LUNES, 02 DE DIC

Rosario Sin Secretos: ¡extra, extra! algo nace y algo muere en el Rosario, un día como hoy…

Nuestro pasado, reciente o lejano, nos trae datos que, aunque no sean noticias, son parte de nuestro acervo patrimonial y es casi una obligación ciudadana saber de ellos. Un día como hoy aparecía el diario Tribuna. Un día como hoy, desaparecían miles de tribunas en el coliseo más magnífico que supimos construir, el Cine Teatro Colón.

 

Eran todos sub 30 los jóvenes que había reunido el abogado, escribano y político Enzo Bordabere en su estudio para cranear la edición de un órgano periodístico, Tribuna, nacido en Rosario un día como hoy, en 1928.

Bordabehere, la calle que prolonga a Salta en barrio Agote; Bordabehere, la víctima del asesinato en el Senado de la Nación; Enzo, el hermano de Ismael, uno de los estudiantes que encabezaron la reforma universitaria en Córdoba; el primo de Rafael, el jugador de Newell’s.

Ese mismo año, lo más granado de la sociedad se daba cita en Corrientes 481, para asistir al grandioso espectáculo ofrecido en el Cine Teatro Colón: “Una nueva y gloriosa nación”, una película realizada en los estudios Fox de los Estados Unidos que relataba episodios de la vida de Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y las luchas independentistas.

El imperdible libro de investigación de Sidney Paralieu sobre los cines de Rosario nos cuenta que se proyectó con música especialmente adaptada, ejecutada por una orquesta de 30 profesores y acompañada por coros mixtos de 20 voces. ¡Qué producción!

Éramos, por entonces, alrededor de 400.000 habitantes y, sin embargo, todos los responsables de la industria del entretenimiento competían entre sí para ofrecer lo mejor a un público ávido de novedades y cultura.

En esa misma comunidad fue que, con la energía arrolladora de la juventud, cuando no existía internet ni redes virtuales, Tribuna salió a la calle para ser voceado por los canillitas con un ya inaudible ¡Extra!, ¡Extra!, el mismo día en el que Hipólito Irigoyen asumía su segundo período presidencial. Nacido como vespertino para expresar el pensamiento de los demócratas progresistas liderados por Lisandro de la Torre, el medio pasó por diferentes etapas, entre la consolidación y la quiebra. En los 50, comprado por sus trabajadores, agregó el artículo femenino a su denominación y pasó a ser “La Tribuna”; en los 70, lo adquirieron empresarios vinculados a las fuerzas militares fusionándose luego con la Editorial El País, y en los 80 pasa a manos del Grupo Litoral hasta que finalmente termina quebrando.

Triste final como el que tuvo, también un día como hoy, en 1958, exactamente 30 años después que se fundara el Diario Tribuna, el majestuoso teatro Colón, antes Gran Politeama, que fuera construido, en su etapa inicial, por el arquitecto italiano Gaetano Rezzara, el mismo que proyectó el Palacio Municipal y otras bellísimas mansiones, entre ellas, las de bulevar Oroño 1341, Urquiza 1285 y Rioja al 1800, de las que nos ocuparemos en otro Rosario Sin Secreto.

El Teatro Colón, quizás el mayor patrimonicidio que tuvo la ciudad, se tiró abajo para levantar la moderna torre Gricon en la esquina de Corrientes y Urquiza.
¿Las buenas noticias? El Museo Provincial de Historia “Julio Marc” atesora, dese el año pasado, 331 cajas y 1.352 sobres con el archivo de redacción de La Tribuna.

El Museo de la Ciudad “Wladimir Mikielievich” y la Escuela Superior de Museología son los depositarios de la colección de negativos fotográficos atribuidos a Joaquín Chiavazza y Blas Persia, en su mirada periodística y urbana como un arte más a sumar a nuestra cultura patrimonial. Con el apoyo de docentes de la escuela del área de fotografía de la Escuela Municipal de Artes Plásticas “Manuel Musto”, se restauraron y digitalizaron mucha de esa colección y se editó un libro con esas imágenes que documentan nuestra historia.

Cerramos estas efemérides jugando con dos de las acepciones que tiene la palabra Tribuna:
Por un lado, la plataforma elevada desde donde el orador se dirige a su audiencia y se convierte en protagonista, y por el otro, las gradas en las que se sientan los espectadores para ver un partido. Tomemos partido en el espectáculo de nuestra historia y convirtámonos en protagonistas, narrándola al menos una vez a alguien más. La historia la escribimos entre todos.

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