SáBADO, 30 DE NOV

Las autoridades alemanas no contemplan por ahora la posibilidad de prohibir el burkini

El ministro de Interior descartó entonces un veto absoluto, al considerar que una medida de ese tenor corre el riesgo de ser declarada inconstitucional.

El gobierno alemán aseguró hoy que no baraja por ahora, como ocurre en algunos municipios franceses, la opción de prohibir en su territorio el uso del burkini, el traje de baño que cubre por completo el cuerpo de la mujer excepto manos, pies y rostro, y que es empleado por algunas musulmanas.

En un encuentro rutinario con medios de comunicación, el portavoz del Ministerio de Interior, Johannes Dimroth, indicó, tras ser consultado al respecto, que no le consta que su departamento esté estudiando en modo alguno esa posibilidad, según informó la agencia de noticias EFE.

Dimroth agregó que durante todo el debate público llevado a cabo la semana pasada en Alemania sobre una posible restricción del uso del velo integral islámico en espacios públicos, el ministro de Interior, Thomas de Maizière, no se refirió en ninguna ocasión a esta prenda de baño.

La propuesta de De Maizière fue prohibir el uso de velos integrales islámico, como el burka (que cubre incluso los ojos) o el nikab (que cubre la cara dejando hueco para los ojos), en centros educativos y entre los funcionarios públicos, así como en manifestaciones o cuando se conduce.

El ministro de Interior descartó entonces un veto absoluto, al considerar que una medida de ese tenor corre el riesgo de ser declarada inconstitucional.

Una treintena de localidades costeras de Francia prohibieron desde principios de agosto el burkini, alegando razones de seguridad, higiene u orden público.

La prohibición desencadenó durante las últimas semanas un intenso debate en ese país y entre algunas naciones vecinas.

Entre quienes quienes rechazan la prohibición, los más radicales acusan a París de actuar traumatizado por recientes atentados yihadistas y subrayan el carácter racista de la medida, vinculada a su pasado colonial y a la defensa del laicismo republicano.

La escalada del debate obligó al presidente, el socialista, Francois Hollande, a realizar una vaga declaración que no contentó a nadie en las que resaltó que «lo que está en juego (con la norma) es la convivencia, algo que supone unas reglas y el respeto a ellas: que no haya ni provocación ni estigmatización».

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