MARTES, 26 DE NOV

Luces y sombras de las Coreas, dos países tan diferentes que se complementan

Dos periodistas argentinos escribieron un libro en el cual reflejan desde sus perspectivas la forma en que conviven Corea del Norte y Corea del Sur, dos países que se desarrollan con ideologías extremadamente opuestas pero aún así sin conflicto.

La dominación tradicional frente a un autocontrol mortal; una muralla digital versus una masa de información cegadora; y un neoliberalismo radical contrapuesto al comunismo monárquico son rasgos extremos de dos países que viven en tensa calma: la socialista Corea del Norte y la capitalista Corea del Sur.

«Hay dos dinastías, Kim Jong-un en el Norte y Lee Kun-hee, el dueño de Samsung, en el Sur», resumió Julián Varsavsky, periodista y analista argentino, que junto a su colega, Daniel Wizemberg, se sumergieron en este universo para escribir el libro «Dos caras de una misma Corea», que salió en España y se consigue en Amazon.

En una entrevista con Télam, ambos autores, -Varsavsky fue al Sur y Wizemberg al Norte dijeron que en esta península conviven dos ideologías enfrentadas desde la Guerra Fría. Sin el muro de Berlín, las diferencias se profundizaron y el equilibro en el paralelo 38 es delicado.

«De tan opuestos terminan siendo complementarios. Habitualmente se pone a Corea del Norte como el malo y al Sur como el bueno, pero los dos son malos», contó Wizemberg, que viajó a Pyongyang en un tour desde China, y narró de primera mano la vida en tierra de Kim, un misterio para muchos.

Mochila en mano y sin celular, Wizemberg es uno de los pocos argentinos que recorrió la capital norcoreana aunque su pasaporte -como el de todos los extranjeros que pisan ese país- nunca fue sellado; a la vuelta se cruzó con Varsavsky, que había estado un mes en el Sur, y decidieron aunar miradas.

«Si Corea del Sur es un futuro posible para Occidente, Corea del Norte es un emblema del pasado estalinista, un país cercado digitalmente, sin acceso a Internet y con una Intranet con contenidos oficiales. Tampoco circulan diarios, la gente los lee en vitrinas en el subte y en almacenes de racionalización», dijo.

La sensación es que «no hay merodeo, todos están yendo a algún lado. Hay un sistema de espionaje popularizado, podés delatar para ganar puntos y ser más leal. El espionaje interno está democratizado».

Una de las preguntas recae sobre la contradicción entre marxismo y monarquía. El actual líder es hijo de Kim Jong-il, el anterior presidente, y nieto de Kim Il-Sung, el político comunista que liberó al Norte del yugo japonés, creó la ideología Juche y fue líder supremo de la República Popular Democrática de Corea desde 1948 hasta 1994.

«Con Kim I y Kim II hay una relación de veneración que desplazó a las religiones y al marxismo. Ellos leen la filosofía Juche. Todo está condensado en el liderazgo de Kim, que tiene el respaldo y la legitimación de sus antecesores. La base del sistema es el culto al líder», analizó Wizemberg.

En el Norte, las clases sociales se dividen en «leales, moderados -la mayoría- y traidores, que uno no los ve. Todos tienen asegurada vivienda, salud y alimentación básica, pero se escala según la clase a la que pertenecen».

Hay un economía informal Corea del Norte es el mejor falsificador de dólares y son grandes contrabandistas y para pertenecer «hay que estar cerca del partido».

La relación de Beijing y Pyongyang tiene un doble estándar. «China avala las sanciones de la ONU pero es el principal socio comercial. Sin China no hay Corea del Norte, pero ya no los apoya políticamente».

Corea del Norte y su líder suelen ser noticia por sus pruebas nucleares. Para Wizemberg: «si bien hay un desarrollo evidente, tengo dudas de un poderío nuclear como el que se dice. Corea del Norte tiene el mismo PBI de Honduras. No creo que Honduras tenga una bomba nuclear».

Para Varsavsky, «Corea del Norte es la caricatura más ridícula y perversa de lo que podría ser un socialismo, y a Occidente le sirve para justificar sus fracasos. Necesitan agrandar ese poderío nuclear y Corea del Sur necesita que el Norte sea un cuco para justificar sus barbaridades».

«Son opuestos: uno es un régimen cerrado, totalitario, en donde es muy difícil tener libertad y el otro el de Kim Jong Un», ironizó Wizemberg.

«La postura occidental es hipócrita, ¿por qué Corea del Norte no puede desarrollar una bomba cuando otros las tienen? Es un etnocentrismo tan naturalizado que no se piensa», agregó su colega.

Corea del Sur es otro mundo. Tiene la tasa más alta de suicidios –unos 43 por día-, incluso los niños se suicidan. La gente va a clínicas para desintoxicarse de la adicción digital y llenan estadios de fútbol para ver jugar videojuegos. Los más hastiados organizan «competencias de no hacer nada» y gana el que tiene el pulso más estable.

Allí, el Ministerio de Trabajo recomendó que las mujeres se agranden el busto para conseguir empleo y muchas se operan los gemelos para tener piernas flacas. Tienen el promedio más alto de cirugías estéticas en el mundo.

La presidenta surcoreana, Park Geun-hye, fue destituida hoy por el Parlamento en una sesión histórica y luego de que millones de personas salieran a las calles durante un mes para pedir su renuncia, en una reacción inédita luego de saberse que una amiga íntima de la mandataria utilizó su influencia para desviar fondos millonarios.

«La amiga, Choi Soon-sil, es una especie de López Rega. Es la hija de un gurú de una religión y era el asesor espiritual del padre de Park, un dictador. Ella ganó poder porque maneja los hilos psicológicos de esta pobre mujer que es la presidenta», explicó Varsavsky.

Una de las cuestiones que más escandalizó a los surcoreanos es que ese poder le sirvió para que la hija entre a una universidad. “Están obsesionados por la cuestión educativa”, dijo. Un día al año todos los alumnos deben rendir un examen clave para su futuro académico y estudian hasta caer rendidos frente a los libros.

Según los autores, solo el 1% de ellos entra a trabajar en alguna de las 10 empresas que manejan el país. Sus jornadas superan las 12 horas, no hay fines de semana ni vacaciones de quince días.

Ambos escritores tomaron conceptos centrales del filósofo surcoreano contemporáneo Byung-Chul Han para explicar la dinámica del neoliberalismo radical en Corea del Sur.

En uno de sus libros, «La sociedad del cansancio», sostiene que el neoliberalismo logró que el individuo se centre en la autosuperación productiva laboral. “Uno se convierte en autoexplotador. Muchos trabajadores se suicidan por el stress y la desesperación. Viven para trabajar y sus familias pasan hambre», explicó Varsavsky.

«La operación más inteligente del neoliberalismo es conseguir que cuando las personas se sienten fracasadas, en vez de revelarse se depriman. No hay una conciencia del explotador/explotado, no conciben la idea de un posible cambio democrático, asumen que el voto no va a cambiar nada».

Corea del Sur también puede ser un espejo a futuro. Heladeras inteligentes, cinturones que avisan cuando dejar de comer y otros dispositivos de uso cotidiano, en paralelo al abuso de las redes sociales, configuran un «panóptico digital».

«Te considerás libre y colaborás feliz en la construcción de una celda. Existís en la medida en que sos visto. Es un juego de exhibicionismo que le facilita el trabajo a los servicios de inteligencia. Con tecnologías de autocontrol y aumento del rendimiento, sos tu propio vigilante», analizó Varsavsky.

¿Hay una comodidad mundial en que ambos sigan en tensión? «Sí, a Kim no lo imagino yendo a la guerra. Es todo teatro para justificarse internamente. Las cuentas formales no dan para una guerra de las dimensiones que se piensa, sí un enfrentamiento», cerró Wizemberg.

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