Por Fabrizio Turturici

Con una realidad y un escenario distinto al que acostumbra colorear el Gigante de Arroyito, Rosario Central se enfrentó a Gimnasia y Esgrima de La Plata, sin la mayoría de sus titulares y con la mala noticia de ya no pelear por el título.

El marco no era el mismo, pero el ímpetu del Canalla debiera serlo. Aunque enfocado en la Copa Libertadores, los de Coudet no se caracterizan, precisamente, por falta de ambición. De esta manera, sus dirigidos se lanzaron efusivamente en busca del resultado.

Desde el inicio se vio un Central desordenado, que se embarullaba solo en cada ataque rival. De hecho, a los nueve minutos la visita estuvo a punto de ponerse en ventaja, cuando Benítez ganó en lo alto y Lo Celso la salvó en la línea.

Sin brújula ni mapa, los de Coudet sufrían los embates de Gimnasia. Es que Gil Romero, sin compañía en la contención, no pudo frenar el aluvión platense. Colman y Becker, de escasa labor defensiva, tampoco aportaron en la materia; y la defensa auriazul no hizo pie.

Al tiempo de atacar, Giovani era la carta prima, mientras que Delgado (con su característico ritmo cansino) y Protti, las alternativas arriba, aunque ninguno como referencia de área. Con el tiempo, Central pudo encerrar al rival en su campo, manejando los hilos del partido con mucha movilidad, con Gil Romero, recuperado y asentado, haciendo las veces de mariscal.

Antes de la media hora de cotejo, el local experimentaba su mejor momento. Superaba al rival en todas las líneas, se había instalado en tierra ajena y no sufría sino con alguna que otra pelota parada en contra. Pero luego, el rendimiento auriazul mermó hasta que el árbitro indicó la hora del vestuario.

En el complemento, lo único que cambió fue la dirección donde atacar. La historia fue similar a la del primer tiempo. El Canalla, más criterioso con la pelota, y el Lobo, comprimido y apostando al contragolpe.

Ambos, a su manera, exhibían buenos argumentos para ganarlo. El arma principal de Central era la sorpresa a través de la posesión de la pelota; la de Gimnasia, superar la última línea auriazul mediante un rápido contragolpe o un pase en profundidad.

A falta de un cuarto de hora para el pitazo final, el partido parecía morirse en cero. En suma, si había uno que tenía más chances de romper la paridad que el otro, era la visita. El Canalla se desplomó físicamente y Coudet no realizó los cambios a tiempo, mientras que Alfaro ya había hecho las tres modificaciones y eso le había brindado más oxígeno.

A diez minutos del final, Central no pudo soportar la tensión: se quedó sin piernas, dejó de manejar la pelota, se retrasó y sufrió las consecuencias, cuando Nicolás Contín remató de afuera para marcar el gol de la victoria platense.

En definitiva, los canallas cayeron, una vez más, en el Gigante de Arroyito. Aunque el desarrollo había sido parejo, lo ganó el que más fino estuvo. Si algo quedó claro, es que Central jugó pensando en la Copa Libertadores. “¡Queremos la Copa!”, fue el cántico de despedida de los hinchas.

 

Síntesis

Rosario Central (0): Sebastián Sosa; Paulo Ferrari, Esteban Burgos, Javier Pinola y Jonás Aguirre; Gustavo Colman, Gastón Gil Romero, Pablo Becker y Giovani Lo Celso; César Delgado e Ijiel Protti. DT: Eduardo Germán Coudet.

Gimnasia y Esgrima de La Plata (1): Enrique Bologna; Facundo Oreja, Maximiliano Coronel, Oliver Benítez y Lucas Licht; Maximiliano Meza, Fabián Rinaudo, Roberto Brum y Matías Noble; Franco Niell y Federico Rasic. DT: Gustavo Alfaro.

Gol: ST: 35′ Nicolás Contín (Gelp).

Cambios: ST: 22′ Contín y Faravelli x Niell y Meza (Gelp). 24′ Migone x Becker (Carc). 29′ Castillón x Noble (Gelp). 34′ Lovera x Delgado (Carc). 40′ Battaglia x Colman (Carc).

Amonestados: Rasic, Brum, Benítez (Gelp). Burgos, Gil Romero (Carc)

Árbitro: Facundo Tello.

Estadio: Gigante de Arroyito.