VIERNES, 29 DE NOV

El Efecto: Fabián Belay, el cura que nos interpela a todos exponiendo el flagelo de la droga

Al sacerdote, referente de la lucha contra las adicciones en los barrios populares, no le tiembla el pulso a la hora de cuestionar al Estado, el sistema educativo, la sociedad rosarina misma y hasta a la academia. Con la misma seguridad le dijo que no al Papa cuando lo propuso como obispo auxiliar de Rosario.

 

Fabián Belay no será ordenado obispo, rezan los titulares de los portales del 4 de julio de 2023.

Luego de ser propuesto por el Papa Francisco para la función de obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Rosario, Fabián Belay lo meditó, consultó en varias oportunidades con el Sumo Pontífice y finalmente desistió del ofrecimiento. La razón fue que no podía alejarse del trabajo que tanto esfuerzo le llevó a él y a un gran grupo de personas, que significó una red de hogares para personas con adicciones en barrios vulnerables de Rosario.

Hay un silencio del Estado y la sociedad con el tema prevención de las drogas”, grita Belay sin necesidad de levantar la voz. Al párroco de María Madre de Dios, rector de la iglesia Buen Pastor, miembro de la Pastoral de Adicciones de Rosario y referente de la comunidad Padre Misericordioso, no le tiembla el pulso para interpelar al Estado, la sociedad y hasta la academia, en lo que respecta a frenar el flagelo de las adicciones.

De acuerdo a un relevamiento de la comunidad religiosa, el 80% de las personas adictas empezó a consumir siendo menor de edad, un problema que atraviesa a todos los sectores sociales. A través de las décadas, el promedio de edad de inicio en la droga fue descendiendo. Hoy, algunos datos son brutales, en los barrios rosarinos hay niños de 8 o 9 años que empiezan a consumir.

“El presente preocupa, pero el futuro mucho más”, dice descarnadamente el religioso en el podcast de Conclusión, El Efecto. Y reclama: “No hemos creado redes para prevenir la droga en los chicos”.

El ‘no’ al Papa

Francisco confió en el padre Belay para que sea obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Rosario. Sin embargo, sorpresivamente el cura de La Lata debió decir que no. La decisión llamó la atención, pero fue comprendida tanto por monseñor Martín como por el mismísimo Papa, con quien Fabián cuenta que consultó en diversas charlas a través del teléfono su postura.

“Entendimos que era mejor seguir donde estoy. Aunque sé que no soy indispensable ni donde estoy ni como obispo, pero en este momento lo mejor era seguir con la gente de la comunidad”, explica sobre su resolución.

Juego online en los barrios

Hay una crisis, el diagnóstico es claro para Belay. Si el Estado hiciera un análisis más acertado, ya se estaría planteando una Mesa de Emergencia, propone luego.

La edad más preocupante en este momento es la adolescencia, por lo que Belay señala que faltan “alternativas de contención” por fuera de la escuela secundaria, ya que el 50% no asiste a clases. Entonces, “el adolescente termina encontrando en la calle la propuesta del narcomenudeo”.

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“El sistema educativo está pensado para otro niño, no para este cuya familia está atravesada por los consumos, que no lo va a acompañar a la escuela, no le va a dar una contención, no le va a dar un desayuno o merienda, ni se va a sentar a hacer la tarea”, amplía el referente.

Para colmo, “hace dos años apareció el juego online”, denuncia el cura. “En muchos barrios el narco es un prestamista para sostener el juego”.

Llamativamente, si bien la situación lleva décadas, “hasta hace cuatro años ni siquiera había programas para paliar el tema”. Ahora, en cambio, se ha avanzado algo, “estamos dando pequeños pasos”.

El silencio de todos

Hace varias décadas la droga se instaló en la ciudad. Para Belay, el silencio de todos es “elocuente”. Y a esto no escapa ni el Estado, ni el sistema educativo, ni la sociedad ni la academia, que no ha investigado lo que pasa en los sectores vulnerables, por lo que “nos faltan datos”.

“No hemos pensado estructura de contención. No existen en los barrios ligas de fútbol para adolescentes, entonces terminan en la calle”.

Como esas personas que dicen verdades incómodas, el religioso sentencia: “Tenemos que preguntarnos si como sociedad hemos construido una red alternativa. El diagnóstico no es agradable, genera malestar, angustia, no nos gusta, pero tenemos que verla”.

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“¿Cuántas personas participan en actividades sociales?”, se pregunta el cura, en una observación que se transforma en una demanda directa a cada uno de nosotros. “En la sociedad rosarina hemos abandonado los espacios de participación. Cuántos están participando, tienen compromiso con una institución que apunte a un bien común. Sea una mutual, un club, una asociación civil, centro de jubilados. A muchas instituciones les está pasando que no pueden ni siquiera armar la comisión directiva”, expone Belay.

“Hoy no te alcanza el Estado para dar respuesta. El problema es que a los buenos nos ha llevado puesto el individualismo y hemos dejado de sentarnos a dialogar para construir una sociedad en la cual entre todos sumemos para salir adelante”, remarca con claridad el integrante de la Pastoral contra las Adicciones.

La comunidad

En 2010 por la insistencia de vecinas del barrio Ludueña, que propusieron la creación de centros de asistencia para personas en situación de calle, comenzó una inquietud en Fabián Belay. La idea fue tomando forma y al poco tiempo vieron la luz diferentes hogares.

Hoy, la comunidad Padre Misericordioso cuenta con nueve centros de niñez, siete centros de día para jóvenes y adolescentes con problemas de consumo, tres granjas de internación, dos centros ambulatorios para varones y mujeres, y Eempa en cinco barrios (La Lata, San Martín Sur, La Granada, Las Flores, Tablada), que, en total, albergan a unas 1.100 personas.

 

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