MARTES, 26 DE NOV

Rosario sin Secretos: entre el primer aeroplano y el último chemtrail

Un francés inmortalizó el primer vuelo que surcó el cielo rosarino se llamaba Richard Gaspary y fue uno de los fotógrafos elegidos por Abel Erizagaray, el propietario y director de Monos y Monadas, “la primera revista argentina con imprenta propia”, a fin de cubrir los faustos organizados para celebrar el centenario de la Revolución de Mayo, 1910 fue el año, y 14 de noviembre la fecha.

Richard Gaspary había sido contratado por Hersent et Fils y Schneider y Compañía, de París, la empresa francesa que ganó en 1902 la licitación, sobre las propuestas de las de Londres y la del Sindicato belga-francés, para la construcción del Puerto.

Gerenciada por Augusto Flandrois, tenemos en este galo al propulsor e inspirador de la Alianza Francesa, la misma que conocemos hoy, con tanta interesante actividad cultural, en San Luis al 800. Como popularizara Pancho Ibáñez, “todo tiene que ver con todo”.

Y con esa consigna nos transportamos 114 años atrás, para imaginarnos la expectativa de los casi 200.000 habitantes que tenía la ciudad y la sorpresa que causó al puñado que se había aglomerado en la plaza 25 de Mayo, el ver un aeroplano surcar el cielo rosarino por primera vez en su historia.

Atrás había quedado el fallido intento de su coterráneo Alfred Valletón cuando piloteó y cayó un par de veces, su Farman III, en abril de ese mismo año para los actos previstos en “La Semana de la Aviación”, en Fisherton…

La toma fotográfica en la plaza frente a la iglesia, efectuada desde el mismo lugar que fungió como plaza de Armas al llegar Belgrano en 1812 para hacernos Cuna de la Bandera, se preparó con toda la parsimonia desde bien temprano.

Off the record llegó a la redacción de la revista –en la que se lucieron dibujantes de la talla de Jacobo Abramoff, José Andrade, Olivetti, Arístides Rechain, Sandalio’s, Eugenio Fornells y Alfredo Guido- la versión que un estanciero de la zona (del que nunca se supo el nombre, y se decía que era el que piloteaba la nave), pasaría por sobre la catedral Nuestra Señora del Rosario ese lunes. Y así fue.

Mirar el cielo suele producir vértigo. Primero porque nos da la certeza de nuestra finitud y pequeñez, especialmente cuando lo podemos observar por las noches en cielos despejados y estrellados. Ni hablar de poder disfrutar de las magníficas experiencias en el Planetario Ciudad de Rosario.

Mientras tanto, durante el día, los curiosos que solemos elevar la vista, vemos muchas aeronaves que surcan el espacio dejando estelas que, para unos, es sólo vapor de agua, y para otros, riego de químicos que afectan sensiblemente la salud humana, sembrando nubes, cortando tormentas, o con fumigaciones non santas.

Ayer y hoy.

Otro tipo de vértigos y riesgos en esta sociedad contaminada por la polución de gases y sobredosis de new fakes, no siempre con las mejores intenciones para con nuestra tranquila supervivencia…

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