MIéRCOLES, 27 DE NOV

A los 96 años falleció el destacado dramaturgo Carlos Gorostiza

Novelista y director teatral, de inmensa trayectoria y nombre fundamental de la escena argentina, murió hoy en Buenos Aires y sus restos serán velados en el Teatro Nacional Cervantes.

El dramaturgo, novelista y director teatral Carlos Gorostiza, de inmensa trayectoria y nombre fundamental de la escena argentina, falleció hoy en Buenos Aires a los 96 años y sus restos serán velados en el Teatro Nacional Cervantes.

Los allegados al gran hombre de teatro argentino y el público en general podrán despedirlo hoy en la capilla ardiente entre las 19 y las 24 y mañana desde las 9 a las 11 en el foyer del complejo teatral de avenida Córdoba y Libertad, desde donde será conducido a su última morada en el Cementerio de la Chacarita.

«Goro», como le gustaba ser llamado, era un fenómeno a varias puntas: escribió la obra «El puente», que estrenó como director en 1949, más de una década antes de la aparición de la Generación del 60, con la que convivió cómodamente, participó con sus mejores energías en Teatro Abierto y, pasados los 90 y gracias a su gusto por la natación y otros deportes, en sus últimos años lucía una estampa envidiable.

Hermano mayor de la actriz Analía Gadé -Ana María Gorostiza en los documentos-, en las últimas semanas iba a ser homenajeado en el Teatro Nacional Cervantes por su extensa vinculación con el complejo, pero las dos veces que se programó hubo que suspender por problemas de salud.

Hombre querido y respetado por las nuevas generaciones, fue autor de obras emblemáticas de la escena nacional, como «El pan de la locura» -estrenada bajo su propia dirección en 1958-, «Los prójimos», “La Ajedricística”, «Los hermanos queridos», «El acompañamiento», «Hay que apagar el fuego», «Aeroplanos», «El lugar», «El patio de atrás» y «¿A qué jugamos?», obras que suelen volver a los escenarios con mucha frecuencia, hasta la última, una comedia deliciosa titulada «Distracciones» (2015), vista en el Teatro Nacional Cervantes con dirección de Mariana Gióvinee e incomprendida por alguna parte de la crítica.

Había nacido en el barrio de Palermo el 7 de junio de 1920, en el seno de una familia vasca, desde su más tierna juventud cultivó la poesía y se cautivó con el teatro de títeres, para el que escribió numerosos títulos breves que luego fueron editados.

A principios de la década de 1940 fue actor en el viejo teatro La Máscara, fundado por Elías Castelnuovo, Ricardo Passano padre, Álvaro Yunque, un grupo independiente de fuertes principios ideológicos que tuvo sus sedes en Moreno 1033 y luego en Maipú 28, y allí bebió elementos que nutrieron sus textos posteriores.

Su teatro nunca fue partidario ni cayó en el panfleto, sino que de acuerdo a las palabras del francés Romain Rolland entendió que «el teatro es la expresión imperiosa de una sociedad nueva, su voz y su pensamiento (…) Se trata de fundar un arte nuevo para un mundo nuevo».

Allí estrenó como autor y director «El puente» en 1949, que luego de su inusual éxito inicial fue representada muchas veces por otros elencos y está considerada un título bisagra que inaugura la moderna escena argentina.

Prohibido durante los años de la última dictadura cívico-militar, fue el de mayor edad entre los propulsores de Teatro Abierto en 1981, junto a Osvaldo Dragún, Roberto Cossa, Carlos Somigliana, Ricardo Halac y otros, y durante el gobierno democrático de Raúl Alfonsín, en 1984, fue nombrado secretario de Cultura de la Nación.

Antes, en 1960, fue invitado por la actriz argentina-venezolana Juana Sujo a dirigir Los Caobos, el primer teatro independiente de Caracas, y a incorporarse como docente en la Escuela Nacional de Arte Dramático de Venezuela.

Entre ese año y 1962 alternó su labor magisterial con la dirección de «El pan de la locura», «Seis personajes en busca de un autor», de Luigi Pirandello, «Ha llegado un inspector», de J.B. Priestley, y «Volpone o el zorro»de Ben Jonson.

Sin dejar de producir, de nuevo en la Argentina fue profesor de dramaturgia en la entonces Escuela Nacional de Arte Dramático de Buenos Aires, estrenó «Los incendiarios», del suizo Max Frisch, en el teatro San Telmo, que años más tarde fue destruido por el fuego.

En 1966 creó y dictó seminarios en universidades estadounidenses y en la Universidad de Indiana puso en escena «Los prójimos», la misma obra que, entre otras, dirigió en México DF.

También escribió y dirigió unitarios para TV -«Testimonios de hoy… Autores argentinos», «El reloj de Baltasar», hasta que en 1976 fue prohibido por la llegada de los militares y de nada le sirvieron su trayectoria y los premios obtenidos.

Hacia 1986 comenzó a publicar novelas -«Los cuartos oscuros», «El basural», «La buena gente», «La tierra inquieta», los relatos de «Cuerpos presentes» y los poemas juveniles «De guerras y de amores (1940-1945)-, hasta que en 2011 reapareció como dramaturgo con «Vuelo a Capistrano» y «El aire del río».

A lo largo de su carrera recibió dos Martín Fierro, el Konex de Platino y el de Trayectoria, los premios Nacionales y Municipales de teatro y novela, Planeta, Argentores, Florencio Sánchez, ACE, María Guerrero, Prensario, Meridiano de Plata, Ateneo del Rotary Club, el Mérito Teatral del gobierno venezolano y además fue nombrado Comendador de las Artes y las Letras, en Francia.

Foto: Dante Cosenza

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