue la más grande de edad y la única de nacionalidad boliviana, Hortensia, de 33 años y tres hijos.

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