DOMINGO, 01 DE DIC

Distracciones fatales

El Canalla pagó caro dos horrores defensivos y se quedó sin nada ante el campeón de la Sudamericana, que con poco se llevó el premio mayor en Arroyito. Tras un buen primer tiempo, sucumbió anímicamente en el complemento, alterado por las circunstancias.

 

Rosario Central vio la cara de la derrota ante uno de los mejores equipos del continente y el fútbol argentino. Hasta ahí, nada de sorpresa y mucho de lógica. Está muy lejos de poder competir seriamente con conjuntos bien armados, lo demostró a lo largo de 2024. Sin embargo, la sensación de esta noche de sábado en el Gigante duele más porque la misma se consumó por desaciertos propios. El castigo como consecuencia de los defectos internos suele ser más hiriente que si vinieran de virtudes ajenas.

Es que el Canalla logró por momentos ser superior a este reciente Racing campeón de la Copa Sudamericana, por ejemplo en el primer tiempo, donde tuvo lapsos en los que manejó el balón y pudo jugar como quería. Demasiado para una formación diezmada por lesiones y un plantel cuya preparación física en el año fue totalmente deficitaria. Con todas sus limitaciones, el combinado auriazul debió haberse ido en ventaja en la etapa inicial, ya que tuvo las ocasiones más claras y predominó en el juego.

No obstante, las imprecisiones en salida fueron siempre una constante y una alarma que invitaba a tener todos los sentidos despiertos para evitar que la visita aprovechara esos huecos. Fueron esos pases mal combinados entre los centrales y los mediocampistas los que pusieron verdaderamente en riesgo la idea futbolística de Ariel Holan, porque enfrente estaba un rival de fuste, de esos con lo que no se pueden permitir concesiones. En ese sentido, Jonathan Gómez fue uno de los principales exponentes de ese apuro a la hora de decidir.

Con sus hombres de desequilibrio ausentes por molestias (Ignacio Malcorra y Jaminton Campaz), el fútbol de Central recayó exclusivamente en lo que pudiera hacer Maxi Lovera. El 7 se enganchó a cuentas gotas y fue esa irregularidad la que imposibilitó tener un mayor volumen de tres cuartos hacia adelante. Enzo Copetti pesó poco y nada, y a Marco Ruben le costó imponer presencia. Aún así, el 9 pudo llegar al gol, pero su tanto fue anulado por el VAR por offside de su compañero de ataque. Antes se lo había devorado el propio Copetti de cabeza mano a mano ante Arias y Sández en el área chica, al empujarla de derecha tras un córner y encontrar la resistencia del palo. Dentro de un trámite parejo, la igualdad quedaba chica.

En el complemento, la imagen canalla fue completamente otra. De entrada, tuvo lugar la primera distracción fatal. Primero Sández y después Mauricio Martínez, con un despeje deficiente, dejaron viva una acción, nunca terminaron de rechazar el peligro y el siguiento movimiento incluyó un centro rasante hacia el medio y el posterior zurdazo de Vietto, al medio del arco de Broun, que se tiró hacia un costado y nada pudo hacer para evitar la caída de su valla. 1 a 0 abajo y a remontar, panorama muy complicado.

Posteriormente a eso, Central se fue completamente del partido. Entre varias interrupciones por hombres de Racing que cayeron desplomados, cambios, el árbitro Dóvalo que cortó sistemáticamente el juego y la poca inteligencia de algunos jugadores auriazules para moderar su temperamento y no entrar en el pantano que le propuso el contrincante, el equipo de Holan jamás logró reponerse del impacto del primer gol y se desplomó anímicamente.

El Canalla lució nervioso, enojado por las circunstancias. Le faltó serenarse, meterse de nuevo en el encuentro e intentar volver a elaborar, como lo hizo en la primera etapa. Los ingresos de Tomás O’Connor, Lautaro Giaccone y Luca Martínez Dupuy resultaron improductivos ya que no lograron influir y cambiar el desarrollo. La gente también expresó su descontento con la terna arbitral y todo se volvió un ambiente tenso. Las revoluciones estaban a mil y podían saltar chispas por cualquier lado.

Precisamente, Sández se dejó llevar por sus emociones y se hizo echar tontamente por doble amarilla, incapaz de contenerse. Si había alguna posibilidad, dado que el resultado aún era solo 1 a 0, con ese acontecimiento Central terminó de sepultar sus chances. Para colmo, en otro horror defensivo, Broun quiso hacerla de lujo y se la regaló a «Maravilla» Martínez, que se la pinchó por arriba con una gran sutileza y sentenció la historia. Desatenciones que se pagan carísimo, mucho más ante este Racing tan envalentonado.

El Canalla perdió uno de esos partidos que figuraban como «perdibles» si uno analiza el fixture y el contexto, pero mordió el polvo por sus deficiencias. Es ese punto el que el nuevo cuerpo técnico debe buscar corregir en lo inmediato, más allá de que nada queda como objetivo en lo que queda del certamen. Holan deberá reparar con atención en esas causas, que fueron el detonante de este sinsabor en casa, y buscar que esas fallas se repitan lo menos posible, o en el mejor de los casos, no vuelvan a ocurrir. Su propuesta es más que interesante, pero debe contar con los intérpretes necesarios para llevarla a cabo.

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