MARTES, 26 DE NOV

Poliamor: cuando el amor se comparte entre mucho más que dos

El mismo consiste en amar a muchas personas a la vez. Es lograr un consenso con el otro, para que este pueda disfrutar de relaciones externas puramente sexuales, casuales o más profundas según cada caso.

Por Alejandro Maidana

Vivimos en una sociedad monogámica que condena fuertemente la infidelidad o la traición amorosa en un matrimonio. La concepción del amor como propiedad privada, o cerrojo a libertades individuales, ha sido desde siempre aceptado como mandamiento divino.

Pero ¿Se puede restringir al amor? ¿El poliamor es lo mismo que poligamia? ¿Los swingers están relacionados con esto?

Preguntas que sin lugar a dudas colaboran a la hora de generar confusión, pero que en muchos de los casos allanan el camino para el entendimiento de este movimiento. La palabra “poliamor” tiene un origen latín que significa literalmente “muchos amores”. Esta palabra se consolidó en los 90, cuando el poliamor empezó a desarrollarse como un movimiento social a nivel global. También se lo puede conocer como poliamoría. Las personas que lo practican son poliamorosas, poliamóricas, poliamoristas o simplemente poli.

Para una sociedad que todavía tiene íntima ligación con el conservadurismo, es sin dudas un golpe a la moral de los “no aggiornados”.  El amar a una persona incluye la aceptación de que esta quiera ampliar su vida amorosa y sentimental.

¿Estamos preparados para el poliamor?  ¿Qué condiciones debemos reunir para disfrutar de esta nueva  filosofía de vida?

Para conocer más detalles, Conclusión dialogó con el psicólogo Juan Bastianelli que consultado sobre este movimiento dijo: “Tanto la monogamia, como la heterosexualidad y la sexualidad solo para la procreación, son mitos instalados por diversas religiones hace siglos. Esto lo marcaba muy acertadamente Focault, cuando hablaba de controlar lo sexual para reemplazarlo con la fe, pero meterse en esto nos invitaría a analizar la fidelidad y la infidelidad. Si pretendemos analizar la sexualidad bajo los parámetros de los valores morales, estaríamos equivocando el camino.”

El poliamor en su camino libre y fresco, busca derribar diferentes mitos que se fueron consolidando generación tras generación. La monogamia como tal es una construcción que sólo puede provenir de la moral religiosa, por ende puede ser interpelada. “En los ’60 se realizaron diferentes actividades para analizar si es la monogamia algo natural en las relaciones humanas. Después de estudiar más de 200 mil casos de parejas estables, descubre que en el primer año de convivencia, el 50% ya había tenido una relación extramarital. Pero eso no es todo, al cabo de los primeros 4 años, este porcentaje alcanzaba el 80%, es decir que de cada 10 parejas, 8 ya habían tenido una experiencia de ese tipo. Sin dudas un gran descubrimiento”, sostuvo.

Dicha investigación atravesó diferentes capas sociales, profesiones y sexos, y la misma registró similitudes en todos los casos ¿Pero podremos aceptar al poliamor como una salida consensuada por  ambas partes?

El amor y la sexualidad son dos conceptos que van por separado. Amar profundamente a una persona, no te va a asegurar tener buenos orgasmos con la misma. Por otra parte tener buenos orgasmos con una persona, no te asegura quererla, es más, quizás ni te la bancas, pero desde lo sexual conectas”, expresaba Bastianelli.

El amor apasionado es una posibilidad concreta, pero encontrar una aguja en un pajar no es una tarea fácil, pero si una verdadera quijotada. “Encontrar una pareja con la cual fluir en conjunto es sublime, amar profundamente y disfrutar del sexo activamente no es algo muy usual. Alfred Kinsey, un verdadero fenómeno de la psicología, llegó a la conclusión que para poder llegar a la pareja ideal que reúna amor y pasión, se debería pasar por 30 relaciones previas”, añadió.

Encontrar nuestra alma gemela para no “necesitar” de otra que venga a suplirla, es posible, pero allí estaríamos referenciando a dos extremos. Nuestra sociedad transita tiempos de relaciones superficiales, y adaptarse a las misma parecería una condición sine qua non. “Toda estructura impuesta está para ser modificada, pero es aquí en donde lo sexual vuelve a encabezar el debate. La sexualidad en el hombre es disociada casi por naturaleza, basta con ver la amplitud con la que cuentan las páginas pornográficas consumidas por los mismos. A diferencia con la mujer, que presenta una sexualidad holística. Esto quiere decir que el mayor disfrute sexual pasa por otras cuestiones, por ejemplo, si el hombre es buen compañero, si sabe hablar bien, no le miente, entre otras muchas cosas” enfatizaba.

En nuestra sociedad la mayor parte de la gente considera la monogamia como la única opción viable y para muchos es incluso la única opción ética, sobre todo cuando hablamos de familias con niños. El movimiento poliamor se encuentra en una fase comparable al movimiento gay hace varias décadas, luchando por ser más visible en la sociedad, por ser aceptado como una opción legítima y por tener los mismos derechos que las parejas monógamas.

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