VIERNES, 29 DE NOV

Una siesta cordobesa

En la tierra del Fernet y el cuarteto, el Canalla se plegó al sábado de esparcimiento y, junto a su rival, regaló un encuentro para quedarse dormido de principio a fin. Pálida actuación que lo aleja del único objetivo que le quedaba en el año. La seguridad defensiva, lo único para rescatar.

 

Rosario Central continúa en el pantano de intrascendencia en el que estuvo a lo largo de todo el año y lo profundiza en esta Liga Profesional, haciéndose interminable el pésimo 2024 que viene teniendo. Presentación tras presentación logra defeccionar un poco más su imagen general y eso es lo que termina condicionando sus posibilidades de apuntar a metas serias. Nunca puede dar el salto esperado y, de esta forma, navega por el mar de la mediocridad, la que lo envuelve hace tiempo, con la excepción del inolvidable 2023.

En este caso, el Canalla paseó su endeblez como conjunto por Córdoba, donde ofreció una presentación digna para una buena siesta: un bostezo grande fue el partido ante Instituto, que también mostró un rendimiento muy pobre. Como consecuencia de ello, el 0 a 0 final pareció premiar la inexpresividad de ambos, en una igualdad que no le sirve a ninguno para sus objetivos. Lejos de mejorar algo lo que había sido el tibio empate ante Banfield en el Gigante, el conjunto de Arroyito consiguió empeorar aún más su producción.

Como se viene comentando sucesivamente en esta columna, una vez más lo mejor de Central en una tarde acéfala de fútbol fue la seguridad de la última línea. En ese sentido, Emmanuel Coronel, Facundo Mallo, Carlos Quintana y Agustín Sández, una defensa que ya sale de memoria, tuvieron una jornada muy tranquila, ante un adversario que poco logró inquietarlos. ‘Fatura’ Broun tuvo un poco más de acción, aunque sólo para obturar remates cerrados desde los costados, con escasas chances de convertirse en gol.

De la mitad de cancha para arriba es decir lo mismo de siempre: Central no tiene juego, a lo que le sumó ahora escasa marca, porque Franco Ibarra bajó notablemente su nivel. Depende exclusivamente de alguna inspiración individual para generar peligro, carece de sorpresa, es predecible y se reitera en insistir con lo que ya quedó demostrado que falla. Ni Jaminton Campaz ni Ignacio Malcorra se hicieron cargo de la gestación, y entonces, por más o menos delanteros que se incorporen adelante, el aporte de estos será nulo dada la incapacidad evidente para la elaboración. Marco Ruben, Enzo Copetti y cualquier otro atacante son víctimas de la falta de funcionamiento. Hay muy pocos centrodelanteros en el mundo que pueden autogenerarse sus propias jugadas.

Sin fútbol arriba, pero tampoco sufriendo abajo, la paridad era la única opción para el Canalla. En muchos tramos, el partido fue realmente soporífero, con pocas llegadas a los arcos. Sigue sin entenderse el plan de Lequi. Si al menos se animó a darle más minutos al pibe Duarte y también permitió ver un poco a Samuel Beltrán, un volante central al que habrá que seguir con mayor continuidad para evaluarlo. Los juveniles le dieron más oxígeno al mediocampo y permitieron ver otra cosa.

A pesar de todos los problemas enumerados y que vienen de arrastre, Central dispuso de la ocasión más clara para llevarse la victoria, pero el palo terminó devolviendo un centro sin destinatario de Augusto Solari que ni Duarte ni Ruben llegaron a empujar. Si, un intento de centro fue lo más nítido de la jornada en Alta Córdoba. Dio la sensación de que, aún con limitaciones, si se lo proponía, el equipo de Lequi podría haberse traído algo más que el punto. Faltó decisión y también precisión en los metros finales para resolver.

Un empate que aleja al Canalla de la Copa Sudamericana, algo que a estas alturas parece bastante improbable que consiga dados los resultados y el rendimiento que exhibe. Está lejos en puntos, pero sobre todo no da respuestas desde el fútbol. Sus dos mejores jugadores, Malcorra y Campaz, cada vez se conectan menos en el campo, a diferencia del año pasado, y cuando eso pasa se terminan las opciones auriazules. Como será de flojo lo del resto de los considerados que ya ni Maxi Lovera ni Lautaro Giaccone son tenidos en cuenta como revulsivos para aportar algo distinto desde el banco, también con actuaciones más que discretas.

Sin plan de juego, sin opciones alternativas cuando lo ensayado falla, pero más especialmente sin plantel acorde adonde se pretende llegar, la tarea es imposible. Cuesta entender que es lo que se trabaja en la semana, dado que las mejoras en el campo no se ven. Preguntas que quedan flotando: ¿porqué Caramelo Martínez hace varios partidos que ni juega? ¿Hasta cuándo seguir insistiendo con el doble cinco? ¿Qué se buscó con Malcorra por el sector derecho en el primer tiempo?

 

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